Construyendo

ESG, oportunidad para que las empresas construyan un mejor futuro

Las PyMEs que empiecen hoy a recorrer este camino no solo estarán mejor preparadas para el futuro, sino que serán protagonistas de un cambio sistémico y holístico que nuestro país y región necesitan con urgencia.

En un mundo empresarial cada vez más interconectado y competitivo, aprender a elaborar y publicar reportes ESG, que integran criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza, ya no es una opción exclusiva de grandes corporaciones multinacionales. Muy por el contrario, hoy representa una poderosa oportunidad estratégica para empresas de todos los tamaños, especialmente para las pequeñas y medianas (PyMEs) en América Latina y México.

El mejor momento para empezar es ahora, cuando aún es voluntario, cuando no hay imposiciones regulatorias rígidas y las empresas pueden desarrollar su propio lenguaje, ritmo y enfoque. Al hacerlo de forma anticipada, las PyMEs no solo se preparan para un entorno donde estos reportes serán cada vez más exigidos por mercados, inversionistas y clientes, sino que además construyen una reputación sólida y confiable desde hoy.

¿Por qué deberían hacerlo? La respuesta es clara: porque reportar ESG genera valor. Para la empresa misma, porque eleva su nivel de profesionalismo, la hace más atractiva frente a socios, bancos, inversionistas y compradores globales que buscan cadenas de suministro más responsables. Para sus trabajadores, porque mejora las condiciones laborales, la cultura organizacional y el sentido de propósito. Y para su comunidad, porque refuerza la confianza en la empresa como actor comprometido con el desarrollo sostenible.

Emprender acciones ESG y comunicarlas de forma transparente contribuye a fortalecer la confianza, un activo intangible que hoy vale tanto como cualquier tecnología o inversión en maquinaria. Cuando una empresa demuestra con hechos, y no solo con palabras, que cuida su entorno, que respeta a las personas y que actúa con ética y gobernanza clara, su reputación crece de forma orgánica. Esto no solo la protege frente a posibles crisis, sino que también le abre nuevas puertas y oportunidades.

Además, adoptar y reportar criterios ESG incrementa la competitividad. Obliga a las empresas a organizarse mejor, medir su desempeño, establecer metas claras y evaluar impactos. Esa disciplina eleva estándares internos que terminan repercutiendo en toda la cadena de valor. Cuando muchas empresas lo hacen, se establece un nuevo piso de profesionalismo que eleva a sectores completos y contagia la adopción de buenas prácticas.

En el contexto latinoamericano, esto tiene un valor aún más profundo. Países como México enfrentan problemas sistémicos y cada vez más graves de corrupción, baja calidad en servicios y productos, y desconfianza institucional. Un sector privado que adopta y reporta voluntariamente prácticas ESG es un contrapeso poderoso, ya que demuestra que sí se puede operar con ética, calidad y visión de largo plazo.

Además, la adopción masiva de estos estándares, estimula la inversión pública y privada en infraestructura de calidad, innovación y desarrollo sostenible. Los inversionistas globales, cada vez más atentos a los criterios ESG, premian a quienes muestran compromisos claros y medibles. Así, las empresas no solo ganan individualmente, sino que contribuyen a transformar el entorno en el que operan.

La sostenibilidad no es un lujo, es una estrategia inteligente para prosperar en el largo plazo. Las PyMEs que empiecen hoy a recorrer este camino no solo estarán mejor preparadas para el futuro, sino que serán protagonistas de un cambio sistémico y holístico que nuestro país y región necesitan con urgencia. Adoptar y reportar ESG es construir confianza, competitividad y progreso. Y eso, en realidad, es construir un mejor futuro.

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