La Fiesta Está Viva

Malva y azabache

Hoy, por una iniciativa ciudadana de poco más de 20 mil firmas, cientos de miles de aficionados a los toros en la capital ya no podemos vivir en plena libertad.

En primavera, la CDMX se viste de malva; las jacarandas embellecen algunas partes de la ciudad, haciéndonos pensar que la realidad es otra, que vivimos en paz y armonía, con respeto y democracia.

Es clara que la realidad es amarga; la jefa de gobierno de esta ciudad claramente ha dividido a la población capitalina. A los cientos de miles que gustamos de la tauromaquia nos ha arrancado de tajo un derecho y una libertad; ya no todos somos iguales. Hoy, por una iniciativa ciudadana de poco más de 20 mil firmas, cientos de miles de aficionados a los toros en la capital ya no podemos vivir en plena libertad.

Es clara la manipulación política; nos utilizaron como moneda de cambio para darle su caramelo al nene Sesma, que llevaba 10 años sin lograr nada y, como hoy los gánsteres del Verde son utilizados por Morena para conseguir titulares en los medios, a los ciudadanos una vez más nos llevaron entre las patas.

Es clara la actitud acomplejada de los activistas que van de foro en foro mintiendo con argumentos que han repetido mil veces y hoy los toman como credo. Alguno de ellos, con sonrisita irónica, comenta venir de familia taurina. Sería normal que respetara, aunque no le gustaran los toros, por lo que creo que hay algo psicológico más profundo, quizá una falta de aceptación o adaptación familiar, y por eso se entiende mejor con los animales a los que pretende defender, pero terminará extinguiéndolos si esta sinrazón continúa.

Está claro que a la jefa de gobierno de esta ciudad no le gustan los toros; es válido, fue activista desde sus inicios políticos, dirigió una de las alcaldías más peligrosas e inseguras de la capital. Iztapalapa, donde según hemos podido investigar, en nada se mejoró la vida de los conciudadanos iztapaleños. Desgraciadamente, es clara la falta de talento político hacia las minorías. Nos han prohibido una tradición que está por cumplir 500 años, argumentando que la CDMX será un mejor sitio para vivir. Es clara su desinformación, es clara la manera para evadir problemas reales como el transporte público, el pésimo estado del pavimento en toda la ciudad, la contaminación que nos ahoga, el desabasto de agua y, desde luego, la inseguridad.

Los capitalinos no podemos utilizar un portaplacas en los coches, no podemos ir a los toros, no podemos caminar por la noche por no sentirnos seguros, pero, eso sí, pretenden dar una imagen de progreso por abrazar un perro, llevarlo en carriola o castrarlo; lo que sí es crueldad.

La tauromaquia es un rito, en el que se venera al toro, se crea arte con su instinto por embestir, se le cría y se le cuida. Sí sangra, sí muere. El 7% que llega a la plaza da sustento, vida y razón a las 118 mil cabezas de ganado que permanecen viviendo en 170 mil hectáreas en equilibrio ecológico. Esto no importó. Es clara su intención de no escuchar, de no pensar en el efecto secundario inmediato de este atropello democrático. Es clara la manera de gobernar, más mediática que práctica; es clara la manera de ignorar nuestras tradiciones y costumbres.

De malva y azabache hizo Morante una de las faenas más grandes en la Plaza México. De malva se viste la CDMX en primavera; qué lejos estamos ahora de poder vivir como entonces. Morante ha vuelto, ha lidiado con su toro más peligroso y traicionero, su confeso padecimiento mental. Se le ha visto con la enorme rotundidad taurina de siempre, dos orejas al primero, toreando con la narrativa histórica del toreo, con la profundidad del cante hondo, con la alegría de la primavera y la seriedad del toreo. Con su segundo, que no tuvo opciones, abrevió para luego declarar con su habitual genialidad: “vamos paso a paso”.

Pienso en el calvario de este hombre por aferrarse a la vida; se aferra al toreo. Vive para ello y su vocación lo lleva a no sucumbir ante sus demonios. El torero se aferra al hombre y viceversa. Qué grandeza y qué admirable actitud.

Clara es la pérdida de valores hoy en la humanidad. Clara es la visión prohibicionista. Clara es la división entre los mexicanos. Clara es la debacle que vivimos como sociedad.

Nos queda el toreo. Salvémoslo con honor. Estoy seguro de que existen políticos serios con visión democrática en todos los partidos; pedimos ser escuchados y tomados en cuenta.

México es mejor con toros que sin toros.

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