Samuel Aguilar Solis

Buscando la brújula política

La corrupción qué día a día se va revelando de los gobiernos del obradorato de una u otra manera refleja también la lucha por la apropiación del espacio público.

Los cascarones vacíos en que se fueron convirtiendo los partidos políticos después de 2018 se han quedado sin brújula política, y después de siete años no han logrado, por lo visto, encontrarla, así es que durante este tiempo los hemos visto andar como “gallina sin cabeza”. En este tiempo uno de esos integrantes de la partidocracia (el PRD) perdió su registro a nivel federal y otros más pequeños no lograron sobrevivir al tsunami político, pero también aunque ratificaron su hegemonía en 2024 los miembros de la coalición gobernante, no quiere decir que gozan de cabal salud, el caso de las rémoras PT y “Verde” sobreviven gracias a Morena, y así como se mantuvieron por décadas pegados a la ubre del PRI, ahora lo hacen sin arriesgarse a ir solos en una elección. Morena se mantiene en la ambigüedad del movimiento político y el partido, y no ha podido después del triunfo de dos elecciones presidenciales lograr su institucionalidad como partido político, y es evidente que tampoco es precisamente la gran maquinaria electoral como ya ha quedado demostrado tanto en las elecciones federales como locales, sino que la verdadera maquinaria electoral está aceitada en la nominal Secretaria de Bienestar y sus alianzas (acuerdos) inconfesables con miembros del crimen organizado.

Muchos de los desencuentros y escándalos que hoy se traslucen de los integrantes de Morena, tienen que ver con la ausencia de un real y verdadero liderazgo, tanto de los que están encargados de la dirección de ese aparato partidario, pero también de la presidenta de la República, porque como bien sabemos, el mazacote político que es fue creado para y por López Obrador, para sus particularísimos intereses, y esas ligas tanto de cuadros como organizaciones internas que se adhirieron al proyecto del obradorato no se han roto con quien hicieron el acuerdo, y por lo que se observa ni este tiene interés de romperlos, amén que como también sabemos, los liderazgos carismáticos no se heredan ni se transfieren por más bastones de mando que se escenifiquen por la propaganda.

La corrupción qué día a día se va revelando de los gobiernos del obradorato de una u otra manera refleja también la lucha por la apropiación del espacio público y seguramente aunque eso no se ve nítidamente también está al interior del partido y eso se aclarará más en las próximas definiciones de las candidaturas para las elecciones que vienen; así es que la brújula para encontrar una forma de resolver conforme a reglas claras la ausencia de un liderazgo que todos acepten y respeten, y darle una verdura institucionalidad de partido político a Morena es el reto que tienen. Paradójicamente han tenido la capacidad de destruir un régimen político e ir edificando uno, pero no logran cimentar el partido, porque la estructura organizativa nacional está en base a “delegados” del comité nacional o de interinatos de las direcciones locales, y cómo no, si el responsable de la organización está metido en escándalos de corrupción (¿y negocios aún?) que seguramente no le da tiempo para hacer su responsabilidad formal en el partido.

Pero la oposición partidaria, de manera particular PAN y PRI, (MC navega entre el oportunismo político y la ambigüedad ideológica) se ha “dormido en sus laureles” porque aferrados a mantener las migajas que han dejado los años del obradorato y eludiendo su responsabilidad en que este haya llegado al poder, no han sido capaces de entender los grandes cambios que se vienen dando en el mundo, ni leer lo sucedido en nuestro país con la autocrítica correspondiente de los años que estuvieron en el poder, ni tampoco han modificado sustancialmente sus prácticas políticas, su discurso político, sus estructuras organizativas ni sobre todo la relación con la sociedad en busca de recuperar lo que fue el quiebre, su ruptura con la sociedad que es la representación de sus intereses y ese vínculo en el territorio de la relación del ciudadano o el militante con los dirigentes.

Ahora que el PAN, en una campaña de marketing, habla de su “relanzamiento”, lo exhiben justo en lo que acabo de expresar, pues nunca ni ahora han hecho una autocrítica de su paso por el poder y de su responsabilidad para el triunfo del populismo autocrático (como tampoco lo ha hecho el PRI, por supuesto), y si se piensa que un movimiento político de resistencia a la autocracia se hace solo y sin una necesaria alianza de todas las fuerzas democráticas de la sociedad estratégicamente están perdidos, sin brújula, pero también sin una narrativa que atraiga a los ciudadanos a una participación partidista o simplemente política, y pensar que con un click o rifando teléfonos a la juventud se conforma un movimiento político de oposición y seriamente se aspira a ganar en unas elecciones frente a un aparato de gobierno, partidario y con alianzas y/o contubernios con mafiosos, es demasiada ingenuidad, por decir lo menos.

Las experiencias democráticas en Europa para enfrentar el fascismo y el nazismo, y en América Latina para enfrentar a las dictaduras dan sin duda pistas y experiencias para que en el actual contexto de ascenso de las autocracias se pueda construir un amplio movimiento que recupere el Estado para el interés de toda la sociedad, así como las reglas y principios de la democracia y las libertades, así, con una buena brújula, la estrategia se puede construir y no olvidar los errores cometidos en el pasado porque la desvinculación de la partidocracia de los intereses de la sociedad fue lo que llevó a la crisis de representación que generó el caldo de cultivo para un liderazgo populista que, al ver el camino despejado de obstáculos opositores, fue rápidamente transitando a la autocracia, vale la pena recordar que Hitler y los nazis estuvieron 12 años en el poder de Alemania y conocemos no solo el daño causado a esa nación sino al mundo entero, y que hoy unos neofascistas y otros posfascistas pretenden no solo mantenerse o ganar el poder sino también la lucha cultural. El reto es enorme como para que una sola fuerza política disminuida, con un click o rifando un teléfono, se pueda vencer a los autócratas.

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