En lo que va de este mes, dos de las principales agencias calificadoras anunciaron acciones sobre la calificación crediticia de Petróleos Mexicanos.
En particular, Fitch Ratings eliminó la observación positiva en la que tenía a Pemex para elevar su calificación en dos niveles, de B+ a BB con perspectiva estable.
Después, Moody’s Ratings puso en revisión para una posible alza de entre uno y dos escalones la calificación de la empresa petrolera, actualmente en B3 con perspectiva negativa, en los próximos 60 a 90 días.
Mientras en la escala de Fitch la calificación de Pemex está dos lugares por debajo del grado de inversión, en la de Moody’s está seis escalones por debajo.
Desde febrero de 2024, Moody’s mantiene la nota de la petrolera estatal en el último lugar de la escala considerada especulativa y de alto riesgo crediticio.
No está por demás recordar que a principios de marzo de 2021, en la administración de López Obrador, Pemex anunció que daba por terminado su contrato de calificaciones con Fitch, pero la agencia informó que continuaría proporcionando sus calificaciones de la compañía como un servicio para los inversionistas.
El pasado 1 de agosto, Fitch incrementó la calificación de Pemex como resultado de la colocación de las ‘Notas Estructuradas Precapitalizadas’, realizada previamente por parte del gobierno federal, para fortalecer la posición financiera de la empresa del Estado.
Indicó que como resultado de esta acción, el vínculo entre Pemex y el soberano –el gobierno– se fortaleció, lo que respalda una calificación más alta para la compañía.
El 29 de julio, la Secretaría de Hacienda informó que “se llevó a cabo con éxito la colocación internacional de Notas Estructuradas Precapitalizadas (P-Caps), con vencimiento en 2030, por un monto total de 12 mil millones de dólares a un plazo de 5 años”.
La dependencia destacó que “durante el proceso de colocación, se recibió una demanda total de 23 mil 400 millones de dólares, proveniente de 295 inversionistas institucionales a nivel global, lo que representa casi el doble del monto finalmente asignado. Este amplio interés permitió incrementar el monto originalmente previsto de 10 mil millones de dólares”.
Luego, el 5 de agosto, Hacienda anunció un nuevo vehículo de inversión por 250 mil millones de pesos –unos 13 mil 350 millones de dólares– para financiar proyectos estratégicos de Pemex.
Banobras, el principal banco de desarrollo, administrará el fondo, que será financiado por otros bancos de desarrollo, bancos comerciales e inversionistas privados en forma de sindicato.
El fondo estará respaldado por garantías del gobierno federal y se asignará exclusivamente a proyectos de inversión en producción petrolera durante este año.
Dicho sea de paso, la plataforma de producción de petróleo está aún lejos de los objetivos de esta administración para alcanzar 1.8 millones de barriles diarios en los siguientes años.
El vehículo financiero forma parte del Plan Estratégico de Fortalecimiento de Petróleos Mexicanos 2025-2035, anunciado en la misma fecha.
Al inicio de esta semana, Moody’s puso las calificaciones de Pemex en revisión para una posible mejora de hasta dos niveles, incluida la nota crediticia de largo plazo en moneda extranjera de B3 con perspectiva negativa.
De acuerdo con la agencia calificadora, la revisión responde al Plan Estratégico de Pemex anunciado a principios de este mes por la petrolera y el gobierno de México, así como a la información adicional publicada sobre el mismo para reducir los niveles de deuda financiera, por casi 100 mil millones de dólares, y ponerse al día con las cuentas por pagar, donde la deuda con sus proveedores supera los 400 mil millones de pesos.
Mediante la ayuda proporcionada por el vehículo financiero y las Notas Estructuradas Precapitalizadas, se busca convertir a Pemex en una empresa operativa y financieramente sostenible a partir de 2027.
Ante la preocupación de los analistas de que el apoyo del gobierno pone en riesgo la calificación crediticia de la deuda soberana, Fitch aseguró ayer que el efecto es, en general, “neutral” para la solvencia de México.
Si el plan tiene éxito en hacer que a partir de 2027 Pemex ya no requiera de apoyo financiero del gobierno, el acceso de la empresa a los mercados internacionales de capital, actualmente restringido dado su alto riesgo crediticio, debe empezar a revertirse.
Pero de aquí a ese momento seguirá destacando la elevada dependencia de la petrolera del gobierno federal.