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El Papa que no pudo limpiar las finanzas del Vaticano


 
Gabriel Moyssen
 
Al papa Benedicto XVI, quien sorprendió al mundo católico ayer, no le alcanzó su gestión de 8 años para limpiar las cuentas del Vaticano, pese al establecimiento en 2010 de la Autoridad de Información Financiera (AIF), entidad que junto a una nueva ley en la materia pretende superar las críticas y mala imagen derivadas del escándalo del Banco Ambrosiano, involucrado en lavado de dinero, y el homicidio en Londres de Roberto Calvi, su director.
 
El asesinato de Calvi —su cuerpo fue hallado colgando de un puente en Londres en 1982— tras la quiebra del Ambrosiano, cuyo accionista principal era el Instituto para las Obras Religiosas (IOR, o Banco del Vaticano), sólo resultó uno de los capítulos más dramáticos de una oscura historia en la que se cruzan la mafia, la Guerra Fría y las pugnas políticas italianas, así como la muerte de Juan Pablo I en 1978.
 
Llamado 'El banquero de Dios' por su cercanía con el pontífice, Calvi era miembro de la logia masónica Propaganda Dos y habría financiado al sindicato polaco Solidaridad y los Contras nicaragüenses, luego de la alianza antisoviética entablada entre Karol Wojtyla —Juan Pablo II— y el presidente estadounidense Ronald Reagan.
 
En los últimos años, Benedicto XVI emprendió una serie de medidas para que el IOR cumpliera con los estándares internacionales contra el reciclaje de fondos y el financiamiento del terrorismo, suscribiendo en 2009 la Convención Monetaria de la Unión Europea. Sin embargo, en julio de 2012 el grupo Moneyval del Consejo de Europa indicó que El Vaticano sólo aprobó 9 de 16 recomendaciones emitidas por el Grupo de Acción Financiera de la OCDE, reprobando en la transparencia de sus transacciones con grandes volumenes de efectivo, actividades globales e información sobre los organismos que operan en su territorio.
 
Dos meses antes, Ettore Gotti Tedeschi, presidente del IOR, fue destituido y en Nápoles se abrió una investigación en su contra por lavado de dinero. Fue así como Benedicto XVI decidió contratar al abogado helvético René Brülhart para encabezar la AIF. Apodado el 'James Bond del mundo financiero', gracias al éxito que habría tenido en la regularización de la banca del paraíso fiscal de Liechtenstein, el diminuto principado que se ubica entre Suiza y Austria, señalan The Economist y CNNMoney, el católico Brülhart llegó al puesto con buenas credenciales, ya que estudió derecho canónico en Friburgo, Suiza, además de disfrutar del respaldo del cardenal Tarsicio Bertone, el poderoso secretario de Estado vaticano.
 
De 40 años, en la Unidad de Inteligencia Financiera de Vaduz, la capital de Liechtenstein a orillas del Rin, Brülhart trabajó en la devolución a Irak de bienes saqueados por Sadam Husein, así como en el desmantelamiento de la red mundial de sobornos de la multinacional Siemens. Su esfuerzo fue reconocido en 2010, al ser nombrado subdirector del Grupo Egmont, integrado por más de 130 agencias gubernamentales especializadas.
 
Hermético
 
No obstante, en el opaco y hermético Estado Vaticano los cambios pueden demorar siglos. Sus instituciones financieras no funcionan como cualquier organismo comercial, ya que se trata de entidades públicas "reconocidas canónicamente" y concebidas para servir al clero. Como observador en Moneyval, el gobierno italiano se ha opuesto a incluirlo en la 'lista blanca' de países abiertos al escrutinio y el Banco de Italia clasificó al IOR como off-shore, por lo que recomendó una supervisión más rigurosa de sus transacciones, mientras que JPMorgan cerró sus cuentas locales.
 
A principios de enero, el Banco de Italia suspendió los pagos a tarjetas de crédito en el Vaticano y ordenó a la filial italiana del Deutsche Bank apagar sus sistemas electrónicos, preocupado por la falta de preparación para aplicar nuevas medidas contra el blanqueo de fondos.
 
Brülhart se declaró "verdaderamente sorprendido" por la medida, que golpeó al turismo al obligar a los visitantes de la Santa Sede a realizar sus pagos en efectivo, ante el nivel de cooperación alcanzado por la AIF con Bruselas y Washington. "Combatir al lavado de dinero siempre es un trabajo inconcluso", afirmó al diario Corriere della Sera.
 
 

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