El reciente desembarco español en América trae como Almirante de la Mar Océana a Pablo Iglesias –hasta hace poco vicepresidente de su país–. Llega con el evangelio del populismo autoritario para ayudar a destruir la democracia liberal.
Desembarcó con un canal de televisión online de alcance continental, Canal Red, además de su periódico Diario Red, para “enfrentar a la internacional mediática reaccionaria”.
Viene a alentar la polarización ideológica.
Para darse una idea de qué anima al personaje, lea esto que recordó la semana pasada el veterano periodista español Santi González (Tribuna Vasca, Cambio 16, El Correo, El Mundo, The Objective). Iglesias grabó un canto de amor a la guillotina:
“El bueno de Jean Paul Marat la llamó ‘la máquina Louison’ en honor a Luis XVI. ¡Cuántos horrores nos habríamos ahorrado los españoles de haber contado a tiempo con los instrumentos de la justicia democrática! Y es que como dijo Robespierre: ‘castigar a los opresores es clemencia. Perdonarlos es barbarie’. ¡Qué actual la reflexión de ese gran revolucionario!”.
Iglesias brincó de la política en las cortes madrileñas a los medios de comunicación porque, a su modo de ver –olfato tiene, sin duda–, la guerra del populismo contra la democracia tiene en las redes sociales un campo de batalla fundamental.
La historia de los apoyos económicos recibidos consolidan el relato de sus objetivos.
De acuerdo con la prensa española, la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), donde figuraban Pablo Iglesias, Íñigo Herrejón y otros dirigentes del partido Podemos, recibió del gobierno de Hugo Chávez por lo menos tres millones 700 mil euros entre 2002 y 2012.
En noviembre pasado se dio a conocer que la productora de Iglesias, Agitprop, llegó a un acuerdo con el gobierno de Gustavo Petro para que su programa La Base fuera emitido en la televisión pública de Colombia.
En España, el programa presentado por Iglesias, Fort Apache, se emitió durante siete años por el canal iraní en español, HispanTV, operado por el gobierno islámico de Irán.
Un informe del US Defense University explica cómo fluyeron alrededor de nueve y medio millones de dólares a la productora del programa de Iglesias (360 Global Media), incluyendo fondos del Emirates National Bank of Dubai.
Apenas el 25 de julio, Pablo Iglesias presumió un video con las nuevas instalaciones de Canal Red para América Latina, en la Ciudad de México, donde colaborarán destacados miembros de la izquierda populista de Argentina, Bolivia, Uruguay, Colombia, entre otros.
El desembarco de Podemos y de Pablo Iglesias en América Latina no es un episodio más de la globalización mediática, sino que es parte de una ofensiva ideológica.
Busca fortalecer el discurso de odio que tiene a la mentira y la manipulación informativa como piedra angular.
La batalla cultural, pues, está dándose en los medios de comunicación, aunque algunos no se hayan enterado.
Para el Almirante de la Mar Océana que acaba de desembarcar en nuestras costas, “donde hay propiedad privada hay corrupción”.
“Lo que ocurre y ha ocurrido en Venezuela y América Latina es y seguirá siendo una referencia fundamental para los ciudadanos al sur de Europa”. Y no lo dijo como advertencia, sino como un camino a seguir.
“La verdad es que para darle el Nobel de la Paz a Corina Machado, que lleva años intentando dar un golpe de Estado en su país, se lo podrían haber dado directamente a Trump o incluso a Adolf Hitler a título póstumo”.
Inna Afinogenova, ex subdirectora de Russia Today (RT), órgano de propaganda del Kremlin que está prohibido en Europa, al que renunció por –muy pocos se lo creen– desacuerdos con la invasión a Ucrania, es la directora del Canal Red que nos trae Pablo Iglesias. Ella explica a qué viene:
A “que se consolide como una alternativa para las audiencias latinoamericanas en un momento en el que la internacional reaccionaria, apoyada por el poder económico y el poder mediático, avanza en su batalla cultural contra todo lo que tenga que ver con movimientos populares, avance en derechos y, en definitiva, el progresismo”.
El escritor y catedrático español César Antonio Molina, expuso con claridad, en The Objective lo que esa izquierda (digo esa, porque afortunadamente también hay de la otra) tramposa, populista y autoritaria ha pretendido hacer en su país:
“Hoy la opresión, todavía moderada por la incompetencia de sus responsables, viene organizada desde este gobierno ‘progresista’. Control de los medios de comunicación, desprecio a la Constitución, desprecio a la división de poderes, desprecio a la monarquía parlamentaria, corrupción admitida y generalizada desde las más altas estructuras del partido socialista”.
La batalla llega a los medios de comunicación de América Latina.
Sostiene César Antonio Molina:
“Para evitar ser cómplices de la mentira no hay que difundir bulos cuyo contenido no esté verificado. Fiarse de los medios de comunicación solventes. Atender a los jueces. Dar voz a los intelectuales. Escuchar a los pensadores críticos, prestigiosos e independientes”.
Ahí está el campo de batalla, en las redes y en los medios tradicionales.
¿Habrá que rendir la plaza ante Iglesias, Afinogenova y sus mecenas nativos?
¿Vivan el odio, la mentira, y muera el acuerdo?