El panorama para el crecimiento de las principales economías del mundo se reconfiguró de manera importante durante el primer trimestre de 2025, particularmente desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos.
Cuando a principios de año se vislumbraba una economía norteamericana sólida, con un crecimiento estimado de aproximadamente 2.0 por ciento este 2025, con no más de dos recortes en la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal (Fed) y un dólar fuerte, el panorama cambió de manera sustancial. Ahora el mercado anticipa una recesión, las bolsas se han desplomado, se esperan ya cinco recortes en la tasa de la Fed y el dólar ha perdido valor. Todo a raíz del anuncio de un arancel mínimo de 10 por ciento por parte de Estados Unidos para la mayoría de los países del mundo, y mucho más para algunos.
Y bueno, cabe destacar que no necesariamente estamos hablando de las famosas tarifas recíprocas que se calcularon con una fórmula aritmética simple y sin fundamento económico real. También surgen las tarifas “no arancelarias” como un factor a considerar. Como claro ejemplo, el consejero comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, anunció el 7 de abril que la propuesta de Vietnam de eliminar los aranceles a las importaciones a Estados Unidos no era suficiente pues “las trampas no arancelarias” importan más en este caso.
No obstante, el escenario podría no ser tan catastrófico. Si bien Donald Trump (en caso de que no haya declarado algo más después de concluir este artículo) anunció un arancel de 50 por ciento a las importaciones de China si el país asiático no se retractaba de la tarifa recíproca de 34 por ciento a importaciones norteamericanas, no sorprendería que se alcanzara un acuerdo de último minuto entre ambas potencias económicas. Ya ha ocurrido. Vale la pena recordar la extensión de la entrada en vigor de aranceles generalizados de 25 por ciento para México y Canadá, dos de los principales socios comerciales de Estados Unidos, en febrero, marzo y ahora en abril. Adicionalmente, y con información de diversas fuentes, Italia propone la entrada de aranceles en la zona Euro hasta el 30 de abril, y Filipinas consideraría disminuir aranceles a las importaciones norteamericanas.
Por otra parte, la posibilidad de que el presidente Donald Trump continúe con declaraciones volátiles e inciertas, que hasta ahora han generado las caídas más fuertes en bolsa desde la pandemia de 2020, sí es muy probable y éstas podrían impactar negativamente sobre los datos duros de la economía.
El pesimismo económico se ha reflejado en indicadores muy adelantados como los principales índices accionarios, las tasas de interés, el dólar –mismo que se ha debilitado fuertemente– e incluso encuestas de sentimiento de consumidores, productores y constructores en general. En lo que aún no se percibe una afectación relevante es en los datos duros de la economía (producción industrial, inversión no residencial medida a través de los nuevos pedidos de bienes durables y el famoso dato de nómina no agrícola, entre otros). Sin embargo, éste podría ocurrir más adelante.
Si bien por ahora mantenemos un estimado de crecimiento de 1.0 por ciento para la economía de Estados Unidos en 2025 (habíamos empezado el año ligeramente por encima de 2.0 por ciento), los riesgos están sesgados a la baja. Y no por los aranceles en sí mismos, pues se puede alcanzar una negociación de un día para otro (o incluso el mismo día) como ha quedado claro desde principios de febrero.
Lo que sí podría empezar a impactar negativamente sobre los datos duros es la cautela o incluso pausa en lo que respecta a decisiones de gasto en consumo, contratación de trabajadores, expansión en planta o equipo, así como inversión en general hasta no contar con un panorama más claro sobre la dirección de las políticas económicas del nuevo gobierno norteamericano.
Pensó usted bien. Esta claridad no llegará pronto. Tal vez ni siquiera en 2025. Y falta la opinión de la Fed. Si el banco central de Estados Unidos no cuenta con elementos suficientes que permitan anticipar el despido masivo de trabajadores, el cierre de empresas o incluso la quiebra de algunas instituciones financieras este año, es probable que no baje la tasa de interés de referencia las veces que espera el mercado o las veces que el presidente Trump quisiera.