A 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial estamos en un momento muy crítico no solo de la relaciones entre las grandes potencias, sino pareciera que la arquitectura institucional y de normas del derecho internacional que los triunfadores de ese conflicto construyeron para tener un mundo en paz, avanzar en el progreso y fortalecer la democracia liberal habiendo derrotado al nazismo, está más que nunca en peligro.
Lo que se vivió después, en el periodo de “la Guerra Fría”, si bien mantuvo las tensiones entre la URSS y Estados Unidos de América de manera central, el derrumbe del “socialismo realmente existente” abrió el triunfo, se dijo, de manera definitiva de la democracia y la economía de mercado y marcaba un arrollador avance de la globalización con la caída del “muro de Berlín”.
Pero ese optimismo democrático, esa globalización económica, las instituciones internacionales de la posguerra y las normas del derecho internacional están siendo destruidas en este 2025 desde la segunda llegada de Trump al poder de manera sistemática, y lo más relevante es que justo son los Estados Unidos los que están llevando a cabo la destrucción de su hegemonía, a través de romper con sus aliados históricos con una narrativa que no convence a nadie de que dichos países le están “robando” a los norteamericanos, cuando lo que técnicamente existe es un déficit comercial derivado de los intercambios en el marco de la globalización y en la que los consumidores estaban siendo beneficiados.
El uso de una política arancelaria unilateral ha sido como la existencia de un chivo en cristalería que, además, cambia de parecer de manera permanente, generando como resultado final incertidumbre de qué es lo que se busca por parte de Trump.
Hay que reconocer que muchas de las instituciones internacionales de la posguerra se habían venido, desde hace rato, vaciando de autoridad, ya sea para resolver conflictos, como el caso de la ONU, o de temas como salud o medio ambiente, solo por mencionar algunos, pero, además, que otras potencias habían fortalecido su presencia mundial, como es el caso de China, amén que desde 2016 con el Brexit y el primer triunfo de Trump, la democracia entraba en un periodo de declive y en contraposición se daba un avance del populismo y las formas autocráticas del poder.
Pero mientras estos sucesos se desarrollaban y en vez de entrar en una etapa de reconstrucción de su hegemonía o ser copartícipe de la construcción del nuevo orden internacional, los Estados Unidos, con Trump, comenzaron a plantearse “el regreso” a un imaginario país de grandeza del pasado, y ahora, en 2025 comienzan a destruir sus alianzas, mientras que China y Rusia desde marzo del 2023 habían firmado una serie de acuerdos y señalado de manera clara su alianza estratégica e indicando su oposición abierta a la hegemonía norteamericana, hoy en el marco de los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial han ratificado su alianza, mientras que Trump la ha roto con la Unión Europea y con sus vecinos del norte y del sur.
Hasta hoy, Trump, en su “acuerdo” con Ucrania, es de un claro chantaje que busca extraer las llamadas “tierras raras” usadas para la producción de componentes de las nuevas tecnologías, buscando, obviamente, beneficiar a sus amigos, pero no por estar en contra de la invasión ilegal de Rusia o por defender el derecho internacional. Lo mismo pasa en sus amenazas de anexionarse Groenlandia o la misma Canadá.
Entonces, mientras China, Rusia, India avanzan en sus alianzas, Trump dinamita las suyas y es por ello, la pregunta: ¿hacia dónde quiere llevar Trump a los Estados Unidos y por la posición de este aún en la geopolítica, a dónde quiere que vaya el mundo?
En el corto plazo, lo único claro que están dejando las medidas de Trump es incertidumbre, que ponen a Estados Unidos y al mundo en una caída de las expectativas económicas y mayor inflación para sus paisanos, pero también desconfianza, o ¿quién de los líderes de los países le cree hoy a Trump?, y esto nos deben de interesar, ocupar y preocupar a los mexicanos por la alta dependencia que tenemos, ya en lo económico, las relaciones de vecindad con los temas de drogas, armas, migración y remesas; así es que a querer o no seguir atentos a las medidas que toma o anuncia Trump porque apenas lleva un poco más de 100 días y tiene al mundo muy revuelto, sin que sea clara la ruta a hacia dónde va.