Victorino Martín fue un ganadero de toros de lidia en España. En los años sesenta, se hizo con la ganadería de Escudero Calvo, encaste Albaserrada, rama origen Saltillo, que en aquellos años estaba destinada al matadero. Hombre de campo, tratante de ganado, don Victorino QEPD tenía claro lo que él buscaba como ganadero y quería aportar a las plazas de toros emoción, movilidad, casta y una manera muy especial de embestir. Que no hubiese prácticamente toros insulsos, que el malo fuera muy complicado y el bueno arara el suelo con el morro al embestir. Le tildaron de loco, de paleto; las figuras le dieron la espalda, pero él entendía perfectamente lo que el público de Madrid quería.
Se tuvo fe, apostó por Madrid y ahí comenzó la leyenda. En 1970, al toro “Velador” le dieron la vuelta al ruedo en Las Ventas de Madrid; en 1982, en esa misma plaza le indultaron a “Belador”, primer astado en lograr el honor en el ruedo madrileño.
Victorino se colocó en la cima; llegó a ser el ganadero que más cobró por una corrida. Su discurso dentro y fuera de la plaza fue siempre audaz. En 2011 recibió la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil por su trayectoria y aportación a la cultura. “Cobradiezmos” les colocó una vez más en la cima, aportando la inconmensurable clase al embestir aunada a la emoción en la acometida tras la muleta del sevillano Manuel Escribano en el dorado albero de la Real Maestranza de Sevilla, en la feria de abril de 2016. Toro de perfectas hechuras y mejor comportamiento, fue indultado y regresó al campo a regar su estirpe y dejar una importante descendencia en la finca ganadera del hierro de la A coronada.
Falleció en 2017; desde entonces su hijo, del mismo nombre, se ha hecho cargo de la ganadería manteniendo la categoría, adecuándose al toreo moderno sin perder nunca la emoción y expectativa en el comportamiento de sus toros.
El domingo pasado, la plaza de Las Ventas en Madrid le rindió un homenaje In Memoriam, exitosa iniciativa por parte de la empresa Plaza1, con un cartel de tres toreros que han triunfado con los toros de la familia Martín: Paco Ureña, Emilio de Justo y Borja Jiménez.
Transcurrió la corrida sin haber saltado al ruedo el toro que llenara las expectativas de público, ganadero y toreros. El público, ante las complicaciones sordas de los primeros 4 toros, mantuvo una actitud fría ante el esfuerzo de los diestros. Con el quinto, De Justo cuajó una sensacional tanda por naturales; el toro dio pocas embestidas más de calidad, por lo que la faena no terminó por explotar. Ejecutó una estocada templada, en lo alto, de libro, que sirvió para que, aunada a su faena, se le otorgara una oreja.
Quedaba un solo cartucho, el sexto de la tarde, bien hecho, bajo, largo de caja y con la seriedad del toro cuajado; pisó el ruedo venteño “Milhijas”. El turno era de Borja Jiménez, torero que día a día escala la compleja escalera del éxito taurino. Novillero triunfador en su época, alternativa de categoría máxima un domingo de resurrección, triunfó y casi de inmediato al banquillo del toreo. El sistema se autodevora si no eres apoderado por la cúpula del poder. Toreas si te lleva una casa de apoderamiento que controla el campo, tiene plazas de toros y utiliza a los toreros en intercambios comerciales entre similares, lo cual es útil monetariamente para ellos, pero va en contra de la libertad del arte de torear, donde deben actuar los que interesan y no los que generen intereses.
Siete años parado, entrenando a diario, sin un contrato, con el desprecio empresarial, pero con el reconocimiento a su tauromaquia por parte de los ganaderos que no dejaron de llevarlo a los tentaderos; así mantuvo la ilusión, la fe en él mismo, sabiendo que el día llegaría. La Copa Chenel lo puso en el escaparate una vez más en 2023; una injusticia le dejó fuera de la final y le recompensaron con una corrida de verano en Madrid, ese mismo año, ante un encierro imponente y encastado de la ganadería francesa de Robert Margé. Borja impactó; de no ser por la espada, hubiera abierto la Puerta Grande. Le repitieron en La Feria de Otoño ese año y consiguió abrirla hacia la calle de Alcalá con un encierro de Victorino Martín al que le cortó tres orejas.
Desde entonces no ha dejado de triunfar; el empresariado no se lo ha puesto fácil, él ha respondido, cada vez está mejor, maneja la presión de los despachos con argumentos en el ruedo. Ante “Milhijas” cuajó una gran faena de principio a fin, rotundo, con empaque, pasándose al toro cerca, entendiendo las complejas embestidas del buen Victorino. Estocada entera, dos orejas y una vez más a hombros por la ansiada Puerta Grande para consolidarse como un torero con potencial demostrado de figura que ha llegado para quedarse.
Dos historias que se cruzan, que tienen el común denominador de luchar contra la adversidad, tenerse fe y no cesar con disciplina y valor en buscar alcanzar los sueños. El toreo, escuela de vida.