La Feria

No, presidenta, lo del INM en Ciudad Juárez no fue ‘accidente’

Hasta el último minuto, Francisco Garduño se salió con la suya: no solo permaneció al frente del INM por dos años después del incendio en la estación migratoria de Juárez, sino que se fue sin cumplir con uno de sus deberes.

Diez planas que digan: hablando de percances y/o tragedias en el ejercicio de gobierno, los funcionarios públicos han de evitar referirse a tales hechos como “accidentes”.

Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum nombró la muerte de 40 personas en una estación del Instituto Nacional de Migración (INM) en 2023 como “accidente”. Es un desacierto que contradice la imagen de alguien que busca y demanda excelencia en la función pública.

Porque en el incendio del 27 de marzo de 2023 en Ciudad Juárez, además de 40 personas fallecidas hubo decenas heridas. Y esa tragedia no fue fortuita, cosa de la mala suerte o del destino. Fue, cuando menos, negligencia gubernamental.

Todo mundo vio las imágenes donde al percatarse de las llamas los encargados del centro migratorio huyen dejando encerrados, inhumanamente, a los migrantes. Escenas que evidencian falta de protocolos ante emergencias, nula reacción en protección civil, etc.

Cómo habrá sido de terrible lo sucedido que incluso la enclenque Comisión Nacional de los Derechos Humanos de Rosario Piedra emitió la recomendación 111VG/2023, en la que denuncia violaciones graves y señala responsabilidad de varias dependencias del gobierno anterior.

Y si bien es cierto que el gobierno mexicano inició un proceso de indemnización a las familias de las víctimas, también lo es que López Obrador e incluso la presidenta Sheinbaum cobijaron al entonces titular del INM, Francisco Garduño.

Morena se caracteriza por su cerrazón a la hora de atender reclamos con respecto a funcionarios que fallan en el cargo. Sin embargo, pocos han sido tan protegidos a pesar de su mal desempeño como Garduño, al punto que solo muy recientemente dejó el INM.

Y hasta el último minuto Garduño se salió con la suya: no sólo permaneció en el INM más de dos años después del terrible incendio de esa ratonera que fue la estación migratoria de Juárez, sino que se fue sin cumplir con otro de sus deberes: no hizo la disculpa pública.

Como parte del proceso de resolución del caso, los responsables del INM tenían que ofrecer una disculpa. En un par de ocasiones se manejaron fechas para la misma. Hoy las víctimas siguen a la espera de un acto institucional propio de la dimensión de la enorme falla.

Y aunque Garduño ya es historia, pues por fin la presidenta Sheinbaum pudo poner este mes en el INM a su designado (Sergio Salomón Céspedes, exgobernador de Puebla), tal parece que la mandataria no puede nombrar las cosas por su nombre.

Este jueves en la mañanera le preguntaron a Sheinbaum sobre el nuevo encargo a Salomón Céspedes, tras lo cual le cuestionaron si se iban a revisar “¿también las instalaciones de las estaciones migratorias para cuestiones de protección civil?”.

-Esos centros cambiaron por completo a partir del accidente que hubo, se cambió por completo, fue la respuesta de Sheinbaum.

La presidenta Sheinbaum al arrancar su gobierno estipuló, con toda razón, que lo que no se nombra no existe.

A la tragedia de la estación migratoria se le puede llamar “suceso lamentable”, que lo es; o “terrible tragedia”, que también es el caso; o “falla gubernamental que no se puede repetir”, desde luego. Pero nombrarla como “accidente” reduce su gravedad, y algo peor: lo ocurrido en Juárez no tiene lado positivo; de ninguna manera. Mas sí pueden sacarse de esos hechos lecciones para que la probabilidad de una cosa similar sea muy baja o prácticamente inexistente.

La condición para ese aprendizaje es nombrar la muerte de esas 40 personas que estaban en resguardo del gobierno de muchas formas, pero nunca como un “accidente”.

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