El gobernador de Puebla causa polémica por su particular forma de extorsionar, perdón, de conseguir dos hectáreas para vivienda de policías. Similar ruido debería provocar que el Poder Ejecutivo se apropie de multimillonarios fideicomisos del Poder Judicial.
Las y los obradoristas en acción. Disculpen las molestias, régimen de partido único en construcción.
Alejandro Armenta, mandatario de Puebla, se siente poderoso. Demanda que cedan al estado unas tierritas. Si en el pedir está el dar, ¿cómo calificar a quien pide advirtiendo que, de no obtener lo deseado, podría expropiar más terreno?
El comportamiento del mandatario no es reprobado abiertamente por otros gobernadores. Qué tal que es chicle y pega, qué tal que nace una modalidad de extorsiones patrióticas, ¿o deberíamos llamarlas extorsiones del bienestar?
Mientras Armenta anda en su “ya se la saben”, trasciende que fideicomisos del Poder Judicial destinados en parte a pagar jubilaciones fueron vaciados sin siquiera el consabido “el golpe avisa”.
Al Poder Judicial le aplicaron algo así como Huachicol de fideicomiso. Si es la Presidencia de la República la que sustrae fondos de otro poder, ¿entonces no puede haber nada ilegal?, ¿en qué va eso de que la ley sí es la ley?
Tiene entonces un punto la senadora Andrea Chávez. Le piden que le baje dos rayitas a su promoción personal con presuntos fines electorales, mientras la mismísima presidenta permite que una dependencia deje en ceros el dinero de trabajadores judiciales.
No por nada Chávez hizo la semana pasada como que iba a cumplir la ley: si la presidenta Claudia Sheinbaum sale a anunciar que enviará una carta para que su partido ponga reglas electorales... como si no fuera obvio que esos temas llevan añísimos regulados.
Qué raros son en Morena. Están a la espera de una misiva de la militante que llegó a presidenta para revisar precampañas que están normadas con leyes que, para empezar, existen en parte porque en su tiempo, cuando era opositores, ellos exigieron tales límites.
Ergo no extraña que la senadora Chávez, dado que se presenta como avanzada alumna de darle la vuelta a lo que es debido, haya salido con la puntada de que si bien limitará su imagen, seguirá utilizando apoyos de empresarios para dar supuestos servicios de salud. Quihubo.
La ley a contentillo. Escudados en que es por el bienestar (de los poblanos, de los chihuahuenses o de los mexicanos en general, si hablamos de lo que han emprendido respectivamente Armenta, Chávez y Sheinbaum) los obradoristas abren un pozo sin fondo.
Si hoy le quitan dinero al odiado Poder Judicial, ¿por qué mañana no le han de sustraer sus ahorros –por razones patrióticas, claro está– a los trabajadores del Infonavit o a los pensionados de las Afores? Si hoy se agandallan tierras en Puebla, ¿por qué mañana han de respetar una planta que hace coches o un ingenio o un maizal? Si incluso antes de campañas ya aceptan abiertamente recursos de terceros...
Para eso eran los contrapesos como el INE y el Tribunal, esos que hoy, a pesar de algunos buenos funcionarios y jueces, son un remedo, un payaso de las cachetadas: ¿de verdad alguien cree que la senadora Chávez teme una sanción de esos organismos? Ja.Ja.Ja.
Y qué tal que la presidenta salió a decirle, a un movimiento que se dice popular y de izquierda, que aguas con la ostentación. Año siete de la transformación... pero la de ellos, claro está.
Qué rápido se descaró el nuevo régimen. Si los de antes hacían fraudes patrióticos, ahora tenemos caravanas de la salud con dinero de contratistas, apropiación tierras y véngannos los fideicomisos... ora sí que, desde el gobierno mismo, al diablo con las instituciones.