Nueva Era

Trump al mundo: ódiame más

Donald Trump, el hombre que cree que la grandeza de EU se logró gracias a los aranceles, anunció un alza de impuestos a las importaciones de acero que únicamente afecta a sus principales socios comerciales.

Madrid.- Más que amenazado, lo que conocemos como Occidente, está roto. Donald Trump, no Putin ni Xi Jinping, lo ha partido.

En privado, Trump acuerda con el autócrata ruso los términos del fin de la guerra con Ucrania, que significará el avance territorial de Rusia a costa de su vecino, al que invadió militarmente y somete a una guerra contra su voluntad.

Todo apunta a que va a entregar a Ucrania de la misma manera en que Daladier y Chamberlain entregaron parte de Checoslovaquia a Hitler, con los mismos resultados: el nuevo zarpazo de expansión territorial no tardó en llegar. (Con una gran diferencia, si cabe: Chamberlain era un hombre de buena fe).

Europa tiembla ante esa posibilidad, pues en la lista de Putin están tres países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) y posiblemente Polonia.

Los líderes europeos convocan a aumentar el gasto en defensa ahora que no cuentan con la certeza de la protección de su aliado Atlántico, Estados Unidos.

Esos líderes están a la baja, por su escasa credibilidad, y le van a cargar su gasto en defensa a la próxima generación, vía más deuda, porque subir impuestos los hará perder el poder.

Donald Trump, el hombre que cree que la grandeza de Estados Unidos se logró gracias a los aranceles, anunció un alza de impuestos a las importaciones de acero que no afectan a ninguno de sus adversarios, sino fundamentalmente a tres países de Occidente, dos de ellos socios privilegiados con un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos: Canadá y México.

Además del daño a sus aliados, Trump golpea al avispero anti-Estados Unidos en el mundo.

Los venezolanos que ganaron las elecciones a Maduro fueron abandonados por Trump y 600 mil de ellos, que se han refugiado en Estados Unidos, quedarán en condición de deportables este año, por el cambio de estatus que decidió su “salvador”.

Regresar a Venezuela o van a Guantánamo, es la elección.

La cohesión ciudadana en torno a la Presidenta de México luego de las amenazas y el maltrato de Trump ha disparado la aceptación de Claudia Sheinbaum, lo que le permite acelerar el desmantelamiento de las instituciones democráticas y consolidar el régimen populista autoritario.

Trump cerró (ilegalmente) la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), creada por el Congreso de ese país a propuesta del presidente John F. Kennedy, como un “poder blando” que ayuda a sectores vulnerables en países débiles, y a ONG que trabajan por las libertades en países autoritarios.

Elon Musk, el hombre más rico del mundo, le quita el pan y las medicinas a los niños más pobres del mundo: USAID ha contribuido a bajar la mortalidad de menores de cinco años en 50 por ciento en Somalia y Etiopía desde 2015 a 2020; la muerte por VIH también ha caído a la mitad y por tuberculosis ha bajado en 35 por ciento.

Esa ayuda en países de África y Asia tal vez no la agradezcan, pero cuando les falte van a odiar más a Estados Unidos. Y tal vez China ocupe su lugar.

Lo de comprar Groenlandia, o tomarla por la fuerza si la corona danesa no se la vende, es una bofetada a uno de los estados más comprometidos con la defensa Atlántica, Dinamarca.

Un país miembro de la OTAN tomaría por la fuerza el inmenso territorio ártico que jurídicamente es de otro país de la OTAN. Es una locura, pero no es una broma.

Sería el fin de la alianza atlántica. El pistoletazo para que cada potencia actúe conforme a sus intereses y no con base en reglas acordadas a partir del fin de la II Guerra Mundial: ningún país puede cambiar sus fronteras por la fuerza.

El aliento del círculo cercano de Trump a partidos extremistas y antieuropeístas en Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia, juega en contra de Europa y de los valores liberales que llevaron al triunfo sobre el fascismo y el comunismo, y lograron un incremento nunca antes visto en los niveles de vida de la población.

Con Trump vienen más regulaciones, aranceles, populismo nacionalista.

El presidente de EU amenazó con tomar el Canal de Panamá para apropiarse de esa ruta marítima y encarecerle al mundo las compras.

Ya obtuvo concesiones del gobierno panameño que evitan, por ahora, una invasión. Pero tendrá el odio de los ciudadanos de ese país, pues fueron humillados.

China, con ese argumento, tomaría las islas vietnamitas del Mar del Sur de Asia, por donde pasa 35 por ciento del comercio de India y 20 por ciento del de Japón. Y desde luego tomaría Taiwán.

Contra toda lógica liberal, Trump le quiere meter mano al mercado del petróleo para bajar los precios de manera artificial.

Tiene la obsesión por expulsar a los ciudadanos de Gaza (de su tierra, a dos millones 300 mil palestinos), hacer ahí una suerte de resort o fraccionamiento estilo Mar-a-Lago, y mandar a los dueños de casa a Jordania y Egipto.

Los gazatíes que no son terroristas (la gran mayoría) sin duda van a serlo. Más terrorismo, más odio, más deshumanización, será el resultado.

Aranceles para el mundo, salvo para quienes vayan a producir a Estados Unidos. ¿Y el costo de la mano de obra, lo van a bajar?

Con aranceles los estadounidenses comprarán más caro.

Abraza el proteccionismo comercial del presidente Mc Kinley, quien días antes de su muerte reconoció el error: “El aislamiento económico ya no es posible ni deseable”.

Dice que va a sacar a millones de inmigrantes ilegales. Si lo llega a lograr, desmantela muchas industrias, como la restaurantera: ¿van a comprar, los estadounidenses, hamburguesas en 40 dólares, por decir una cifra exagerada?

¿Y el precio de la construcción, las frutas, las verduras …?

Sea cual sea el desenlace del cuatrienio de Trump, Estados Unidos volverá a ser el país más odiado del mundo.

El mal menor tal vez sea la derrota electoral en 2027, por los efectos inflacionarios de sus ocurrencias.

Veremos hasta dónde avanza en la destrucción de las instituciones democráticas de Estados Unidos, de ahora hasta las elecciones intermedias (2027).

Y en nuestros países, los que aplaudieron la llegada de Trump al poder ya han tenido suficientes muestras de que ser trumpista y ser liberal es completamente incompatible.

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