TUXTLA GUTIÉRREZ.- Sostiene que los debates son inevitables en las sociedades abiertas y plurales. Que sirven para afinar los modelos de comportamiento de las instituciones. Y que la discusión en la que se puso en tela de juicio la subsistencia del Fondo de Cultura Económica (FCE) se decantó en su vigencia y permanencia.
Es José Carrreño Carlón, director general de la editorial más importante del español, premiada ayer por el Colegio de México con el Daniel Cosío Villegas 2014, nombre y hombre que dio vida al FCE hace 80 años. Se le nota tranquilo, como si lo que él llama "debate" hubiera sucedido hace mucho tiempo. Es más, como si no hubiera ocurrido. Recién inauguró la primera librería del Fondo aquí, en la capital de un estado en el que hace 20 años se produjo una de las crisis más sobresalientes de la historia de México.
Hace dos décadas Chiapas padecía números de desarrollo humano parecidos a varios países africanos y centroamericanos, miembros del club de los más desiguales del mundo. Promedio de 17 años de edad en una población marcada por el analfabetismo, la desnutrición y la marginación que desacreditaban el desarrollo de un país que presumía su entrada al libre mercado en el mismo día en el que el espejo le demostraba los ojos de la nuca. La ilustración llega al Sur un quinto de siglo después de Marcos y el EZLN. De algo sirvió voltear a la última frontera.
Carreño es un político, antes que todo. Le ha tocado estar en la cocina y sabe perfectamente que dentro de ella hay que ser astuto para no quemarse. Defiende así la viabilidad del FCE: "Debe estar porque quedan aún muchas asignaturas pendientes. Las grandes editoriales privadas, en todo su derecho, trabajan más sobre la base del rendimiento rápido de las altas ventas. Es por ello que con frecuencia no apuestan a la producción bibliográfica ni a la literatura en sentido amplio. Ellos sólo dan pasos seguros para su inversión".
__¿Algo más?
__La otra asignatura pendiente que debe cumplir el Fondo, y que tampoco han cumplido las editoriales privadas es asegurar que los libros circulen. Y, en realidad, no están circulando. Ese fue el sueño de Cosío Villegas. Él se dio cuenta de la gravedad del problema. Las distancias físicas que le preocupaban hoy pueden vencerse con tecnología. Pero también notó las dificultades de tipo político. Las oligarquías se cerraban a nuevas ideas. Eso ya pasó. Ahora tenemos una América Latina y una España trabajando sobre bases de pluralidad y democracia.
Afirma que las editoriales privadas no han logrado la "circulación horizontal" dentro de Iberoamérica. El FCE lo va haciendo, según él, poco a poco. Después del estreno de la librería José Emilio Pacheco, la editorial se prepara para un golpe cultural de gran impacto. Abrirá una librería en Apatzingán, Michoacán, tierra caliente de violencia y descomposición del tejido social (más de mil muertos desde 2006). También lugar primordial en la búsqueda mexicana por una vida democrática desde mucho antes de que erigiera sus primeros planos constitucionales formales (1824).
"La apuesta por el libro –explica– forma parte de toda una política de Estado, en términos de actualización del sistema educativo, la famosa reforma. En ese sentido, el interés del Estado es crear nuevos lectores, no ir a competir por un mercado raquítico de ellos. Esta apuesta debe formar parte del interés común. A todos nos conviene generar nuevos lectores. Apatzingán es un buen ejemplo. Una editorial privada jamás iría a una comunidad tan victimizada por la violencia del narcotráfico. Hay experiencias, como en Medellín, en donde los gobiernos han invertido en presencia cultural y se han logrado éxitos en la sanación del tejido social de la sociedad".
Cuenta, además, que el FCE prepara talleres de lectura para señoras, cuya intención será saber qué sienten, qué piensan y qué quieren contar sobre sus experiencias en estos años terribles. Para facilitar los caminos de expresión artística o literaria de los habitantes de la comunidad, la editorial invitará a Elmer Mendoza (célebre escritor mexicano de la novela negra del noroeste de la República) cuya misión será producir esa catarsis en obras publicables. El dolor como herramienta de la creatividad.
La lista de nuevas librerías en zonas marginales incluye la Elena Poniatowska, en Ciudad Nezahualcóyotl; una en Toluca; una en Texcoco; otras en Baja California , Yucatán y dos más en Ciudad de México.
___Parece que vuelve un concepto que produce miedo a los sistemas económicos vigentes: el bienestar cultural...
___Más que bienes culturales, el Fondo va a fomentar el intercambio que permita que la cultura germine y dé frutos en las comunidades. Trabajando en experiencias recientes en Chiapas, Durango, Aguascalientes y Colima, hemos tenido buenos resultados. De lo que se trata es que las comunidades hagan suyo el proyecto. Nos están recibiendo como un meteorito que cae con bienes culturales. Esa metáfora la usan mucho los promotores de políticas públicas. Los beneficios deben quedarse entre esas comunidades.
___¿El ogro filantrópico, como llamó Octavio Paz al Estado Mexicano, necesita hacer creer a los hombres del dinero que la cultura puede ser negocio?
___Tiene que haber una mayor participación de todos. El Estado, por décadas, ha hecho esfuerzos por afianzar sus políticas culturales. Unas han sido un poco más paternalistas que otras. En este momento el Estado debe mantener su preponderancia y convocar a otras fuerzas como la iniciativa privada. Ésta, sin duda, puede fortalecer proyectos en beneficio de todos y no sólo en los grandes espectáculos artísticos. Puede invertir en programas más cercanos a la gente y no sólo en las élites. Hay grandes ventanas de oportunidad que se pueden abrir para todos los sectores sociales, que están esperando que se arme un panorama más amplio.