El rescate por medio del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) costó, de acuerdo con estimaciones del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, un equivalente al 14.5 por ciento del PIB de 1998, cuando el presidente Ernesto Zedillo propuso asimilar sus pagarés en la deuda pública. Esto es, 738.5 mil millones de pesos, entonces 80,675 millones de dólares. Esta cifra equivale, considerando la inflación en Estados Unidos, a 158,281 millones de dólares actuales.
El objetivo del Fobaproa era, y tuvo éxito, evitar la quiebra del sistema bancario nacional y desplome de la cadena de pagos. Esto es, bancos cerrando sus puertas, ahorradores incapaces de acceder a sus cuentas, y por ende impedidos de realizar pagos, con una reacción en cadena de imposibilidades de hacer transacciones, provocando un desplome económico. Pocos años después Argentina experimentaría ese derrumbe con el tristemente famoso “corralito” financiero.
Veinte años más tarde, Andrés Manuel López Obrador ordenó la cancelación del aeropuerto, ya avanzado en su construcción, de Texcoco. De acuerdo con una estimación de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), esa decisión implicó un costo de 332 mil millones de pesos, entonces 17,258 millones de dólares, 21,979 millones actuales.
López Obrador además construyó varias obras “emblemáticas”, todas inauguradas aunque ninguna terminada. Pero se tienen estimaciones de sus costos hasta el momento. El Tren Maya lleva alrededor de 515 mil millones de pesos, esto es, 26,220 millones de dólares. Esto aparte de la destrucción ecológica.
Una cifra a la que se acerca la refinería de Dos Bocas. López Obrador dijo que costaría 8,000 millones de dólares. Van alrededor de 25,000 millones y sigue sin terminarse. Se invirtió adicionalmente en las otras refinerías ya existentes y se compró la mitad de Deer Park en Houston. El costo total de ello fue de 9,100 millones de dólares a valor actual.
Pero además el tabasqueño insistió en ampliar las actividades de refinación, revirtiendo la estrategia de Peña Nieto buscando tener ganancias. El costó fue astronómico. En el sexenio, una pérdida acumulada de 1.6 billones de pesos actuales, esto es, 87,305 millones de dólares. Esto sin contar las pérdidas financieras del resto de Pemex, considerando que AMLO heredó una empresa ya con enormes problemas (pero ampliar refinación sí fue decisión suya). Por su parte, el sustituto parcial de Texcoco, el AIFA, lleva unos 115 mil millones de pesos de costo, 5,855 millones de dólares. Como todos los proyectos, pierde dinero, y es necesario invertir mucho más para ampliar su capacidad de carga (otro capricho de López Obrador).
Sin contar otras obras relativamente menores del obradorismo (Corredor Transístmico, Mexicana, Megafarmacia del Bienestar, Segalmex, entre otras), así como las pérdidas financieras acumuladas de CFE y el costo de comprar las plantas de Iberdrola, el total de pérdidas por destruir Texcoco, ampliar refinación y las tres obras emblemáticas acumula una pérdida de 175,459 millones de dólares, 17 mil millones más que el Fobaproa de Zedillo.
¿Qué hace la presidenta Sheinbaum? Criticar el Fobaproa y amenazar a Zedillo, al tiempo que sigue perdiendo dinero en las obras de AMLO y en Pemex, incluyendo refinación, obras a las que está agregando ahora sus propios trenes. El Fobaproa original salvó la economía; el de AMLO-Sheinbaum es un derroche criminal iniciado por un mesiánico y continuado por una fiel subordinada.