El bajacaliforniano Isaac del Toro volvió a la competición tras su sensacional actuación en el Giro de Italia de este año, donde consiguió el segundo lugar general, vistiendo durante 11 días consecutivos la Maglia Rosa y finalizando como líder de la clasificación de los jóvenes menores de 25 años. Una verdadera proeza, se mire por donde se mire.
Nos hizo soñar. Nos provocó la inigualable emoción de la victoria, de ver a un compatriota luchar, ganar, darlo todo con valor y entrega, con verdad. Un mexicano en lo más alto del más alto nivel competitivo, en lo que considero el deporte más duro, pero también el más bello: el ciclismo.
En tiempos de desazón, desunión, polarización, mentiras, asesinatos, prohibiciones, corrupción y mediocridad en deportes tan populares como el futbol, Isaac del Toro nos inyectó ilusión, alegría y la certeza de que no debemos dejarnos arrastrar por discursos pesimistas. Este país está conformado por gente honesta, trabajadora, sencilla, alegre y con enorme capacidad. La desgracia es que quienes nos dirigen no lo son.
El ciclismo es un deporte de equipo. Para que un corredor gane, el resto de sus compañeros debe apegarse a la estrategia, trabajar al servicio del líder. Si lo proyectamos a un país, se necesita un líder, una estrategia y un equipo. Hoy, lamentablemente, en nuestro querido México no los tenemos.
Por eso los triunfos de Isaac son también los triunfos de los mexicanos que, cada día, se levantan temprano a trabajar con disciplina, honradez e ilusión por mejorar su vida, sea cual sea su nivel. Esos millones de mexicanos son el corazón de un ciclista excepcional como lo es Isaac del Toro.
Tras su brillante Giro, Isaac tuvo una semana de entrenamiento regenerativo. Al día siguiente de su llegada a Roma, participó —y ganó— una carrera tipo critérium, que podemos considerar una exhibición.
Posteriormente, el equipo UAE —el más poderoso deportiva y económicamente del mundo— se apegó al plan de desarrollo de este diamante del ciclismo. Fue programado para liderar a su escuadra en la Vuelta a Austria, carrera categoría 2.HC del UCI Europe Tour, disputada del 9 al 13 de julio. Fueron 5 etapas con un recorrido total de 715 kilómetros, 13,779 metros de ascenso acumulado y la participación de 20 equipos, con 7 corredores cada uno.
Debido al entusiasmo social que despertó Isaac en el Giro, surgieron “expertos” en análisis deportivo que se han exhibido como improvisados y oportunistas. Supuestos conocedores de otros deportes —principalmente el futbol— se han atrevido a opinar sin saber más allá de que la bicicleta tiene dos ruedas.
Al nivel en el que compite Isaac del Toro, es preciso entender el manejo deportivo, psicológico y humano que requiere. Su capacidad como ciclista es enorme: su potencia física, su lectura de carrera, su colocación dentro del pelotón, su manejo en situaciones de crisis y su forma de asimilar tanto el triunfo como la derrota lo colocan, me atrevo a decir, entre los mejores del mundo.
Por ello, su desarrollo depende de una correcta planeación de temporada. Todos quisiéramos verlo correr en las tres grandes: Giro, Tour y Vuelta, como algunos han sugerido. Nada más absurdo. Es humanamente imposible, menos aún cuando acaba de cumplir 21 años.
Desde mi punto de vista, fue brillante programarlo para la Vuelta a Austria, que se lleva a cabo simultáneamente con la más grande de todas, el Tour de Francia, donde, por cierto, su compañero y amigo Tadej Pogačar domina con autoridad los primeros nueve días de competencia.
Asimilar haber perdido la Maglia Rosa a un día del final del Giro puede destruirte o fortalecerte mentalmente. Lo más común sería lo primero. Pero con ciencia e inteligencia, UAE ha potenciado la hazaña mexicana del Giro. Bien pudo haber sido gregario en el Tour bajo las órdenes de Pogačar, sufrir y desgastarse tres semanas bajo la enorme tensión del pelotón galo. Sin embargo, lo colocaron como líder de equipo en Austria, para dirigir e intentar ganar. Esta decisión aumentó su confianza, reafirmó su capacidad y lo coloca una vez más como ganador en la mente de los aficionados y del duro mundo del ciclismo.
En este deporte nada viene fácil ni se regala. Los Alpes austríacos no son sencillos. Todos en el pelotón querían vencer a Del Toro, hoy figura mundial. Isaac, como hacen los campeones, respondió como se esperaba de él: controló la carrera, demostró su potente explosividad en los finales alpinos con gran capacidad, soltura en las piernas y una clase que es un privilegio ver.
Sencillo, alegre y carismático, manejó las entrevistas, los podios y los kilómetros. Estamos ante un campeón de dimensiones insospechadas. Lo mejor es que es mexicano. Cuando los tiempos y los astros se alinean, grandes cosas suceden.
México ha padecido un atroz manejo de la Federación Mexicana de Ciclismo. Sus directivos fueron verdaderos hampones; Edgardo, un personaje nocivo a nivel casi carcelario. Las consecuencias han sido devastadoras. Se han hecho intentos por reestructurarla sin éxito. El río sigue revuelto.
Pero mientras Isaac brilla en Europa, una gran noticia llegó al ciclismo mexicano: Bernardo de la Garza, probado directivo deportivo a nivel nacional —bajo cuyo mandato en la CONADE México logró su mejor resultado olímpico— obtuvo el reconocimiento de la UCI para formar una nueva federación mexicana. Aunque aún deben resolverse trámites y procesos, sin duda es una noticia positiva para el desarrollo de este deporte, de tanto arraigo y talento en nuestro país. Buenos tiempos nos esperan si se trabaja con pasión, honradez y estructura.
Isaac del Toro ha vuelto a la victoria. Según los planes actuales del UAE, no correrá la Vuelta a España, pero es muy probable que lo veamos en la Clásica de San Sebastián en agosto, una carrera de un día de enorme prestigio, así como en otras competencias, como el Tour de Romandía.
Dominó la vuelta austríaca, ganando por 29 segundos a Archie Ryan del equipo Education First y por 47 segundos a su compañero de equipo, el excampeón mundial polaco Rafal Majka.
Qué orgullo, qué alegría y qué ilusión provoca el desempeño de Isaac del Toro. Que su temporada siga en ascenso, que los momentos difíciles los supere con inteligencia y que continúe regalándonos esas satisfacciones que solo en el deporte podemos encontrar.