Apuntes Globales

Trump, Irán y México

Donald Trump se ha anotado un importante triunfo en el terreno de la seguridad nacional. Iba perdiendo tres a cero.

Contra todo pronóstico, Donald Trump decidió seguir a Israel y bombardear tres sitios en Irán, donde aparentemente enriquecían uranio para fabricar ojivas nucleares.

Trump insistió una y otra vez en campaña: no iniciaré una guerra internacional. Salió temprano de la reunión del G7 en Canadá para evaluar la situación en Irán. Anunció: tomaré dos semanas para decidir seguir o no a Israel en su ataque. Ordenó los bombarderos al segundo día.

La explicación de Fareed Zakaria, presentador de CNN, es la más plausible. Trump lo hizo por FOMO (miedo de no estar en la fiesta). Consideró que le saldría relativamente barato seguir a Israel y lograr un objetivo ansiado por sus tres antecesores –evitar que Irán enriqueciera uranio y se hiciera de una bomba atómica–.

Trump se ha anotado un importante triunfo en el terreno de la seguridad nacional. Iba perdiendo tres a cero. Ucrania sigue en guerra, Gaza en pedazos y con Irán no avanzaban las negociaciones.

Más allá de que se aclare hasta qué punto se destruyó la capacidad iraní de desarrollar armas nucleares, Trump está pisando más fuerte en el globo. Esta misma semana, negoció un cese de hostilidades Irán-Israel-Estados Unidos y acudió a la cumbre de la OTAN, en La Haya, donde logró una promesa de que los 32 países miembros (con excepción de España) incrementarán su gasto en defensa hasta 5 por ciento de su PIB.

¿Qué implicaciones tiene un Trump fortalecido en el terreno internacional para México?

Se avizoran dos escenarios: negligencia o avasallamiento.

Sobran ejemplos en la historia de quienes despachan en la Oficina Oval que han sido electos para tareas internas, pero que acaban consumidos por las demandas de la seguridad nacional.

George W. Bush fue electo en 2000 para ampliar la buena marcha de la economía del estado de Texas a nivel nacional, pero los sorpresivos ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 cambiaron radicalmente sus prioridades.

Trump, siempre sediento de gloria y seriamente interesado por ganar un Premio Nobel de la Paz, tendrá la tentación de abandonar sus promesas de campaña –priorizar lo interno– y tornarse en un presidente centrado en la seguridad internacional. Este escenario, también puede surgir por una sorpresa. Por ejemplo, Irán logrando una ojiva nuclear o China invadiendo Taiwán.

El inquilino de la Casa Blanca tiene, aún por mucho, el aparato militar más poderoso del planeta. A Trump le sobran los instrumentos para convertirse en lo que el analista Richard Haass llama “el alguacil renuente del mundo”.

Si Trump diera un giro en sus prioridades, como lo hizo George W. Bush en el otoño de 2001, la relación México-Estados Unidos entraría en un estadio de negligencia. Washington quedaría consumido por sus prioridades de seguridad global. En este escenario, las amenazas de Trump 2.0 hacia México no desaparecen, pero sí se diluyen. Sin duda, nos beneficia.

El escenario negativo es el de mayor avasallamiento. El mandatario se endurece; está convencido de que su instinto es razón y se asegurará de que todas sus amenazas se lleven a cabo: deportaciones masivas, unilateralismo ramplón en los terrenos de la seguridad y tráfico de drogas y más aranceles.

México tiene que estar preparado para un Trump más poderoso. Esta tiene que ser la carta para que la presidenta Sheinbaum regrese a la regla de oro post Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN): no se hace política interna con Estados Unidos, pues la relación con ese país es demasiado relevante para el bienestar de todas y todos los mexicanos.

AMLO rompió la regla. Y ahora los líderes legislativos, tanto de Morena como de otros partidos, intentan sacar raja política del trumpismo.

Trump debe ser el instrumento de Sheinbaum no sólo para abultar su popularidad sino también para imponer más disciplina en la clase política del país.

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