La Feria

El INE capitula

Al órgano que acumula la experiencia, los aprendizajes y tanto la aspiración democrática como la obligación de salvaguardar la equidad electoral, no se le ocurrió mejor cosa que una reunión con Pablo Gómez.

El Instituto Nacional Electoral ha capitulado. El organismo dio este martes un paso en falso en la construcción de un genuino debate sobre la reforma que ha de normar la manera de disputar el poder en México. El INE eligió el peor camino: se entregó al gobierno sin más.

La reforma electoral es una jugada unilateral del régimen.

Ni surgió de la oposición ni su formulación atiende, al menos en su planteamiento inicial, algunos de los problemas más acuciantes de las campañas (la violencia, el dinero oscuro, los montos desorbitados, la injerencia ilegal de gobiernos y de otros entes).

La presidenta Claudia Sheinbaum ha dicho dónde está su corazón en esta materia: quiere una reforma que cambie la forma de elegir la representación legislativa, pretende un modelo más económico y centralizado, y confía el proceso a un grupo estrictamente morenista.

El saque de la reforma ha despertado inquietud en diversos partidos, y no sólo de la oposición. Sin prejuzgar que podría ser bueno que las cúpulas dejen de tener tanto dinero y el monopolio de la repartición plurinominal, nada augura un debate donde la pluralidad sea atendida.

Tanto la presidenta, y mucho más Pablo Gómez, cabeza del grupo nombrado por Sheinbaum para redactar esta reforma, han sido explícitos en que hablará quien sea, pero que esa mayoría que ahora el obradorismo detenta se ejercerá puntualmente.

En ese marco, expertos, analistas, observadores y exconsejeros electorales han demandado de distintas formas y con al menos dos documentos públicos colectivos, una reforma en la línea de las que en el último medio siglo fueron construidas buscando consensos.

Sobra decir que Gómez ha señalado que esas reformas fueron defectuosas y, en los hechos, ha marcado una ruta que se apartaría de la negociación. Y los foros y las audiencias que el gobierno promete, incluido un repositorio en internet, no tiene garantía vinculante alguna.

Tal es el contexto en el que este martes ha ocurrido la capitulación del INE.

Al órgano que precisamente acumula la experiencia, los aprendizajes y tanto la aspiración democrática como la obligación de salvaguardar la equidad electoral, no se le ocurrió mejor cosa que una reunión a puerta cerrada con el comité de Sheinbaum en Gobernación.

La reunión fue gestionada por la consejera presidenta Guadalupe Taddei. Y a juicio de quienes están al tanto de cómo ocurrió ese convite, la sonorense actuó, una vez más, como si fuera jefa de las y los otros consejeros.

Taddei no acordó una agenda previa con sus compañeras y compañeros (por cierto, no todos asistieron, y no necesariamente todos los que fueron están de acuerdo), y sobra decir que el INE está lejos de haber agotado una deliberación respecto de la reforma misma.

El boletín del INE dice que “se acordó crear un grupo permanente de trabajo que dé seguimiento y estructura técnica a los temas, así como un listado de contenidos electorales específicos a analizar”.

¿Habrá contemplado Taddei (y aliadas y aliados) un escenario en que la comisión presidencial sólo los use para chalanearlos?

Agrega el comunicado: “Estableció que al INE le ocupa la parte técnica y operativa de los procesos electorales y debe dar a los ciudadanos la confianza de que lo que se establezca en la reforma electoral se puede operar con garantía”.

“Al INE le ocupa la parte técnica…” A eso se reduce a sí misma la autoridad.

Cosa muy distinta habría sido que, asumiéndose órgano autónomo, el INE hubiera gestionado en su interior un documento inicial frente a la pretensión gubernamental, lo hubiera presentado al público y se manifestara como agente de un debate amplio y plural.

¿Se acuerdan que antes de la reforma judicial ya México sabía que algunas ministras no se iban a ir porque se plegaron al gobierno en todo? No diría que todas y todos los consejeros que fueron ayer pretenden eso, pero en enero de 2026 ya sabremos quiénes fueron ayer por la ambición personal, antes que por una visión de Estado.

Adiós al INE. Y muy, pero muy prematuramente en este debate. Qué pena.

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