El primer Informe de Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum marca la confirmación de un estilo de conducción política que ha dado a México certidumbre, rumbo y proyección estratégica. A un año de su mandato, los resultados permiten leer una narrativa virtuosa: la de un país que, a pesar de la incertidumbre global, consolida un horizonte de gobernabilidad acompañado de resultados palpables.
En materia fiscal, el crecimiento real de 8.5% en los ingresos federales durante los primeros ocho meses de 2025 constituye una señal inequívoca de fortaleza institucional. No se trata únicamente de cifras contables; es el reflejo de un pacto político más amplio en el que la estabilidad se coloca como prioridad nacional. Este equilibrio entre disciplina hacendaria y expansión social dota al Estado de una nueva legitimidad, sustentada en su capacidad de responder a la ciudadanía sin comprometer la estabilidad de las finanzas públicas.
El capital político de la presidenta Sheinbaum no solo se mide en aprobación ciudadana, sino en su capacidad de generar confianza en los mercados internacionales y entre los principales actores económicos del país. El récord de 34,265 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa en el primer semestre de 2025 muestra a México como un actor confiable en la reconfiguración global de cadenas de valor. La coyuntura del nearshoring ha encontrado en nuestro país un terreno fértil, no únicamente por la geografía, sino por la conducción política que brinda certeza jurídica y estabilidad macroeconómica.
A la par, el Informe da cuenta de una apuesta estratégica en infraestructura portuaria, entendida no solo como obra pública, sino como instrumento geopolítico. La modernización de puertos como Progreso, Veracruz y Manzanillo, junto con la ampliación de corredores ferroviarios de carga, apuntala a México como plataforma logística de América del Norte y del Caribe. En un mundo donde la soberanía se mide también en la capacidad de mover mercancías con eficiencia y seguridad, esta política portuaria coloca al país en el centro del mapa comercial global. La visión aquí es clara: no basta con atraer inversión, hay que garantizar que pueda entrar, salir y transformarse en valor agregado desde territorio nacional.
En el plano social, el gobierno mantiene una narrativa de inclusión que se traduce en hechos verificables. La beca universal “Rita Cetina”, con millones de niñas y niños beneficiados, es una política que no solo atiende al presente, sino que redefine el pacto intergeneracional. Lo mismo ocurre con la política de vivienda popular, que con más de 390 mil unidades en desarrollo apunta a reducir el déficit habitacional y, al mismo tiempo, a dinamizar economías locales. Son acciones que refuerzan el tejido social y consolidan la legitimidad democrática del proyecto en curso.
Lo político se entrelaza con lo económico en una dinámica pocas veces vista en la historia reciente: la estabilidad no depende únicamente de variables macro, sino de la capacidad de articular consensos. La presidenta ha logrado construir un modelo de gobernabilidad que descansa en la confianza ciudadana, y que se afirma en la solidez de un mandato claro y en la convergencia de intereses entre Estado, sociedad y mercado.
El balance del primer año de gobierno es, en consecuencia, positivo. México exhibe una macroeconomía sólida, un Estado social fortalecido y una visión estratégica en infraestructura que abre nuevas posibilidades de inserción internacional. El reto hacia adelante será sostener la velocidad de ejecución y mantener la cohesión política en un entorno global volátil. México, con la Presidenta Claudia Sheimbaum tiene rumbo, estabilidad y sin duda, una visión compartida.