La Feria

La hija y el hermano… o a qué juega Adán

Si Adán Augusto es aún líder del Senado es porque no ha llegado el tiempo de los cambios, ¿o acaso alguien podría alegar que ha hecho méritos para permanecer?

Adán Augusto López Hernández no entendió en 2023 y no entiende en 2025. El líder de los morenistas en el Senado acumula negativos en el naciente sexenio. Todo lo contrario de lo que ocurre con la legítima heredera del obradorismo.

Si se hacen cortes de caja de los primeros seis meses del gobierno de Claudia Sheinbaum, no menos pertinente resultaría evaluar la actuación de otros factores de poder. Qué cuentas entrega al obradorismo López Hernández, con siete meses ya en el Senado.

De la primera, ahí está su popularidad en cuanta encuesta se levante. Del segundo, ahí los periodicazos, el ruido y los memes.

Una se ha afianzado en el poder, y se dice fácil, pero lo ha hecho no sólo en ausencia del líder máximo de Morena, sino con la llegada del acertijo injerencista Donald Trump.

El otro parece que, una vez más, no “cacta” que una cosa son las dinámicas de un estado, así sea el estado de AMLO, y otra muy distinta un movimiento nacional, un país como México e, incluso, el Senado de la República. Con mayúsculas.

Si Adán Augusto es aún líder del Senado es porque no ha llegado el tiempo de los cambios, ¿o acaso alguien podría alegar que ha hecho méritos para permanecer, que es factor de consolidación del régimen, que suma voluntades, que crece rumbo al futuro? Fríos, fríos…

Las maniobras para sacar adelante en septiembre la reforma judicial son un triunfo del ayer. Fueron para despedir a AMLO con bombo y platillo, y en ese herradero Adán Augusto se movió… a gusto, en efecto. Pero el exsecretario de Gobernación olvida que cada día tiene su afán.

Su amigo del alma, su hermano, como se definen entre ellos, se retiró el 1 de octubre, y desde entonces la figura de Sheinbaum ha caminado una ruta de aprendizajes. O lo que es lo mismo, ella –a diferencia del senador– sí ha demostrado que puede crecer.

López Hernández tuvo una gran oportunidad al llegar a Bucareli en 2021. Su hermano lo trajo para recomponer un gabinete maltrecho y envuelto en señalamientos de ineficacia. En Gobernación fue correa de transmisión del poderoso presidente, sí, pero un ejecutor de luces opacas.

La vanidad le ganó y dejó una gran posición, y la oportunidad de cerrar el gobierno por todo lo alto junto a su empoderado paisano, a cambio de una aventura hueca. ¿Qué o quién habrá convencido a Adán Augusto, y por qué éste se dejó engañar, de que podría ser “el bueno”?

El dispendio de su publicidad, incluida la intrascendencia de sus propuestas, acabaron donde era lógico. Adán ya hubo uno, y empezando por ése parece que les cuesta eso de mantenerse en el paraíso. López Hernández fue a lo mucho una corcholata sin gas.

La amistad, sin embargo, le fue compensada. Su amigo le dejó la coordinación del grupo mayoritario en el Senado, y el presupuesto consiguiente. Así es la política, hay que sembrar guardaespaldas por donde se pueda. López Hernández funge de eso para AMLO.

Sin embargo, si le das la espalda a la presidenta, si no sacas sus iniciativas, si generas broncas y escándalos, ora de corrupción, ora de frivolidad, ora de celos políticos al bloquear a la líder de Morena… ¿le haces un favor a la memoria del que se fue? No honra ni el cargo ni el encargo.

Claudia se ganó a pulso el corazón del obradorismo y, cual hija política que admira a su padre político, quiere crecer el legado de éste. Adán, ¿alguien sabe qué quiere Adán?

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