De las organizaciones que están en proceso de acreditar los requisitos para ser partido político, la que más aventaja es Construyendo Solidaridad y Paz, ligada a Hugo Eric Flores, de corte evangélico y que entre sus conspicuos simpatizantes tiene a una diputada de Morena.
Un corte del avance de esas organizaciones publicado por Reforma (19/10/25), permite ver que CSP –sí, las iniciales de la presidenta– lleva 205 asambleas distritales frente a Somos México (la ex Marea Rosa) que suma 131. Se requieren 200 para cumplir el trámite.
En cuanto a afiliados, la ley pide acreditar a 256,030 simpatizantes. Según la misma fuente, CSP reporta llevar poco más de 119 mil, mientras Somos México alrededor de 85 mil. El proceso concluye en febrero, y en marzo el INE certificará esos datos y el cumplimiento.
Hay, según el recuento de la reportera Erika Hernández, una tercera organización, con sede en Nuevo León, llamada México Tiene Vida, que reporta más de 154 mil afiliados. Es de hecho partido local en NL y aunque no lleva asambleas, argumentan que sí cubrirá el trámite.
Acción Nacional activó un debate sobre su derechización con el evento sabatino de relanzamiento. En lo que se dirime cuánto hay de ese corrimiento hacia la ultraderecha del organismo fundado por Manuel Gómez Morin, hay que reparar en que a Morena no le estorban partidos de evangélicos, o darles lugares privilegiados a miembros de La Luz del Mundo.
Hugo Eric Flores está en el Congreso de la Unión gracias al obradorismo. Y aunque la presidenta se ha deslindado de que usen sus iniciales para una nueva organización, como ya, vimos Construyendo Solidaridad y Paz supera a Somos México.
Capítulo aparte es qué andaban haciendo simpatizantes de Somos México en la reunión sabatina de los panistas que dizque quieren volver a la esencia solitaria, que no necesariamente a la solidaria, de sus orígenes. ¿Es que Somos México también quiere ser de derecha?
Junto con la diputada morenista Edith Carolina Anda González, Hugo Eric Flores puntea en la constitución de un instituto que podría cachar votos confesionales para ponerlos al servicio del gobierno obradorista. Un acuerdo pragmático, pero mutuamente funcional.
El tema no es si Hugo Eric Flores, que como buen oportunista sabe ponerse al servicio del poder en turno, le suma o no votos a Morena, el asunto crucial es que cuando muchos temen que el nuevo PAN sea (aún) más de derechas, si eso pasara quizá pelearía votos a un aliado del régimen.
En la mañanera, Flores no recibirá ataques, tampoco la Iglesia de la Luz del Mundo, envuelta en escándalos y con varios procesos abiertos en Estados Unidos. En la mañanera seguirán diciendo que el enemigo es el PAN, no funcionarios religiosos metidos en política.
Y ya que estamos en eso, desde 2018, salvo contadas excepciones que sirven de coartada, en la mañanera se desoyen los reclamos de comunidades que defienden su territorio, de colectivos de víctimas, de organizaciones de derechos humanos, y de zapatistas, por supuesto. Y reclamos por la militarización tampoco son aceptados por la otrora izquierda antimilitarista.
Claro que el PAN no pensó en ir por esos grupos sociales al relanzarse. Ni por una agenda civil en seguridad. Los actuales líderes panistas son tan pero tan adictos al presupuesto, que ni siquiera advierten que hay empresarios medianos y pequeños, la mayoría de los del país, en urgente búsqueda de un representante político. Esos que por un lado son asesinados cuando reclaman extorsión y que por otro son invisibilizados por los líderes empresariales que sí visitan a la presidenta. O sea, el panismo ya ni pro empresa es, y de clase media ni hablar: son ricos.
Morena tendría opciones para desfondar al PAN, incluidos jueces de La Luz del Mundo y al menos un nuevo partido evangélico.