Estrictamente Personal

La doble traición de Beatriz

Beatriz Gutiérrez Müller se metió en designaciones de embajadores, en todos los ámbitos de la cultura, reclutó historiadores, escritores y periodistas para elaborar una obra epopéyica sobre López Obrador, manipulando los asuntos de gobierno.

El viernes pasado al mediodía, el usuario en X que se identifica como @vampipe, una cuenta anti-régimen que exuda creatividad y buen humor, y que lleva a cabo un marcaje personal sobre las principales figuras del poder obradorista, publicó una fotografía de Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del expresidente Andrés Manuel López Obrador, en la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en México, especulando si habría ido a solicitar la nacionalidad española. La especie detonó cataratas de críticas a la señora Gutiérrez Müller por la incongruencia de sus actos agresivos y dolosos contra España, dañando una relación histórica de fraternidad y solidaridad, cuyas heridas se mantienen hasta ahora.

No había prueba de nada, pero lo circunstancial de la escena captada en la fotografía y el nefasto pasado político de Gutiérrez Müller provocaron reacciones bajo el supuesto de que era cierta la especie. Se habría esperado un desmentido, pero no llegó. La esposa de López Obrador, que fue una guerrera autoritaria durante su sexenio, guardó silencio. Su última actividad en X, por donde suele comunicarse, no tiene actividad desde el 7 de abril. Tampoco hubo quien, de las figuras del régimen, entrara a la discusión en la arena pública. Silencio total.

Este martes, el periódico ABC de Madrid, uno de los más sólidos de España, publicó la confirmación. “Nieta de españoles, estaría haciendo uso de la Ley de Memoria Democrática para ello”, apuntó su informado corresponsal en México, Milton Merlo, citando fuentes diplomáticas. “La obtendría en un plazo de dos años, aproximadamente”. Una vez más, silencio total.

Si las especulaciones durante el fin de semana dejaron a los obradoristas sin articular una salida mediática coherente, la confirmación en ABC debe haber sido como un tiro al corazón. Gutiérrez Müller formaba parte del círculo íntimo del presidente López Obrador, con voz y voto, con veto y capacidad para meterse en decisiones de Estado y políticas públicas. Quizás la más dañina para el país fue la construcción de los nuevos Libros de Texto Gratuitos, que encargó a Marx Arriaga, su incondicional colaborador, quien encabezó un equipo que entregó, de acuerdo con los expertos, libros llenos de errores conceptuales, pedagógicos y didácticos. Eran malos y resultaron inútiles.

Gutiérrez Müller se metió en designaciones de embajadores, en todos los ámbitos de la cultura, reclutó historiadores, escritores y periodistas para elaborar una obra epopéyica sobre López Obrador, manipulando los asuntos de gobierno, como fue un encuentro en octubre de 2023 de presidentes y cancilleres latinoamericanos en Palenque, donde está el rancho de López Obrador, para hablar de la migración a Estados Unidos, que surgió de una idea de su esposa para incorporar la reunión en el libro de su legado, proyectándolo como líder mundial.

También cabildeó con HBO para que le cancelaran un programa a Chumel Torres, por sus ocurrentes comentarios llenos de ácido contra López Obrador y sus dislates, y protestó airadamente a El Universal por publicar la fotografía de su hijo en silla de ruedas saliendo de una consulta en el hospital -que ella misma había hecho pública-, que le costó el trabajo a dos experimentados editores y a una reportera.

Pero lo que causó el escándalo por su revelada solicitud para la nacionalidad española es la autoría de la carta que envió López Obrador al rey Felipe VI en la primavera de 2019, donde le pedía que ofreciera disculpas a los pueblos originarios en México por los crímenes y atropellos durante la Conquista, con lo cual quería conmemorar la pareja los 500 años de la caída de Tenochtitlán.

La carta, que recogía el pensamiento de Gutiérrez Müller, fue rechazada por el gobierno de España, y provocó un choque con el Palacio de la Zarzuela y la Moncloa, así como por la mayoría de los partidos y la academia, generando sorna en medios españoles, que se contagió a otras partes del mundo.

López Obrador, presionado por Gutiérrez Müller, no reculó. En marzo de 2022, puso en “pausa” la relación con España. ¿Qué tanto era un asunto más personal que influido por su esposa?, no se sabe. Pero desde la toma de posesión se vio que las cosas no andaban bien. A la toma de posesión de López Obrador sólo se invitó a Felipe VI, pero no a la reina Letizia, en una descortesía que no se había dado en el protocolo mexicano. El diferendo fue una de las herencias a la presidenta Claudia Sheinbaum, que en su toma de posesión no invitó al rey, pese a ser el jefe de Estado español, por no responder la carta.

Durante el sexenio de López Obrador no hubo ningún gobierno contra el cual se hubiera dado una relación hostil continua, con críticas permanentes a sus autoridades y empresas, que fueron demonizadas sistemáticamente. Atrás de él siempre estuvo la palabra de Gutiérrez Müller, que pesó más que la cancillería, a la que también doblegó. Su actitud contra la Corona fue personal e ideológica, que es parte de lo que ha brincado con las informaciones sobre la solicitud de la nacionalidad.

Sin existir confirmación oficial de ello, que para este momento sería extemporánea y se entendería más en la lógica de un control de daños, Gutiérrez Müller queda como incongruente e hipócrita, pero sobre todo como una desvergonzada después de los actos hostiles en contra de España. Deja también en ridículo al régimen, que ha puesto a andar a su sicariato mediático para denostar a los expresidentes mexicanos que viven o vivieron en España y quienes optaron por cambiar de país su residencia.

A López Obrador lo deja en una posición sumamente incómoda, por entregarle el poder para atacar a España y satisfacer sus caprichos ideológicos, metiéndolo en un conflicto que no quiso ni pudo resolver. Gutiérrez Müller no pagará las consecuencias de ello, porque no tenía responsabilidad política de los actos de gobierno, pero su esposo sí. Lo ha desnudado su esposa, mostrando su fragilidad ideológica, inconsistencia política y una actitud embustera que se anidó y creció en la cueva de odio. Faltaría el tiro de gracia: jurar obediencia y fidelidad a Felipe VI, hincándose ante la Corona española.

COLUMNAS ANTERIORES

Código contra la neoburguesía
La tormenta: tropas, listas negras,  juicios, visas

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.