La Feria

¿De qué se va a tratar 2027?

El discurso de Jorge Romero durante el relanzamiento del PAN plantea, subrayadamente, un escenario donde habrá que resistir al régimen morenista que no querrá soltar el poder.

A quererlo o no, el relanzamiento del PAN puso en la mesa una duda que esa organización, y las otras fuerzas opositoras, han de resolver en cosa de meses, si no semanas: ¿de qué se va a tratar la elección de 2027?

Pudiera ser un alumbramiento virtuoso a partir del batidillo que hizo el día 18 de octubre el líder nacional panista, Jorge Romero.

Ese día, Romero habló lo mismo de abrir el PAN, que de la defensa de la patria, la familia y la libertad; de que la sociedad ha de decirles “cuáles deben de ser las principales ofertas de Acción Nacional, en todos los temas; esta apertura es, por tanto, no sólo hablarle, sino escuchar a la gente”, y, al asegurar que se ven como un vehículo para la participación ciudadana, de que se está ante “una (sic) última llamada para la oposición”.

Todo, por supuesto, además del más noticioso de sus anuncios: el fin de una era de alianzas.

El discurso de Romero plantea, subrayadamente, un escenario donde habrá que resistir al régimen morenista que no querrá soltar el poder.

Los panistas se van a ver las caras en una asamblea en un mes. Para entonces habrá señales de cuántos respondieron al empadronamiento, pero –sobre todo– de si es verdad que la militancia, y no los cadeneros del padrón, tendrá real peso en la ruta a seguir.

Ergo, se ha de conceder que, con resolución y astucia, Romero se habría generado opciones. La apertura y el debate implícito darían al PAN un mandato, uno que es difícil de prever si deja vivas las alianzas o, a contrario sensu, exige una solitaria ruta de largo plazo.

Romero habría decidido abrir para dotar de legitimidad la decisión rumbo a 2027. Todo a condición de que en realidad se viva dentro de Acción Nacional un revulsivo, no una simulación.

Para el obradorismo, las elecciones intermedias, con San Lázaro y la mitad de las gubernaturas en juego, son un referéndum a ganar. Los recientes comicios del “acordeón” son un recordatorio de que el régimen actuará en las urnas sin distinguir entre gobierno y partido.

Y, por supuesto, falta ver cómo impacta la reforma electoral en la equidad de la competencia, la imparcialidad del árbitro y la neutralidad de los tribunales. Pero, ¿alguien duda que Morena pedirá el voto culpando a los partidos “del pasado” de todos los fracasos actuales?

Frente a ese “nosotros, quienes estamos por ‘primero los pobres’, o la mafia del pasado”, ¿el PAN optará por sembrar sólo a mediano y largo plazo, o se dará el espacio para negociar caso por caso alianzas donde junto con otras fuerzas podría impedir triunfos a Morena?

El prometido retorno a la esencia blanquiazul, enarbolado por Romero el sábado 18, habría sido un mero ardid, un ganar tiempo para estudiar qué premiarán los electores no morenistas: ¿toda oportunidad de propinar un descalabro al régimen o una agenda programática más químicamente pura, sea panista, emecista o, hay que decirlo, priista?

Enmarcada como “una (sic) última oportunidad” de la oposición, la manera en que los panistas definan su ruta dirá de qué se va a tratar para ellos 2027.

Por su parte, Movimiento Ciudadano, que suele ir en solitario en las intermedias, ¿cederá a la presión de algunas voces opositoras, y del gobierno, a aliarse con los panistas? ¿De qué se trata para MC la intermedia, donde se juegan una de sus dos gubernaturas?

¿El PRI finalmente se fundirá con Morena, así sea convirtiéndose en un satélite como el PARM?

El 2027 político es inminente.

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