El inminente ataque arancelario de Donald Trump a México y Canadá es el recrudecimiento de las tensiones comerciales, pero también abre un enorme compás de incertidumbre en torno al panorama de crecimiento en sus respectivas economías.
El gobierno de Estados Unidos anunció la imposición de aranceles de 30 por ciento sobre sus importaciones provenientes de México y de 35 por ciento a sus compras procedentes de Canadá, a partir del 1 de agosto.
Además de esas medidas, ya se habían impuesto aranceles de 50 por ciento sobre las importaciones estadounidenses de acero y aluminio provenientes de todos los países, incluido México.
También está vigente un arancel de 25 por ciento sobre los vehículos ligeros, que es acumulable con otros aranceles, pero en este caso el gobierno de Trump anunció medidas que le otorgan a México mejores condiciones de exportación al mercado estadounidense.
Le otorgó un trato preferencial de arancel cero para motores, arneses, suspensiones y otros componentes fabricados en la región T-MEC que sean utilizados en el armado de vehículos ligeros en Estados Unidos, además de que se eliminó el cobro de aranceles acumulados.
No está claro si el arancel de 30 por ciento a las importaciones desde México, que entraría en vigor el 1 de agosto, sustituye al de 25 por ciento impuesto por Trump en marzo pasado al amparo de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA por sus siglas en inglés) y que él vinculó al tráfico de drogas y la migración desde México y Canadá hacia Estados Unidos.
El fin de semana, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, confirmó que los aranceles no se aplicarán a los bienes mexicanos y canadienses comprados dentro del marco del T-MEC.
La preferencia arancelaria a los productos que califiquen como originarios de la región le otorga a México una ventaja comparativa respecto a otros países.
Según Lutnick, aproximadamente 75 por ciento de las exportaciones mexicanas y canadienses entran al mercado estadounidense libre de arancel bajo el T-MEC, mientras que el otro 25 por ciento seguirá sujeto a los aranceles si no hay avances en el combate al fentanilo y el control de la migración ilegal.
Aun así, se estima que con el impuesto de 30 por ciento, el arancel efectivo de Estados Unidos sobre las importaciones de mercancías mexicanas rondaría un nivel cercano a 15 por ciento.
Hasta antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca para su segunda presidencia, el arancel efectivo de México era de cero por ciento.
En este nuevo escenario, el Departamento de Comercio de Estados Unidos confirmó la imposición, a partir del 14 de julio, de una cuota compensatoria de 17.1 por ciento a los productores mexicanos de tomate rojo o jitomate sobre la mayoría de sus exportaciones a ese país.
Al hacerlo, el Departamento de Comercio decidió retirarse unilateralmente del acuerdo de suspensión vigente desde 2019, que establece precios mínimos de referencia para evitar la imposición de derechos antidumping y compensatorios a los tomates frescos mexicanos.
El sábado pasado se abrió un nuevo frente, en el entorno de tensiones comerciales entre ambos países, pues el Departamento de Transporte emitió una serie de medidas regulatorias para la industria aérea y las aerolíneas mexicanas al considerar que incurren en un comportamiento anticompetitivo.
Las aerolíneas mexicanas, tanto de pasajeros como de carga, deberán presentar sus horarios y rutas a las autoridades estadounidenses y solicitar la aprobación para vuelos chárter con aviones grandes desde o hacia Estados Unidos.
Además, el gobierno de Trump amenaza con retirar la inmunidad antimonopolio de la alianza entre Delta Air Lines y Grupo Aeroméxico que permite la coordinación y cooperación entre ambas líneas aéreas en itinerarios, precios y reparto de ingresos.
El Departamento de Transporte argumenta que, desde 2022, el gobierno mexicano ha estado actuando al margen de un acuerdo de 2015, quitando franjas horarias a las aerolíneas estadounidenses en el AICM y restringiendo los vuelos de carga en el mismo aeropuerto para reubicarlos en el AIFA.
“Al restringir las franjas horarias y obligar a que las operaciones de carga se trasladen fuera de (la Ciudad de) México, México ha roto su promesa, ha perturbado el mercado y ha dejado a las empresas con millones (de dólares) en costos adicionales”, apuntó.
Tantos frentes abiertos no contribuyen a dar cierto alivio a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y México, su principal socio comercial y proveedor de mercancías.