El tango, el fútbol, la carne y los vastos paisajes han hecho de Argentina un destino inconfundible. Pero junto a esos símbolos hay otro protagonista que cada vez atrae a más viajeros: el vino. Con seis regiones productoras que ofrecen etiquetas de calidad internacional, el país se ha consolidado como uno de los destinos enoturísticos más importantes del mundo. El Malbec, su cepa insignia, alcanza niveles extraordinarios en Mendoza, provincia que concentra cerca del 70% de la producción nacional.
Cuyo, el corazón del vino argentino
La región de Cuyo es la más reconocida del mapa vitivinícola. Mendoza brilla con zonas como Luján de Cuyo, Maipú y el Valle de Uco, donde bodegas como Zuccardi, Salentein y Casa de Uco combinan arquitectura, gastronomía y experiencias de lujo entre viñedos y montañas. San Juan aporta su Syrah gracias a más de 300 días de sol al año, mientras que San Luis suma un entorno natural único, con joyas como el Parque Nacional Sierra de las Quijadas.

Norte: vinos de altura y tradición
En los Valles Calchaquíes, Salta es sinónimo de Torrontés, una cepa blanca emblemática de Argentina. Cafayate se ha convertido en el epicentro enoturístico del norte, con propuestas como Patios de Cafayate y Piatelli, que combinan hospitalidad, gastronomía regional y vinos de altura. Tucumán sorprende con Los Amaichas, la primera bodega indígena de Latinoamérica, mientras que en Jujuy la Quebrada de Humahuaca —Patrimonio de la Humanidad— alberga proyectos innovadores como Viñas del Perchel y Fernando Dupont.
Litoral y Córdoba: tradición y nuevos aires
En la región del Litoral, donde la yerba mate es la protagonista, algunas ciudades como Victoria y Gualeguaychú (Entre Ríos) comienzan a destacarse con bodegas que producen Tannat, Malbec y cepas blancas. Córdoba, por su parte, retoma la herencia jesuita e inmigrante para consolidar un polo emergente, con Colonia Caroya y Jesús María como epicentros donde el vino convive con quesos y salames artesanales.
Patagonia: vinos del fin del mundo
El sur argentino es sinónimo de paisajes imponentes y vinos únicos. Neuquén marcó el inicio de la vitivinicultura moderna con bodegas como Del Fin del Mundo y Secreto Patagónico, mientras que Río Negro conserva la tradición con casas históricas como Humberto Canale. En Chubut, la bodega Otronia produce el vino más austral del mundo, resultado de un clima extremo que otorga complejidad y frescura. La experiencia se completa con la gastronomía local: cordero patagónico, centolla, merluza negra y trucha, maridajes ideales para etiquetas de Pinot Noir y Merlot.
Cómo llegar desde México
Hay vuelos directos desde la Ciudad de México y Cancún hacia Buenos Aires. Desde la capital argentina, lo más recomendable es tomar vuelos domésticos para recorrer las distintas regiones, debido a las grandes distancias. Para planear el viaje, Visit Argentina —la plataforma oficial de turismo del país— ofrece información y experiencias enoturísticas que conectan cada rincón del mapa vitivinícola.