Samuel Aguilar Solis

México y el huracán Trump

La ausencia de oposición política firme por parte del Partido Demócrata hace que el Congreso norteamericano no esté sirviendo de contrapeso constitucional, pero también hay que decir que Trump lo evade lo más que puede.

En las campañas electorales de las democracias, los partidos políticos se esforzaban en elaborar un programa que ofrecer a los electores de manera institucional y sus candidatos tenían la obligación de llevarlo discursivamente, amén que en caso de triunfo eso se convertiría en la guía que debería de prevalecer en el ejercicio gubernamental, pero también era el documento que la oposición, los medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil, usaban para criticar o evidenciar su incumplimiento cuando veían que los ganadores hacían otra cosa o que se habían apartado de lo propuesto en la etapa de la campaña, era además un documento que servía pues de base al plan de gobierno con el tinte ideológico de cada partido.

Sin embargo, esto fue cambiando cuando el marketing político fue apropiándose cada vez más del rumbo y formas de hacer las campañas, los partidos y sus candidatos fueron haciendo una segmentación de electores para decirles lo que querían escuchar con tal de ganar adeptos y además la autenticidad de los candidatos se fue perdiendo para que la “imagen” vendiera a veces más que las ideas o las propuestas.

Este vaciamiento programático e ideológico fue también una de las formas en que las crisis de los partidos políticos tradicionales se manifestaba y era, sin duda, una de las evidencias de cómo se estaban ahuecando los contenidos fundamentales de la democracia: la comparación por parte de los electores de propuestas para resolver los problemas de la sociedad, y su visión de futuro y en los hechos eliminando las diferencias ideológicas para entrar al proceso de cartelizacion de los partidos políticos.

La llegada de los populistas a la arena política también cambió esto, porque las campañas ya no están centradas en propuestas o programas sólidos, coherentes, viables o racionales, sino en propaganda con narrativas emocionales y sobre todo, fincadas en la imagen del líder y todo el discurso que se propaga es la desafección y descrédito del sistema de partidos y la clase política tradicionales, amén de una retórica nostálgica y la imaginación del retorno ideal a ese mundo supuestamente mejor, pero los populistas se cuidan bien de no comprometerse con algún programa detallado o incluso, en algunos temas de campaña solo se esbozan generalidades que de triunfar se presten justo a la única interpretación por parte del líder ya en el poder, para expresar que lo que está haciendo ya como gobernante es porque para ello lo votaron los electores.

Es justo lo que ahora hace Trump pero lo hacen todos los populistas autócratas, eso hay que decirlo, en todo lo que los mexicanos llevamos en el periodo del obradorato los ejemplos sobran), en cada una de sus acciones de política pública o decisiones que toma, de forma que muchas por más controversiales e ilegales que ha tomado y que se han judicializado, lo que hace es atacar a los jueces y acaba de expresar: “La corte suprema no me permite hacer aquello para lo que me han elegido”, ósea que su justificación verbal es que, según él, lo eligieron para todo lo que se le ocurre hacer, sin que le importe que sea legal o no, eso es justamente el comportamiento del autócrata, recordemos aquello de López Obrador, “no me vengan con que la ley es la ley”.

La ausencia de oposición política firme por parte del Partido Demócrata hace que el Congreso norteamericano no esté sirviendo de contrapeso constitucional, pero también hay que decir que Trump lo evade lo más que puede, con sus famosos “decretos ejecutivos “ que es un una práctica más de los autócratas, lo hace ahora Trump , pero en su momento lo hizo Hitler y recientemente Hugo Chávez con las famosas “Leyes habilitantes”.

Ahora bien ¿porque es importante y necesario estar atentos a lo que hace o no Trump?, lo hemos dicho ya en este espacio, porque México y los mexicanos tenemos demasiados temas que ver con las decisiones del presidente norteamericano, los temas de seguridad fronteriza, migración, remesas, comercio, seguimiento o no del TEMEC, y ahora hasta la amenaza de expulsión de estudiantes de la Universidad de Harvard, ( la decisión es expulsar a todos los extranjeros que por cierto representan el 26% en esa institución y sin duda hay muchos mexicanos ) pero no sabemos hasta dónde habrá de parar. El cobro de un impuesto del 3.5% al envío de remesas es el último de los golpes trumpianos, que implicaría cerca de 3,000 millones de dólares que nuestros paisanos tendrían que pagar, pero la experiencia en los meses que lleva en la Casa Blanca sabemos que puede cambiar de opinión cada instante y no sabemos que otra cosa se le puede ocurrir.

Así es que frente a esta incertidumbre permanente en el actuar de Trump y las repercusiones para México bien haría la presidenta dejarse de chorradas y tener otra actitud con sectores representativos de la sociedad mexicana y en su discurso, porque además “el horno no lo tiene para bollos” como reza el refrán popular ,con tantos “fierros en la lumbre” que trae como la imparable violencia, la inseguridad, una economía estancada que sin terminar el segundo trimestre, todas las lecturas es que el crecimiento económico este año será nulo, 0% , un gasto enorme por el servicio de la deuda, empresas estatales como Pemex crujiendo por su crisis financiera, la persistencia de la crisis en el sector salud por falta de medicamentos, un resquebrajamiento interno de sus aliados como la CNTE con sus chantajes eternos de siempre, o los asesinatos de cuadros cercanísimos a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, y el golpe al poder judicial en unos días sin ninguna legitimidad a la vista pero a la vez una terrible señal para la vigencia del Estado de Derecho en nuestro país con todas las repercusiones que ello significa, sólo por señalar lo más significativo, aun así ¿mantendrá la cabeza fría como única estrategia la presidenta? .

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