El primer informe de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum quedará en la memoria colectiva no solo por ser el primero encabezado por una mujer, sino porque mostró con claridad que la esperanza sembrada en 2018 sigue dando frutos. Con convicción, la comandante de las Fuerzas Armadas reafirmó que la Cuarta Transformación no se detiene: se profundiza con firmeza, voluntad política y resultados.
Los datos lo confirman: 13.5 millones de personas han salido de la pobreza y México es hoy el segundo país con menor desigualdad en América Latina. No se trata de un accidente, sino de los efectos de un proyecto político que —por primera vez en mucho tiempo— puso en el centro a quienes más lo necesitaban y que entendió que los derechos sociales son la base del bienestar.
Hoy, más de 32 millones de familias reciben de manera directa los Programas para el Bienestar: pensiones para personas mayores y con discapacidad; becas para estudiantes de todos los niveles; apoyos a campesinos, pescadores y sembradores; recursos que por primera vez llegan directamente a pueblos indígenas y comunidades afromexicanas. Como dijo la presidenta con toda claridad: se trata del plan social más ambicioso en la historia de México.
La seguridad social se expresa también en salud, vivienda y educación: este año el abasto de medicamentos superará el 90%; se han inaugurado 31 hospitales en todo el país; se avanza en la construcción de casi 400 mil viviendas; y se consolida el derecho a la educación con el Bachillerato Nacional, la expansión de universidades públicas y el principio irrenunciable de que la educación no es un privilegio, sino un derecho para todas y todos.
El incremento histórico al salario mínimo —135% en términos reales desde 2018, más un 12% este año— deja atrás la narrativa neoliberal que advertía que subir salarios causaría inflación o desempleo o inestabilidad económica. Hoy, sabemos que garantizar un ingreso digno no solo es justo, también es posible y eficaz.
Esta apuesta por la justicia social también alcanza al magisterio: con mejores sueldos, vacaciones ampliadas y un sistema de pensiones fortalecido, miles de maestras y maestros podrán aspirar a un retiro más digno. Y detrás de estos avances hay un marco legal sólido: reformas constitucionales que blindan los Programas de Bienestar, reconocen el derecho a la vivienda y avanzan hacia la igualdad sustantiva y una vida libre de violencias para las mujeres.
Además, por primera vez en la historia, se reconoció legalmente el derecho a la seguridad social para quienes trabajan en aplicaciones digitales. Gracias a esta reforma, quienes ganan más de un salario mínimo podrán acceder a un esquema integral de protección, y quienes tienen ingresos menores contarán con cobertura frente a accidentes. Es un paso fundamental hacia un sistema que no distinga entre trabajadores de primera y de segunda.
Como secretario general de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social, celebro que México esté marcando un rumbo regional. La ampliación de la cobertura de salud, el fortalecimiento de los derechos sociales y la inversión en infraestructura social son pruebas de que, cuando hay voluntad política, es posible transformar la vida de millones.
La presidenta lo dijo con emoción y con razón:
“Vamos bien y vamos a ir mejor. Por nuestro pueblo, por nuestra patria, vale la pena dar cada hora, cada minuto y cada aliento de nuestros días.”
Esa entrega honra el mandato popular y consolida un camino histórico: el de un país más justo, más solidario y que no deja a nadie atrás.