El 21 de marzo, la Junta de Gobierno de Banco de México (Banxico) decidió, por cuatro votos a favor y uno en contra, reducir el objetivo de la Tasa de Interés Interbancaria a un día de 11.25 por ciento a 11.00 por ciento. El voto disidente fue por mantener la tasa. A partir de ese momento, un amplio número de participantes en el mercado apostó a que la tasa de interés de referencia continuaría a la baja durante las siguientes reuniones del año.
Pero no fue así. El 9 de mayo, la Junta de Banxico decidió, por unanimidad, mantener la tasa de referencia en 11.00 por ciento. En el comunicado de política monetaria dado a conocer en esa fecha, destacó el incremento en las expectativas de inflación del Banco Central tanto para la categoría de inflación general como la subyacente (aquella que excluye los precios de productos agropecuarios, energía y tarifas autorizadas por el gobierno).
Y la pausa continuó. En la decisión de política monetaria del 27 de junio, la Junta de Banxico decidió, por cuatro votos a favor y uno en contra, mantener la tasa de interés de referencia en 11.00 por ciento. En esta ocasión, el voto disidente fue por reducir la tasa en 25 puntos base hacia un nivel de 10.75 por ciento.
De acuerdo con la opinión de algunos miembros de la Junta, hay espacio para poder reducir la tasa de interés de referencia más adelante. La gran duda entre los participantes del mercado es cuándo podría ocurrir esta baja y hasta dónde podría disminuir el nivel de la tasa.
En el comunicado de política monetaria de junio, Banxico volvió a aumentar sus estimados de inflación para algunos trimestres. Si bien los ajustes al alza fueron menores en comparación con los observados en el comunicado de mayo, ahí está el punto clave.
El Banco Central podría bajar su tasa de interés de referencia ¡hasta que deje de incrementar sus estimados de inflación! De bajarla antes, enviaría una señal equivocada al mercado o incluso perjudicaría su postura como organismo encargado de controlar la inflación en el país (o como establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en el artículo 28, “procurar el poder adquisitivo de la moneda nacional”).
Banxico enfrentaría incluso un problema de credibilidad si baja la tasa en un momento inapropiado. Es por ello que, a pesar de que la tasa de interés real ex-ante se ubique en niveles significativamente restrictivos y haya espacio para un ajuste a la baja, sería contraproducente bajarla, aunque sea en 25 puntos base, si los riesgos para la inflación no ceden.
Peor aún, si los riesgos de inflación aumentan. Y es precisamente un escenario al que se le asigna una elevada probabilidad debido a acontecimientos internos y externos que incluso podrían generar un repunte de la inflación o un deterioro de las expectativas del mercado. ¿Cuáles son estos acontecimientos?
Sin duda, el primero es un repunte de la inflación subyacente debido a presiones de gasto público que incluso podrían intensificarse durante los primeros años de la siguiente administración. En particular, preocupan algunas reformas a la Constitución que amplíen el alcance de los programas sociales actuales o introduzcan, también a nivel constitucional, nuevos programas. Aquí no se habla del beneficio social de los programas. Se habla del impacto sobre las finanzas públicas y éste podría ser mayor al previsto hace unos meses.
Otro factor es la inflación externa, principalmente la que generan los precios internacionales de materias primas o distorsiones de oferta sobre las cuales no impacta la política monetaria. En el primer caso, hemos visto claramente cómo el pronóstico de un atípico y mal año en cuestiones de clima comienza a materializarse incluso antes de la temporada de tormentas tropicales. Si bien esto no implicaría un repunte de la inflación no subyacente, sí representaría un obstáculo para que ésta disminuya conforme a las previsiones.
Aunque es posible que la Junta de Banxico discuta una baja en la tasa de referencia en la próxima reunión del 8 de agosto, la incertidumbre que rodea las más recientes estimaciones de inflación (tanto las de analistas como las del Banco Central) definitivamente es mayor. Es por ello que Banxico podría extender la pausa hasta finales de año y hacer un siguiente recorte (recordemos que el primero fue en marzo) hasta noviembre. La posibilidad de observar más bajas hacia delante dependerá, como siempre, de la evolución y el comportamiento previsto para la inflación.