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Si las campañas presidenciales no cambian mucho y las cosas siguen como ahora, Morena ganará la Presidencia de la República. Ya lo decía Roberto Gil en la semana: con los factores actuales –candidatos opositores que no prenden, adhesiones continuas y una actitud casi de desparpajo-, Andrés Manuel López Obrador tiene la victoria casi en la bolsa. El viento sopla a su favor y eso es evidente. Tanto, como que el tabasqueño ganó la precampaña.
Y también es evidente que en los otros partidos tienen que comenzar a hacerse preguntas incómodas. Aun son escenarios distantes, pero no por eso menos pertinentes de analizar. Por ejemplo, ¿con quién va a negociar el PRI? Si se desfonda José Antonio Meade, ¿a dónde irán sus votos? ¿Con López Obrador o Ricardo Anaya? Y aún más clave: ¿con quién se va a sentar Enrique Peña Nieto a pactar la transición?
Hoy, en el mundo al revés en el que se ha convertido la política mexicana, todo indicaría que López Obrador es la alternativa para los priistas.
Lo explico.
Ricardo Anaya, uno de los políticos más fríos y calculadores del país, tiene una falla indudable: aniquila a sus rivales con crueldad inusitada. No sabe sumar si no hay sumisión absoluta. Si no, pregúntenle a todos aquellos que han buscado oponérsele. Es solo cosa de ver la larga lista de cadáveres políticos que ha dejado a su paso.
Esta semana se cumple casi un mes de ofensiva continua contra el PRI por el caso César Duarte. En lo nominal, la trama urdida por Anaya y Javier Corral ha sido un éxito: el impacto del affaire Chihuahua ya se vio en una encuesta, la de Mitofsky, en la que José Antonio Meade acusó desgaste y el Frente subió algunos puntos.
Si se suman más golpes contra los ex gobernadores priistas, como el casi telegrafiado caso que se le prepara a Roberto Sandoval en Nayarit y el embrión envenenado que ya crece en Tamaulipas contra Egidio Torre –sin dejar de lado el proceso de Eugenio Hernández-, es de imaginarse que el daño será aún mayor sobre la candidatura priista, golpeada con el tema que más le puede doler, la corrupción. El futuro no se ve halagüeño para Meade.
La matemática de Anaya dice que, luego entonces, los votos que abandonen a Meade terminarán cayendo en sus manos, una vez y si es que el candidato priista se desfonda.
Pero hay un detalle. ¿Cómo es que los votos priistas van a migrar al bando de Anaya, si el Frente continúa amenazando casi existencialmente a la cúpula del PRI? La pregunta es clave, en especial ante la estrategia de aniquilación contra el tricolor y el presidente Enrique Peña Nieto en la que se basa la campaña anayista.
Y es una pregunta que se vuelve más oportuna a la luz de lo que está pasando del otro lado, el de Andrés Manuel López Obrador, en donde pareciera que ya hay una oferta de amistad y hasta no agresión hacia los priistas. La muestra del ánimo negociador del Peje es clara. Ha leído las señales de manera magistral. Las cosas están de cabeza: el PAN quiere aniquilar al PRI y Morena le anda coqueteando.
Lo cierto es que el tabasqueño lleva ya varios días en el ánimo de incluir a quien quiera bañarse en el río de la pureza de Morena. Mientras el PRI y el PAN se desangran de manera sistemática y van de ruptura en ruptura, él abre los brazos e invita a todos los que sumen, bajo una visión pragmática que no se le conocía. Vaya, nos sorprendió esta semana cuando le dijo a Miguel Cantón Zetina que estaría dispuesto a fumar la pipa de la paz… ¡con el mismísimo Carlos Salinas!
En tanto, con un farisaico Javier Corral cargando los bidones de gasolina, Anaya sigue aspirando a ser el cerillo que hará al PRI arder en una pira. Un día sí y el otro también arremete contra Peña Nieto, los ex gobernadores priistas y el propio Meade. Ha llegado al grado de burlarse, endosando apodos al ex secretario de Hacienda. Lo está haciendo personal.
Y en política, cuando se pasa a ese ámbito, las cosas casi nunca terminan bien.
"Preocupa que Anaya siga bajo esta dinámica de ir contra todos y encarcelar a quien se le ponga enfrente", me dijo un panista connotado. Prefirió no ser identificado porque en el PAN de Anaya, el que habla calla para siempre. "No se puede hacer política dinamitando todos los puentes".
Y lo que más preocupa es que un radical como Corral, un hombre conocido por sus arrebatos -quemaría todo el bosque en un desplante, si fuera necesario--, tenga acceso privilegiado al oído de Anaya y sea quien esté moldeando, de una forma u otra, el destino de la campaña presidencial.
II.
Quizá no haya un político más detestado en este momento en Los Pinos y el círculo inmediato de Peña Nieto que Ricardo Anaya, incluso por encima de López Obrador. Los peñistas perciben al panista como un traidor que ha decidido romper todos los acuerdos. Le consideran mentiroso, además, luego de que optó por recomponer la historia para borrar su colaboración con el gobierno federal (hay que ver cómo cambió de opinión respecto a la reforma energética). No confían en él y parece imposible que haya forma alguna en que vuelvan a tenderse vías de diálogo entre ambas partes.
No es un secreto que la relación entre Anaya y el presidente quedó totalmente destruida tras la crisis postelectoral detonada como resultado de las elecciones en Coahuila y el Estado de México. El daño se profundizó aún más con las tácticas de tierra quemada emprendidas por el PAN en el Senado y la Cámara de Diputados, bloqueando el pase automático del fiscal general y amenazando hace unas semanas con no aprobar el Presupuesto, una opción casi nuclear.
Si a eso se suma el affaire Chihuahua más lo que se cocine en otros estados, el panorama parece de ruptura irreversible en lo que alguna vez fue identificado por López Obrador como el PRIAN. La fusión pragmática y ocasional de derecha y centro ya no existe. Ha dejado de operar y se ve complicado que pueda recomponerse en lo que resta de contienda presidencial. Aun en un escenario de clara ventaja lopezobradorista.
Quizá, como dice la única encuesta publicada en enero, la estrategia de destrucción que mantiene el anayismo ha sido efectiva, aunque en su éxito lleve una falla fatal: Al desfondar a Meade, Anaya logrará el anhelado round final contra López Obrador. Pero el costo será altísimo.
Está sembrando la tierra con sal. En el camino el panista parece no haber calculado el riesgo de que los priistas decidirán negociar con quien no los está amenazando con la cárcel. Si piensa que puede haber una transferencia de votos como la que en 2006 llevó a que los priistas votaran por Felipe Calderón, puede estar errado. El calderonismo nunca amenazó con extinguir al PRI.
¿O Anaya cree que no han tomado nota el presidente, gobernadores, ex gobernadores y otros tricolores de la forma en que el Frente ya sacrificó a Roberto Borge y apenas esta semana a Mauricio Góngora en Quintana Roo? ¿O de cómo quiere aniquilar a César Duarte y de paso a Manlio Fabio Beltrones en la arena pública, ante los ojos de todos?
Estamos en el terreno de lo otrora increíble. En un escenario fuera de la caja, pues. Al menos por ahora, quien no personifica la promesa de cárcel inmediata para la cúpula del PRI es AMLO. Impensable hace tan solo unos meses cuando hablaba de aniquilar a la mafia del poder, el tabasqueño ha dado el vuelco hacia elpeace and love, abriendo la puerta a integrantes de todos los partidos y corrientes. Ahí están los ejemplos de Elba Esther Gordillo, Gabriela Cuevas, Cuauhtémoc Blanco, ex priistas en Tamaulipas e Hidalgo, verdes en Chiapas y perredistas en el Estado de México, más los que se sumen en los próximos días.
Falta mucho en este partido, por supuesto. Estamos en el minuto 5 del primer tiempo y la ecuación puede variar radicalmente. Meade ha comenzado a reenfocar el mensaje y pareciera que en la última semana tuvo algunos destellos de esa condición sencilla, no peleonera, que le hizo tan atractivo en un principio. La victoria de López Obrador no es todavía una certeza ineludible.
Pero, por lo pronto, la estrategia de aniquilación esgrimida por team Anaya está dejándole claro a los priistas que en el Frente yace un enemigo implacable, uno que llevará a cuantos rivales sea necesario a la piedra del sacrificio, si eso le abre las puertas de Los Pinos.
Twitter: @vhmichel
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