Sólo los guajolotes se mueren la víspera. El dicho sirve para darle el crédito a la estrategia seguida hasta ahora por la presidenta Claudia Sheinbaum. La realidad le da la razón. ¿Van muy pocos días? Pregúntenle al respecto a Trudeau o a Petro. No, lo que es, es.
Uno de los tácticos más recientes en esa ruta de contención del gobierno mexicano a los impulsos de Donald Trump es la permanencia del embajador Esteban Moctezuma en Washington. Es una decisión inteligente: dejas a quien nada te costará quitar mañana; o al año…
La Presidenta opera en la lógica no sólo de que es muy temprano para saber de qué se va a tratar el terremoto del segundo periodo de Trump en la Casa Blanca. Ratificar a Moctezuma sirve incluso para decir, estamos tranquilos, estamos con la cabeza fría.
Es evidente que la relación Palacio Nacional-Casa Blanca, e incluso Alameda-Foggy Bottom (barrio sede del Departamento de Estado) la asume la Presidenta totalmente.
Si en los días por venir, la crisis se decanta por el lado económico, Sheinbaum puede articular esa interlocución de varias maneras, como de hecho se dice que está ocurriendo. La embajada será un PO Box para recibir notificaciones u operar viáticos de visitantes.
En sentido contrario, se habla de que la Secretaría de Economía ha reforzado su equipo para lidiar con la eventual renegociación del T-MEC (en conjunto o parcialmente). Lo mismo se habla del fichaje de cabilderos en EU para tener un representación a la altura.
Finalmente, las y los empresarios, lo mismo nacionales que foráneos, pueden ser otro catalizador de la interlocución.
La economía no sólo se hace de cifras, aunque al final éstas sean irreductibles: también la confianza es un factor clave. El esfuerzo deliberado, incluso antes de la elección de Trump, de Sheinbaum por presentarse como amigable a la inversión es permanente.
Muestra una disciplina para llenar el espacio mediático de promesas de empresas (Nestlé antier), e incluso de miles de empleos que ‘solidariamente’ los agremiados del CCE preparan para los deportados. A reserva de que el CCE cumpla (¡?), el mensaje ahí está.
Como ya se ha dicho, CSP cuidará la economía reforzando la seguridad (que de paso era urgente) y apechugando en migración.
Su eslogan al respecto de la deportación –‘México te abraza’– es tan bueno que, no nos hagamos, sirve hasta para quitarnos la culpa colectiva de lo que nunca hemos hecho, ni haremos, por nuestros paisanos.
Y como si pensara que, al menos al principio, Trump también se hará el matón con otros países que detesta, Palacio calcula que muchos deportados de otras nacionalidades no necesariamente caerán, de momento, en suelo nacional. Por ejemplo, en Guantánamo, Cuba.
Con recordar que hasta BBVA México en días pasados puso paños fríos a la idea de un impacto económico inmediato por esa agenda.
Hay dos temas que Sheinbaum, en cambio, está descuidando si trata de infundir confianza. La apropiación de su gobierno, sin capacidad real para los trabajadores de repelar o decidir, de los billonarios fondos del Infonavit. Y la reforma judicial.
En ambos, como se dice en inglés, sindicatos e IP avientan a la gente bajo las ruedas del autobús. Ellos calculan que como tienen picaporte en Palacio, ahí pactarán contratos de vivienda y con el tribunal disciplinario les irán tripulando casos a contentillo.
Igual nadie repela (los más afectados no tienen representantes ni influencia) y ‘no pasa nada’”. Pero si mañana la cosa se descompone con EU, esos temas serán harto gravosos: nadie se muere la víspera, sí, pero también hay costos por excesos de confianza.