Aunque la IX Cumbre de la CELAC en Tegucigalpa ocurrió hace unas semanas, sus repercusiones apenas comienzan a desplegarse. ¿Por qué seguir hablando de ella? Porque en un mundo atravesado por crisis simultáneas —desigualdad, migración, cambio climático, tensiones comerciales—, América Latina vuelve a ocupar un lugar central en el tablero geopolítico global.
China ha convocado para hoy, 13 de mayo, una reunión con cancilleres y al menos cinco presidentes de la CELAC, con el objetivo de profundizar su relación comercial y diplomática con la región. La inédita presencia de varios jefes de Estado en esta cita subraya la importancia estratégica que China otorga a América Latina y el Caribe como contrapeso a la influencia de Estados Unidos. Por su parte, la Unión Europea prepara, para finales de este año, la IV Cumbre UE-CELAC en Colombia, donde buscará consolidarse como socio estratégico de la región a través de inversiones, cooperación científica y transferencia tecnológica.
En este contexto, la reciente cumbre de Tegucigalpa no fue un evento más: fue un acto de voluntad política que nos recuerda que la integración regional no es un lujo, sino una necesidad urgente. Desde la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS), participamos con una convicción clara: esa integración no puede quedarse en lo diplomático, tiene que sentirse en la vida cotidiana de nuestras poblaciones —en su acceso a la salud, a las pensiones, a los cuidados y a la protección frente a los nuevos riesgos laborales.
En este espíritu, comparto tres claves que, desde la CISS, consideramos fundamentales para construir una integración regional efectiva y transformadora:
1. HACER DEL BIENESTAR UN PROYECTO COMÚN
Una de las propuestas más relevantes de la cumbre fue presentada por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum: convocar a una cumbre por el Bienestar Económico de América Latina y el Caribe. Esta iniciativa recupera la idea de que la integración debe estar al servicio de la dignidad humana, y la convierte en una agenda concreta basada en derechos sociales, prosperidad compartida y respeto a las soberanías.
Desde la CISS creemos que el bienestar es una infraestructura viva, construida con políticas públicas y cooperación técnica. Temas como salud, cuidados y movilidad humana deben estar en el centro de toda estrategia regional.
2. CUMPLIR LO PACTADO: LA DECLARACIÓN DE TEGUCIGALPA COMO HOJA DE RUTA
Treinta países miembros firmaron la Declaración de Tegucigalpa, un documento que va más allá de los principios: establece líneas de acción claras en temas estratégicos como la transición energética, la autosuficiencia sanitaria, el cambio climático, la igualdad de género y el desarrollo científico.
Para la CISS, cumplir esta declaración es avanzar hacia una integración con justicia social.
3. CONVERTIR LA COMPLEMENTARIEDAD ECONÓMICA EN INTEGRACIÓN REAL
Los acuerdos entre México y Brasil muestran el potencial de una integración productiva. Pero para que sea justa y sustentable, debe incluir a toda la región en cadenas de valor que no reproduzcan desigualdades.
Desde la CISS impulsamos una visión de cooperación que priorice el intercambio de conocimientos, tecnología y experiencias públicas. Nuestra región tiene el potencial de ser un referente global en soluciones sociales adaptadas a contextos diversos. Y ese potencial solo puede realizarse si la integración deja de ser una aspiración y se convierte en una realidad compartida.
Hoy más que nunca, América Latina y el Caribe necesitan integración. Pero no cualquier integración: una que defienda la vida digna, la justicia social y el desarrollo sostenible.
Esa es la apuesta que hicimos en Tegucigalpa. Y es la apuesta que debemos sostener todos los días.