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'Han Solo': Un 'western' para Ron Howard

La más reciente cinta de 'Star Wars', dirigida por Ron Howard, optó por alejarse lo más posible del concepto y aplicar su propio enfoque.

Tanto Han Solo como Harrison Ford son, para muchos, íconos sagrados de la saga de Star Wars, personajes con los cuales miles de adolescentes crecieron y que tan solo de pensar en el hecho de transformarlos o que fueran interpretados por alguien más sonaba a herejía.

No fue poca la expectativa que generó el último spin-off de Star Wars: empezando por el personaje principal de la cinta y terminando con el reemplazo de Phil Lord y Christopher Miller por Ron Howard.

Howard, quien se ha destacado por su trayectoria un tanto irregular, ha sido capaz de concebir proyectos con peso y fuerza como Apollo 13, Frost/Nixon y el documental The Beatles: Eight Days a Week, trabajos desconcertantes como Cocoon y Cowboys & Aliens y aquellas que podrían ser calificadas como medianas: cintas cumplidoras en las que no arriesga mucho, como Rush, El dilema y El código Da Vinci. Su más reciente película, Han Solo: Una historia de Star Wars, bien podría ubicarse en esta categoría porque aunque suene paradójico, arriesgó al irse por la apuesta más segura: el género del western.

Howard, intuyendo que Star Wars y sus derivados son una vaca sagrada a la cual no se le puede hacer mucha modificación porque carga con la presión de Disney, de George Lucas, y de los mismos seguidores, consideró que no valía la pena arriesgarse tanto y optó por aplicar este género, propio de Clint Eastwood, John Wayne o John Ford, al filme que relata el surgimiento del intrépido piloto del Halcón Milenario.

Situada de manera indefinida entre Rogue One y A new hope vemos como Solo, quien fue expulsado de la academia de pilotos por "no seguir las reglas", se una a una pandilla de forajidos liderada por Tobias Beckett (Woody Harrelson) y Quay (Thandie Newton) con el fin de reunir el suficiente dinero para volver a casa y rescatar a Qi'ra (Emilia Clarke), pero en el camino él descubrirá que ella se ha salvado a sí misma convirtiéndose en la aliada de Dryden Vos (Paul Bettany).

Las escenas del secuestro a un tren en las montañas, Beckett convirtiéndose en el mentor de Solo ("Asume que todos te traicionarán y nunca saldrás lastimado) y hasta el origen de la relación de Han y Lando (Donald Glover), cómo se hace del Halcon Milenario, y el inicio de su entrañable amistad con Chewbacca, pertenecen al más clásico género de vaqueros; incluso, es posible ver ahí pinceladas de The Unforgiven de Clint Eastwood.

De manera prudente, Howard decidió no tocar mucho el personaje de Han y sólo dejarlo como el eje de la cinta, y así darle más énfasis a otros personajes importantes de la saga, como Lando, quien es el dandy apostador; Thomas Beckett y sus giros de tuerca y a la amistad del mismo Solo con nuestro amado Chewie, de quien se nos hubiera hecho inconcebible que no se retratara más de él.

Otro acierto del director fue no tocar o jugar en demasía con los íconos relacionados con Star Wars; a no ser por un puñado de frases o un personaje al final de la cinta, pareciera ésta más una cinta independiente que una relacionada a la saga; la mayor referencia, y tal vez la más lograda, sea la del Halcón Milenario, esa nave que ayudó a forjar la leyenda de Han Solo al cruzar el Corredor Kessel en menos de doce pársecs. Los fans de corazón lo agradecerán.

Hasta el momento las críticas y la taquilla para Han Solo: Una historia de Star Wars han sido mixtas; aún no sabemos si Howard pecó de tibio o de prudente al alejarse lo más posible del universo Star Wars y darle su propia visión a la cinta, pero sí podemos darle crédito por intentar darle una origen y una identidad a Han Solo, el forajido de la galaxia.

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