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No eres tú, soy yo

Tú, Donald, y yo, Claudia, nos parecemos mucho más de lo que te imaginas. Tú podrás destruir al mundo. Pero en la destrucción de México no eres tú, soy yo.

Eres tú el que está derrumbando la economía global. No es un logro menor tener una economía colocada en la senda del crecimiento, con una inflación a la baja, y en días llevarla a un derrumbe financiero en medio de una impresionante incertidumbre. Estás de regreso en la Casa Blanca y no hay duda de que te estás cobrando todos los agravios reales e imaginarios, sobre todo los segundos, que sientes que tus compatriotas y el mundo te infligieron.

Yo, por mi parte, sigo destruyendo la economía de México. A diferencia tuya, no rehúyo la herencia que recibí, sino que la glorifico. Tú no te cansas de atacar a tu antecesor, mientras que yo soy una estrella diciendo que fue un presidente extraordinario, de los mejores que hemos tenido en este país. Sí culpo a expresidentes de lo malo, faltaba más, pero no a quien le debo todo. Mientras que tu antecesor te derrotó, el mío me heredó la banda y la silla.

Envidio que tú puedes darle rienda suelta a tus instintos proteccionistas y soberanistas. Los dos compartimos la pasión por la sustitución de importaciones. Estás desatado, subiendo y bajando aranceles como si fuese un juego. Ya quisiera yo, algunos se le han puesto a China (haciéndote segunda) y siempre hablo de estar sustituyendo importaciones asiáticas, pero hay muy poco que yo puedo hacer. Solo me queda hablar, en eso sí soy extraordinaria, de que vamos a sustituir importaciones y fortalecer el mercado interno. Eso de las propuestas huecas de contenido es lo mío. En cambio, tú eres el rey del proteccionismo.

Pero te voy a dar envidia, aunque sea una poca. Tú todavía tienes que lidiar con un Congreso en que tienes una mayoría exigua y además enfrentas un Poder Judicial autónomo. Hasta un juez federal puede frenar, aunque sea temporalmente, tus órdenes. Nosotros, lo que no ganamos en las urnas lo inflamos (vía representación proporcional), compramos, cooptamos o amenazamos, y tengo más de las dos terceras partes en las cámaras legislativas.

¿La constitución? Ahora la modifico a placer. ¿El Poder Judicial? Ya barrimos con sus miembros y sus futuros sustitutos, desde los ministros de la Suprema Corte hasta jueces federales serán electos por voto popular, en una elección que, por supuesto, estará bajo nuestro control. También tendremos un Tribunal de Disciplina Judicial por si alguno de los electos se nos quiere salir del huacal. Deberías ver la ignorancia jurídica, los antecedentes (hasta penales) de algunos de los candidatos. Unas fichitas, sin duda, pero serán nuestras fichitas. ¿Otros contrapesos o limitantes a mi poder, los famosos “checks and balances”? A esos organismos autónomos ya los eliminamos también.

Tú quisieras ser el rey de Estados Unidos, en los hechos ya soy la reina de México, aunque estrictamente la virreina, dado que quien realmente manda en este país, escondido desde las sombras, sigue siendo quien aquí me puso, pero la verdad es que el papel de subordinada bajo su caudillaje es uno que llevo ejerciendo 25 años, por lo que estoy en zona de confort.

Tú apenas estás iniciando la destrucción de Estados Unidos, nosotros vamos ya iniciando el séptimo año de demolición de México. ¿Lo mejor? Con el aplauso de millones. Ahí te va la fórmula del éxito: pensiones y becas. No importa que mientras los dejes sin salud y con un sistema educativo de quinto mundo (le llamamos la Nueva Escuela Mexicana), te amarán.

Tú, Donald, y yo, Claudia, nos parecemos mucho más de lo que te imaginas. Tú podrás destruir al mundo. Pero en la destrucción de México no eres tú, soy yo.

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