Asistimos, ni duda cabe, al derrumbe de la arquitectura y las normas internacionales creadas en la posguerra y cada día somos testigos de ello. Hoy vemos cómo organismos multilaterales que tuvieron una gran fuerza e influencia en la vida de las naciones y de las sociedades al término de la segunda guerra mundial se han convertido prácticamente en cascarones vacíos, y los actuales y graves conflictos internacionales se tratan de resolver por líderes autocráticos en razón de sus intereses con la ausencia de los representantes de los organismos creados justo para ese fin después de 1945. El ejemplo actual es la guerra en Ucrania derivada, no lo olvidemos, por la invasión rusa a su vecino y el otro caso es el genocidio que viven los palestinos en la franja de Gaza por parte de Israel como respuesta a los actos terroristas del grupo Hamas a ciudadanos israelitas y en territorio de Israel. Hay muchos más conflictos, sin duda, en el mundo, pero estos son los que, creo, la opinión pública está más atenta y por espacio de esta colaboración solo me referiré al primero por los impactos que está tendiendo no solo en los países involucrados, sino justo porque ese conflicto ha tenido repercusiones mundiales y para todas las personas independientemente del país y obvio, México no es la excepción cuando menos en tres puntos a saber: al ser Ucrania un gran productor de granos la guerra desde el principio ha tenido un impacto en el alza de los precios de los alimentos impulsando hacia arriba la inflación, (que por cierto ahora con la política arancelaria de Trump comienza de nuevo a repuntar); segundo, el incremento en las tasas de interés que apenas comienzan a disminuir de una manera lenta y cuidadosa no sólo afecta en lo que las empresas y las personas pagan por algún crédito, sino también el país en su deuda pública ya esta nacional o con el extranjero, y por último observar a nuestro país como parte del concierto de naciones y además integrante de prácticamente todos los organismos internacionales multilaterales y ver cómo estos se van desmoronando y de que sus resoluciones son como un soplo en el desierto.
La tan anunciada y esperada reunión en Alaska de Trump y Putin es la fotografía más nítida de lo expresado justo en el párrafo anterior, Putin que por los crímenes cometidos en contra de población civil considerados como de guerra, lesa humanidad y genocidio, y tras una investigación de la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto el 17 de marzo de 2023 que lo mantenía aislado del mundo occidental y de las democracias, fue recibido por el presidente de la aún más poderosa nación del mundo, y de la que era hasta hace poco considerada la democracia más sólida, el presidente Trump, sacándolo de ese aislacionismo para tratar sobre el fin de la guerra y la soberanía territorial de Ucrania, sin la presencia ni de los organismos internacionales como la ONU, ni la presencia del presidente Volodimir Zelensky, de Ucrania, ni representantes de la Unión Europea.
El fracaso de Trump de no lograr ni un alto al fuego ni mucho menos una paz sólida y duradera en los hechos es un triunfo de Putin, porque este no se ha movido de sus posiciones originales y en cambio lo sacan de Rusia con todas las garantías en contra de la resolución de la Corte Penal Internacional y del confinamiento en que se mantenía, amén de que por las pocas palabras que Trump expresó en el mensaje frente a los medios de comunicación al final de la reunión, empresarios rusos podrían hacer negocios con Estados Unidos y además Putin lo convoca ahora a Moscú en su siguiente encuentro. Ahora lo que el fin de semana comienza a filtrarse es que Putin mantiene su posición para “ un alto al fuego” de quedarse con los territorios del Donbas, y que Trump está de acuerdo porque según esto dijo a los líderes europeos después de su reunión con Putin, “ Rusia es más fuerte que Ucrania”; pero no olvidemos que Rusia mantiene su postura de la no ampliación de la OTAN por ello la invasión de Georgia en 2008 y donde hasta ahora mantiene el control de una quinta parte del territorio georgiano y fueron los mismos argumentos para la invasión de Ucrania el 24 de febrero del 2022, una narrativa que señala que lo que se busca por voluntad de la población de estos países invadidos es la unión del “mundo ruso”, un falaz argumento para esconder la nostálgica búsqueda de un imperio que se perdió con la caída de la Unión Soviética.
Ceder a las posturas de Putin por parte de Trump sería no solo en contra de los intereses y soberanía de Ucrania, sino además un duro golpe a la seguridad europea y un quiebre de la estabilidad de posguerra y su alianza con los Estados Unidos. Si el tema de los aranceles golpea ya las buenas relaciones de Norteamérica con la Unión Europea el tema de seguridad frente a la Rusia de Putin sin duda sería una crisis en el orden internacional que al parecer Trump no está visualizando frente a lo que puede llevar en términos geopolíticos de un replanteamiento de Europa con China y sus consecuencias. Al parecer Trump está en su manera autócrata trastocando el orden internacional sin tener una ruta a seguir clara, es decir, busca un protagonismo que parece más personal y de identidad con otro autócrata como Putin, que la edificación de un nuevo orden internacional de prosperidad, legalidad y paz duradera.
El próximo 10 de octubre se anunciará quién o quiénes son los ganadores del Premio Nobel de La Paz 2025, si Trump aspira a ello, ceder a la voluntad de Putin se ve muy lejos que logre su objetivo, ya que es inadmisible para Ucrania y la Unión Europea además que sería reconocer la derrota y que no sirven para nada ya los organismos multilaterales y el derecho internacional, amén que reafirmaría lo que Putin dijo en 2007 en la Conferencia de Seguridad de Múnich, en donde claramente expresó que Rusia no estaba conforme con el liderazgo de los Estados Unidos en el mundo al que consideró que mantenía una hegemonía abusiva y que concretamente la ampliación de la OTAN, Rusia no lo aceptaría. Es cierto que la economía rusa no es tan fuerte como a comienzos del presente siglo y que el desgaste de la guerra se siente en sus finanzas, armamento moderno para la guerra actual y soldados, pero eso lo soporta por sus relaciones económicas con China, los drones que le surte Irán y los soldados de Corea del Norte, lo más grave que un triunfo de Putin traería sería el afianzar un régimen autocrático, una derrota para la democracia y los derechos humanos, cosas que el orden internacional formado en la posguerra estableció y que hoy están seriamente en peligro por la guerra en Ucrania como su teatro de operaciones en el siglo XXI.