La Feria

Ya sé que no aplauden (bis)

Reconocer que García Harfuch avanza en apagar el fuego surgido de Uruapan, mientras simultáneamente atiende el incendio que no para en Sinaloa, no implica que no hable de ‘La Barredora’ en Tabasco.

Un lunes más. La presidenta Claudia Sheinbaum regresa del territorio visitado del viernes a domingo. Le espera su batalla semanal. Un menú de noticias que, por definición, son malas. Veinte, treinta minutos de anuncios parroquiales y la verdadera función comenzará.

Ya sé que no aplauden, dijo otro presidente que añoraba sus algodonados tiempos mexiquenses.

Ya sé que me van a preguntar, los otros y hasta los míos, por la terca realidad que se niega a desaparecer tras la cortina de humo de la propaganda.

Ya sé que no aplauden la baja en las cifras de homicidios que en gira de medios defendió Omar García Harfuch la semana pasada, cuando el titular de la Secretaría de Seguridad reveló avances sustanciales en las indagatorias por el asesinato del alcalde Carlos Manzo.

¿Debe ser reconocido el gobierno por hacer su trabajo luego de que le asesinaron a un alcalde que había reclamado protección y apoyo?

Cierto que si no hay impunidad en algo se podría prevenir la repetición de atentados similares, pero ¿cuántos Omares necesita México para empezar a corregir lo que gobernadores, como Alfonso Ramírez Bedolla, de Michoacán, no hicieron en su momento?

Reconocer que García Harfuch avanza en apagar el fuego surgido de Uruapan, mientras simultáneamente atiende el incendio que no para en Sinaloa, no implica que esta mañana no debiera ser obligado volver a hablar en Palacio Nacional de La Barredora en Tabasco.

Los problemas que no se resuelven siempre regresan, a veces de trágica manera.

Así ha ocurrido en la tierra tabasqueña donde la policía estatal es acusada de matar a un joven estudiante porque no se detuvo: fuerzas policiales matando a civiles desarmados… ¿pues en qué carajo año estamos, en 2010?

Rodrigo Isidro Ricárdez tenía 20 años y sueños de convertirse en veterinario. Trabajaba en el rancho familiar y estudiaba en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. El 14 de noviembre, en su ruta de regreso a casa, tres balazos de la policía apagaron su vida.

Este fin de semana un caballo protestó en Villahermosa reclamando justicia. Es el cuaco de Rodrigo Isidro. De la vacía montura del retinto colgaba una pancarta con esta leyenda: “Hoy mi silla está vacía, y en mi casa sólo hay dolor”. ¿Cuántas sillas quedan vacías, en comedores familiares e incluso en aulas cada día en México?

No les deseo mal, pero les pregunto: ustedes, como gente informada que desde el verano saben que la policía de Tabasco tuvo a criminales al mando, y que quien los puso sigue siendo amigo de la presidenta, ¿obedecerían una señal de alto de esa policía? La retórica de Palacio no borra el miedo a La Barredora.

Sin ser llamado a declarar, el que puso a La Barredora estuvo el jueves con la presidenta. Compañeros legisladores, no importa que no nos aplaudan, sonrían para la foto como si el país estuviera en paz, como si los extorsionadores (y los policías) no mataran, como si fuéramos requetebién.

Lunes de regreso a la realidad. Que la policía capitalina detiene a inocentes en la marcha. Fake news. Que el padre de Rodrigo Isidro pide justicia. Ya lo estamos viendo. Que los robos en carreteras no cesan. Nosotros tenemos otras estadísticas.

Ya sé que no aplauden. Muy de ultraderecha su impaciencia ante una economía que no sale del coma y su incredulidad de que no podremos clonar a Harfuch para mandarlo a las 32 entidades federativas. Acabandito eso, todo será como en las giras del fin de semana, no como los lunes donde los problemas se obstinan en escapar al triunfalismo gubernamental.

COLUMNAS ANTERIORES

Javier Duarte… y un antecedente de La Barredora
Marchas: PAN, rebasado por la derecha

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.