Las granjas porcícolas del modelo de aparcería de Kekén y la producción de soya de los menonitas en Yucatán, son los grandes desafíos de las Secretarías de Medio Ambiente y Agricultura del segundo piso de la Cuarta Transformación.
Se trata de los grandes productores de cerdo y de soya en la región, pero también de los grandes devastadores, y ambas dependencias lo saben.
El reto: lograr sentarse con ellos y que produzcan sin devastar y contaminar.
Hace 2 semanas Alicia Bárcenas, titular de Semarnat estuvo en una gira de 4 días por Yucatán: lanzó programas, informó el Plan nacional, escuchó a las comunidades y entregó nombramientos de áreas protegidas.
Sin embargo, también puso el dedo en la llaga: Yucatán es la estrella en producción de cerdo y soya, pero a costa del medio ambiente y hay que poner orden.
Ese orden, se ha pedido a gritos y se ha denunciado por años desde las comunidades rurales de Yucatán y Campeche, pero no ha llegado a buen puerto, desde administraciones pasadas.
El peso político-económico de la empresa aparcera Kekén y del principal comprador de soya, que producen los menonitas, la llamada Hidrogenadora, ha sido mayor, ya que los indicadores económicos y de productividad han sido favorables.
Sin embargo, en esta ocasión la misión es que produzcan con un “sello”, un “distintivo” que le demuestre a la población y al mundo, que se puede producir cerdos sin contaminar el manto freático o invadir de malos olores a las comunidades; o que se puede lograr soya nacional sin talar los bosques o fumigar vía aérea y acabar con las abejas o la biodiversidad de la zona más rica de la región: la zona Puuc.
Desde Enero, cuando se realizó la mesa del Plan nacional de desarrollo, Alicia Bárcenas, escuchó quejas contra Kekén, la empresa aparcera que desde el 2015 fue señalada como monopólica por haber convertido a los porcícolas tradicionales en aparceros.
El modelo de aparcería consiste en seguir el esquema de engorda que les pide Kekén, con lechones que les entrega la misma empresa y que a base del alimento que también les venden, logran los niveles productivos, que luego les compran y comercializan en sus tiendas MaxiCarne o en mercados de Yucatán, así como al mercado extranjero, sobre todo el asiático.
Este modelo de aparcería, le puso fin a la porcicultura tradicional, por ser más rentable y productivo, y permitió el crecimiento de la empresa Kekén.
Arrojando estadísticas de mejor producción, productividad y generación de divisas, así como empleos e inversión.
Sin embargo, la empresa y sus aparceros han sido señalados por un deficiente manejo en los desechos porcícolas, así como en los olores al medio ambiente de las comunidades rurales.
Bárcenas prometió regresar a Yucatán y escuchar con calma las denuncias de la población, así que destinó toda una mañana para escuchar en Ixil, las quejas contra la empresa porcícola.
Se comprometió a hacer con el Gobierno del Estado un censo de cerdos en Yucatán, dónde están ubicados y qué pasa con sus desechos.
Una vez que tengan el censo, van a implementar las estrategias para mejorar la producción, pero con buenas prácticas y que cada carne de cerdo que salga, tenga un sello de “cero contaminación”, como ya se tiene en el aguacate de exportación con “cero deforestación”.
El desafío es mayor porque la SADER, no había podido sentarse con los representantes de Kekén y de la Hidrogenadora, para diseñar las estartegias de mejora.
Y es que SADER tiene la claridad que Yucatán es el número uno en producción de miel, en producir pulpo, el segundo en langosta, el cuarto en cerdo y el sexto en cítricos.
El Estado aporta 51 productos agroalimentarios y hay una importancia agrícola por proteger.
Yucatán y sus vecinos se convirtieron en productores de soya, gracias a la migración de los menonitas y se redujeron las importaciones, se lograron rendimientos favorables y se habilitaron tierras abandonadas.
Sin embargo, las prácticas agrícolas de los menonitas han sido señaladas por ser devastadoras de las selvas y de usar químicos que dañan a las abejas.
La SADR tiene identificados a 60 mil pequeños productores de 1 a 20 hectáreas y están conscientes del impacto que genera la agricultura en el ecosistema.
Así como el impacto de la ganadería, ya que el 69 por ciento de la deforestación es por la ganadería.
La propia Xóchitl Ramírez de la SADER, reconoció que el desafío es platicar con los productores de soya, los menonitas y de la ganadería, los aparceros y Kekén para lograr una estrategia, pero no había logrado reunirlos.
El reto no es menor, y habrá que ver si hay voluntad y acuerdos.
Veremos.