El recurso de la “cabeza fría” parece haber llegado a su límite. Claudia Sheinbaum está en horas críticas en su relación con Estados Unidos. Desde que se frustró su entrevista cara a cara con Donald Trump, las cosas sólo se le han complicado a la presidenta. Y ella no se ayuda.
Este jueves la mandataria reaccionó mal cuando se le cuestionó sobre las declaraciones de la fiscal general de Estados Unidos Pam Bondi, quien el miércoles calificó a México como “adversario extranjero”. Sheinbaum dijo: “no está muy informada”.
La presidenta argumentó que está por firmarse un acuerdo de seguridad entre Washington y México, y destacó que hay visitas recíprocas entre funcionarios del ramo. Si sólo hubiera dicho eso, su punto sería claro; la pregunta es: ¿para qué descalificar así a Bondi?
Sheinbaum no digirió bien que, cuando en la sesión del Senado en Estados Unidos a Bondi le cuestionaron sobre si México estaba cooperando en temas de seguridad, dijo que eso lo podría abundar en una sesión no pública.
Dejar en el aire ese cuestionamiento no parece casual dado que la colaboradora de Trump ya había agrupado a nuestro país con “adversarios” de Estados Unidos como Irán, Rusia y China, al mencionar que el presidente iba a defender a su país de quienes pretendieran matar a sus conciudadanos o envenenar a niños con sobredosis.
La frase de Bondi es excesiva y nada diplomática, pero no desentona con una administración que este mismo miércoles acusó formalmente a tres instituciones del sector financiero mexicano —CIBanco, Intercam y casa de bolsa Vector— de lavar dinero a grupos criminales.
Sheinbaum fue reconocida internacionalmente por la forma en que ha lidiado con Trump desde que éste regresó a la Casa Blanca.
La presidenta capoteó la imposición de aranceles, desplegó fuerzas armadas para detener migrantes en su ruta al norte y entregó a 29 criminales brincándose procedimientos legales. Y no se enganchó en los desplantes del vecino del norte.
El mandatario estadounidense, por su parte, le hizo halagos, pero Trump parece el policía bueno, mientras su gabinete está lleno de policías malos en su trato a Sheinbaum.
Ya antes, en el salón oval de la Casa Blanca, la secretaria de Seguridad Interior, Kristi Noem, había acusado a la presidenta mexicana de alentar las protestas en Los Ángeles en contra de las redadas para deportar inmigrantes. Así se las gastan.
La mañanera es una pecera muy complicada para Sheinbaum. Cada embate de halcones de Trump debe ser ponderado en sus términos. No se deben aceptar injurias intervencionistas, pero la respuesta presidencial debe privilegiar la negociación macro.
En la mañanera, la presidenta dice cosas para consumo nacional que son explotadas por adversarios, locales y estadounidenses. Claudia compromete su margen de acción al salirse de tono contestando a funcionarios de Estados Unidos que no son de su nivel.
Más en un contexto en que está en entredicho, tanto en el exterior como en México, la capacidad de su gobierno para vigilar el sistema financiero (lo que tampoco es una sorpresa si la UIF se usa para perseguir adversarios políticos, y si la CNBV es presidida por alguien a quien la prensa especializada renuncia un día sí y otro también).
Al lidiar con descalificaciones de funcionarios de Estados Unidos, o con sanciones en contra de Vector, CiBanco e Intercam, los argumentos de Sheinbaum no pueden ser motivo para abrir nuevos flancos (está mal informada… pedimos pruebas y no nos las dieron…).
Hace dos semanas, al hablar de la entrevista que tuvo con Christopher Landau, subsecretario de Estado, la presidenta dijo que fue una visita de “cortesía”. No. Estados Unidos no tiene cortesías. Tiene intereses que muchas veces van en contra de los de México.
Claudia debe evitar la mañanera para operar la relación más importante.
De otra manera, al contestar a bote pronto y con descalificaciones a las provocaciones de trumpistas, y dar argumentos poco creíbles sobre lo que sabía de presuntas irregularidades en instituciones financieras mexicanas denunciadas por Estados Unidos, terminará por sembrar dudas sobre la capacidad de su gobierno, se meterá en más problemas y perderá autoridad. Y quién descarta que desde Washington hasta le propinarán nuevas descortesías. A nadie conviene eso.