En el Estado de México, cada semana detienen “de dos a tres” personas que tienen una particularidad: portan brazalete. Sí, son delincuentes que tras recibir una liberación anticipada, y ser obligados a usar ese dispositivo, caen de nueva cuenta tras cometer un delito.
No es la reincidencia lo que sorprende. Podemos discutir incluso si hay reales mecanismos para la rehabilitación de quienes salen por buena conducta. Pero de que el sistema con brazalete no sirvió, es un hecho.
La nota (El Universal 09/07/25) cuenta que en ocasiones quienes portan ese chunche lo “bloquean para no ser monitoreados por el personal de la Secretaría de Seguridad”. Delincuentes que son más hábiles y duchos que sus vigilantes, ¿les suena?
El Edomex dio estos días otro ejemplo de la inoperancia del sistema de justicia. Luego de anunciar con bombo y platillo un operativo en contra de la extorsión en la región sur, las autoridades fueron exhibidas como incapaces para resguardar cerdos decomisados.
La crónica de los cerditos en fuga es una de ésas tan ridículas que moverían a la risa si no fuera porque desnudan el oropel de lo que pomposamente se presumen como golpes contundentes en contra de la delincuencia.
Con un tufillo populista, las generosas autoridades anunciaron que los 60 cerdos incautados en un rancho en Tejupilco en la llamada operación Liberación serían regalados a pobladores. Algo así como Robin Hood. Qué requetebién.
Salvo el pequeño detalle de que la autoridad fue incapaz de asegurar el decomiso, y a la hora de la dadivosa dispersión de los cerdos descubrieron que éstos habían sido sustraídos. Los medios reportan que ya hay carpeta de investigación por ello. ¿La policía investiga robo a la policía?
No quiero ensañarme con el Estado de México. Hay otros ámbitos con delirantes noticias sobre la disfuncionalidad de la procuración de justicia nacional. Veracruz, para no ir más lejos.
Rocío Nahle anda encarrerada. No le basta minimizar la angustia social que provoca el advertir cómo en su estado una banda de cobardes armados humillan a una sexagenaria maestra jubilada. Insiste en evadir los hechos saliéndose por una tangente pericial.
La gobernadora quiere que veamos la paja y no la viga. Que se acepte, supongo que con cristiana resignación, que a la maestra Irma Hernández Cruz le falló el corazón, y que ésa es la causa de su deceso… ocurrido tras ser levantada por los referidos criminales.
“Les guste o no”, soltó la mandataria al insistir en constituirse como perito o fiscal para señalar que la maestra Irma murió de infarto. Generoso con el gobierno jarocho, y con los delincuentes, el corazón de la jubilada optó por inmolarse. Qué providencial.
Si Nahle no se da cuenta de su indolencia con la víctima, si no ve que al achacar el desenlace a causa biológica incluso da coartada a quienes (muy eventualmente) sean acusados del secuestro, ¿hace falta decir que nadie espera que la gobernadora sea factor para la justicia?
Finalmente está el caso del ciudadano de origen chino que se fugó hace semanas luego de haber recibido la prisión domiciliaria. La Fiscalía General de la República y el gobierno culpan al juez sin asumir nada de responsabilidad por las fallas en la vigilancia.
Desde presuntos narcotraficantes que se pelan en las narices de la FGR hasta cerditos que burlan el arraigo, pasando por preliberados con brazaletes desconectados y víctimas que se mueren solas... El sistema de justicia hace agua por todos lados. Seguro es culpa de Calderón. O de los medios que transmiten estas noticias sólo para incordiar, entre otros, a Nahle.