La Feria

Claudia Año II: es la comunicación

Si el ‘éxito’ del gobierno no se traduce en la más importante de las ofertas para la continuidad del obradorismo en la mayoría de los 17 estados con elecciones de gubernatura, Claudia Sheinbaum podría tener un tropiezo.

Claudia Sheinbaum tiene que ganar en su segundo año de presidenta el dominio en la comunicación pública. Los ejes para esa batalla están trazados, y el gran reto es que estos no se vean comprometidos por herencias del sexenio anterior o eventuales calamidades.

Las elecciones de medio término son la gran prueba de fuego de la mandataria. De aquí a que justo en un año estemos en la antesala de los comicios en términos de tiempos legales, su administración ha de consolidar una imagen de control y resultados.

Tal es su baza en 2027. Si el “éxito” del gobierno no se traduce en la más importante de las ofertas para la continuidad del obradorismo en la mayoría de los 17 estados con elecciones de gubernatura, y en las de San Lázaro, Sheinbaum podría tener un tropiezo.

Para afincar esa percepción y convertirla en discurso dominante, la presidenta avasallará a la prensa digna de ese nombre, es decir a la crítica, y a activistas, académicos, colectivos y sectores que pongan en entredicho la marcha del régimen. No será personal, sino táctica.

A diferencia del sexenio pasado, la presidenta ejercerá su posición con elementos más técnicos y menos histrionismo. AMLO no podía lo primero y abusaba de lo segundo (y, claro, de violentar normas, como revelar datos personales, negar derecho de réplica, etcétera).

Sheinbaum establecerá otros caminos. Ejes les llamé en el párrafo inicial. Por ejemplo, el de la eficacia. Un caso emblemático es el éxito parcial, y nada desdeñable de ser cierto, de haber reducido en una tercera parte los homicidios en sólo un año.

El análisis de esa tendencia a la baja será tema de expertos, colectivos de víctimas y seminarios por años. Aquí lo que destaco es que incluso antes de que la cifra que presume el gobierno fuera tan contundente, Palacio logró cambiar la conversación al respecto.

Porque desde su arranque, al nuevo gobierno se le acreditó un volantazo en el combate a la delincuencia organizada. Y como si fuera lógico, comenzaron a surgir resultados cuasi apantallantes. Así logró Claudia instalar otra conversación y mayor beneficio de la duda.

Algo parecido está intentando en el tema del abasto de medicinas. Fija como cumplido un reparto de arriba del 90 por ciento, y cada mes machaca con la cercanía de “meta total alcanzada”. Si la promesa es evidenciada como falaz o engañosa, descarga en proveedores la falla.

Entonces, un eje será la eficacia en términos de gestión pública. Una presidenta que corrige lo que el sexenio anterior no pudo (Pemex incluido), con acciones que no sólo reparan sino relanzan políticas. Claudia no sólo enmienda, sino que demuestra el éxito del modelo.

Otro eje será el de la cercanía. A diferencia de AMLO, ella en sus giras ya se mostraba más dispuesta y más atenta a ser quien abraza, no sólo quien es admirado. Las inundaciones de esta semana, aun con las protestas que enfrentó, han dado nueva muestra de ese afán.

A partir de cosas como las mencionadas, más programas sociales, obras emblemáticas (trenes) y su temple con Donald Trump, logra una popularidad que ella traduce en ejercicio de autoridad… autoridad frente a los extraños, los opositores y, desde luego, los críticos.

Si bien hace un año la presidenta no parecía proclive a seguir la ruta denostativa de su antecesor, cada semana es más evidente que empleará el potencial de la mañanera, y el del presupuesto para publicidad, contra el único campo que no domina: el de la opinión pública.

Y mientras más escándalos de corrupción morenista emerjan, más aún.

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