La Feria

Marchas: PAN, rebasado por la derecha

Algunos ven un riesgo de oportunismo para el surgimiento de un ultraderechista. Sin adelantar vísperas, sí es una demostración de que o el PAN no entendió que una base afín deseaba protestar por el asesinato de Carlos Manzo.

Una manera de medir el éxito de las marchas del sábado es que siguen siendo tema. Y una de las cosas que alimenta ese debate es la discusión sobre quién está detrás de las manifestaciones. Ello preocupa al gobierno, pero debería mortificar aún más al PAN.

Hace justo un mes, el 18 de octubre, Acción Nacional anunció un relanzamiento. Hubo discursos y una marcha que fue microscópica comparada con la que ha sacado de sus casillas al gobierno-movimiento de Claudia Sheinbaum.

Las crónicas sobre las más concurridas –CDMX, Guadalajara, Querétaro, Hermosillo y, desde luego, Michoacán– consignan un común denominador en la variopinta concurrencia: el rechazo a Morena, sus gobiernos y/o Sheinbaum.

AMLO enfrentó varias marchas. Mujeres, Marea Rosa, etc. Ahora, su sucesora y la presidenta del partido oficial achacan al PAN, entre otros sospechosos comunes, la mano que meció la cuna. Hasta “pruebas” andan divulgando. Puede ser, salvo que el PAN ni enterado.

Si las marchas fueron una muestra de hartazgo ciudadano ante la inseguridad, la falta de respuesta de los gobiernos a ésa y otras demandas; si se trató de una expresión de gente que aprovechó una convocatoria de origen incierto para sumarse, ¿no es también la protesta una demostración del fracaso opositor para canalizar, y sí, medrar políticamente con ello, el descontento de sectores?

Alguien tendría que avisarle a los azules, esos del pomposo relanzamiento, que los rebasaron por la derecha.

Mientras los liderazgos panistas andan normalizando la intentona claudista por colar una ratificación de mandato presidencial en 2027, ciertos grupos, con manifiesta voluntad de cobijarse en símbolos religiosos y ya sea por edad o perfil socioeconómico identificables como clase media o alta, hicieron patente su voluntad de protestar, indistintamente de que la convocatoria no surgiera de un movimiento opositor identificable o institucionalizado.

En lo anterior, algunos ven un riesgo de oportunismo para el surgimiento de un ultraderechista. Sin adelantar vísperas, sí es una demostración de que o el PAN no entendió, en pleno relanzamiento, que una base afín deseaba protestar por el asesinato de Carlos Manzo; o ese partido no se atrevió a que le dijeran carroñero y a lo más quiso alimentar subrepticiamente el enojo.

La ejecución del alcalde de Uruapan agravió a sectores de la sociedad que no están dispuestos a perdonar todo a Morena en la lógica de que el fin (cambiar el régimen) justifica medios como tolerar toda negligencia o insuficiencia, no protestar por las causas que antes les erizaban, defender policías incluso cuando golpean a pacíficos manifestantes o periodistas, y, desde luego, burlarse y celebrar –abiertamente o en silencio– las descalificaciones a una víctima, como ocurrió con la abuela de Carlos Manzo, que participó en la marcha de la Ciudad de México y fue objeto de salvajes groserías por parte de morenistas.

Como ocurre en debates electorales, pasada la marcha ha sido altamente revelador el que por un lado oficialistas tratan a toda costa de endilgar a opositores concretos una teoría de la conspiración, mientras esos opositores se quedan en Babia.

Luisa María Alcalde, lideresa de Morena, publicó un contrato con el PAN de un joven que promovió la marcha. La denuncia de la morenista se supone que revelaría un complot del blanquiazul. Veremos cómo avanza eso.

No hace falta esperar, en cambio, para decir que el PAN ni organizó abiertamente la marcha, ni se aprovecha de su éxito. ¿Será que los azules inventarán otra app –como la de su pretendida afiliación masiva– para ver si capitalizan eso?

O lo que es lo mismo: el partido de derecha que buscaba relanzarse (por cierto, con discursos de familia y patria) es un damnificado más, si no es que el principal, de una expresión opositora que le dijo cómper.

COLUMNAS ANTERIORES

Quieren el monopolio de la plaza pública
Anatomía de un asesinato político… de uno que importa

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.