Apuntes Globales

Xi Jinping y Donald Trump: ¿acomodo o rivalidad abierta?

Sea cual sea tu punto de vista, la cumbre en Corea del Sur entre Trump y Xi dejó claro que el mundo vuelve a vivir un escenario bipolar, con Washington y Pekín como los grandes protagonistas del globo.

Ayer, en el marco de la cumbre de APEC en Corea del Sur, tuvo lugar la reunión más importante de Donald Trump en lo que va de su segundo cuatrienio: un encuentro de casi dos horas con Xi Jinping, presidente de China. El diálogo atemperó las tensiones comerciales y estratégicas entre los dos países más ricos y poderosos del mundo.

Trump, muy en su estilo estruendoso, cantó victoria señalando que el líder chino se comprometió a restringir las exportaciones de precursores químicos con los que se produce el fentanilo. Acordó también eliminar las barreras comerciales a la importación de soya de Estados Unidos.

En contraste, Xi Jinping, con su estilo sereno, pero de alta dignidad rayando en arrogancia, habló de lo que otorgó a su contraparte: posponer un año el control a las exportaciones de minerales raros. Eso sí, dejó claro que China no pestañea ante las amenazas estadounidenses, sean arancelarias o nucleares.

Ante la clara ascendencia de China en todos los sectores, desde el tecnológico y comercial hasta el estratégico nuclear, cada vez es más pertinente la pregunta: ¿Qué intenta Xi Jinping ante Estados Unidos? ¿Desbancar a Washington y convertirse en el país más poderoso del mundo, o simplemente tener una convivencia de igual a igual y conservar la globalización actual?

Dos artículos recientes de la revista Foreign Affairs nos ofrecen visiones encontradas sobre las ambiciones de Pekín.

Prescott y Gewirtz, en China goes on the offense (China pasa a la ofensiva, en español), sostienen que Pekín está aprovechando el retraimiento estadounidense para expandir su influencia y remodelar las instituciones internacionales a su gusto, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hasta el Banco Mundial. Para estos autores, China busca ocupar los vacíos de poder que Estados Unidos ha dejado y avanzar hacia un nuevo orden en el que su peso económico y diplomático sea central.

En cambio, el artículo What China doesn’t want: Beijing’s core aims are clear and limited (Qué es lo que China no quiere: los objetivos centrales de Pekín son claros y limitados), de los autores Kang, Wong y Chan, sustenta que las aspiraciones de Pekín son más contenidas. Se trata de defender su soberanía y garantizar estabilidad interna, mientras fortalece su posición regional y evita una confrontación directa que una al mundo en su contra. Para estos autores, China no pretende sustituir a Washington como potencia hegemónica, sino asegurar un lugar más visible y respetado dentro del sistema global actual.

Mi perspectiva es que Xi Jinping ha desarrollado gradualmente su ambición de liderazgo global, un proyecto que ha dejado de circunscribirse sólo a Asia para abarcar la totalidad del planeta. Dicho de otra manera, Xi está intentando sustituir la Pax americana, el entramado de instituciones globales lideradas por Washington, por un nuevo orden más favorable a los intereses de China y de su gran aliado, Rusia.

Esa ambición se refleja también en su cercanía con Vladímir Putin. Se han reunido en 49 ocasiones a lo largo de los casi 13 años que han coincidido como los hombres fuertes de sus países. Ambos encabezan la expansión de los BRICS (originalmente conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como un contrapeso al poder de Washington, con una connotación cada vez más abiertamente anti-estadounidense.

Otra muestra de este intento de Xi fue el reciente Foro de Cooperación de Shanghái, en el que el presidente chino y su contraparte ruso se exhibieron como los grandes amigos de otros dos países con gravitas global, India y Brasil.

El inquilino de la Casa Blanca parece facilitarle la tarea a Xi con sus constantes ataques a la ONU y a los aliados tradicionales de Estados Unidos, como la Unión Europea y Canadá.

Sea cual sea tu punto de vista, la cumbre en Corea del Sur entre Trump y Xi dejó claro que el mundo vuelve a vivir un escenario bipolar, con Washington y Pekín como los grandes protagonistas del globo.

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