La Fiesta Está Viva

Luces regias

La tradicional “La Corrida de las Luces” se remonta al año 2005 en la ciudad de Huamantla, cuando Empretauro instituyó esta modalidad de festejo en la plaza de toros La Taurina.

El próximo viernes 18 de julio, la ciudad de Monterrey tendrá la gran oportunidad de vivir una experiencia única y emocionante al presenciar la tradicional “La Corrida de las Luces”, cuyo origen en nuestro país se remonta al año 2005 en la ciudad de Huamantla, cuando Empretauro instituyó esta modalidad de festejo en la plaza de toros La Taurina. En estos primeros 20 años, el festejo se ha institucionalizado y potenciado de manera importante en la ciudad tlaxcalteca, hoy bajo la exitosa y lúcida gestión de Feria Toro.

Las emociones y sensaciones que se viven en la antesala del festejo —con las luces, la música, la peregrinación y la solemnidad del momento— son inolvidables para quienes tienen el privilegio de asistir a una Corrida de las Luces. La Monumental Lorenzo Garza, en la ciudad de Monterrey, presenta a las 8:30 de la noche un cartel magnífico compuesto por tres toreros mexicanos de gran capacidad: los hidrocálidos Diego Sánchez, Luis David y Héctor Gutiérrez, ante seis toros de primera, procedentes del hierro queretano de Los Encinos.

En México padecemos el mal del malinchismo. Nos cuesta un potosí reconocer a los nuestros, no solo en el toreo, sino en prácticamente cualquier ámbito, ya sea deportivo, cultural o artístico.

Nuestra fiesta tiene una manera muy especial de ser concebida por el público: nos gusta ver torear bien, con sentimiento y despacio. Para ello, contamos con un toro excepcional. La creación de la forma de embestir del toro del encaste Llaguno comenzó hace más de un siglo, bajo la rigurosa y especial selección en tienta y empadres de los hermanos Antonio y Julián Llaguno. Se definió el fenotipo del toro, aunado a la adaptación natural de las vacas y toros que llegaron a principios del siglo XX a la orografía y clima zacatecano. Es un toro cuyo volumen es compacto y armónico, lo que le da la seriedad al cumplir los cuatro años. La importancia de su trapío no estriba en el inmenso volumen ni en el exceso de kilos.

Evidentemente, la evolución en nutrición, sanidad y selección le ha aportado al toro mexicano mayor volumen y trapío, sin perder la armonía en sus hechuras. Este aumento es una adaptación a la tauromaquia actual, donde se exige un toro más grande.

Justo es decir que la ganadería mexicana tuvo una debacle a principios de este siglo, posterior a su época de oro. Cuando muchos toros embestían, los ganaderos no se preocuparon por conservar la casta, priorizando la clase en la embestida, lo que resultó en una manifestación continua de sosería.

Obviamente, no se puede generalizar; esta apreciación es personal, reconociendo que seguimos disfrutando de grandes toros. Precisamente en ese punto bajo de casta, muchos ganaderos comenzaron a trabajar para revertir esta situación, por medio de importaciones de ganado español. Ya fuera del mismo encaste con el que los Llaguno trabajaron hace más de cien años, u otros más audaces que importaron encastes distintos en la búsqueda de ampliar la oferta en la manera de comportarse y embestir de los toros. Hoy gozamos de encastes como Llaguno, Buendía, Santa Coloma, Parladé, Domecq, Murube y alguno más.

Al final, todo el ganado proviene del mismo origen, siglos atrás; hoy en día podemos diferenciarlos por el trabajo de cada familia ganadera.

Eduardo Martínez Urquidi, escrupuloso ganadero de Los Encinos, ha preparado una preciosa corrida de toros para este viernes en la Sultana del Norte.

Los alternantes son tres grandes toreros. Si no los conoce, vaya a verlos; se sorprenderá de su capacidad, temple y sentimiento. Se van a dar un agarrón serio. La pelea por el cetro del toreo hidrocálido y mexicano siempre está en disputa. En México contamos con una baraja suficiente para sostener una buena estructura taurina, y que las figuras extranjeras sean la cereza del pastel.

¡A llenar la Monumental de Monterrey!

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