Uso de Razón

Enrique de la Madrid y la extraña derrota de junio

Las dirigencias de PAN y PRI deben explicar qué pasó en la extraña derrota del 2 de junio pasado. ¿Por qué no hubo representantes en todas las casillas?

Sin alardes ni señalamientos personales, Enrique de la Madrid anunció la semana pasada su salida del PRI en una sustanciosa entrevista con Joaquín López-Dóriga.

Hubo un dato en la entrevista que amerita una amplia explicación de las dirigencias nacionales del PRI y del PAN.

Dijo Enrique de la Madrid: “¿Cómo es posible que en la propia alianza (de junio, PAN-PRI-PRD) no hubiéramos sido capaces de cubrir con representantes todas las casillas electorales? Los partidos reciben recursos, miles de millones (de pesos), y lo mínimo era cubrir todas las casillas”.

La respuesta a ese cuestionamiento es vital y es necesaria, para entender lo que pasó.

¿Quiénes pactaron –y en qué estados– dejarle a Morena el cuidado de las casillas, la apertura de urnas y el llenado de actas?

Una revisión de la prensa de los días posteriores a la elección arroja pistas desperdigadas y diversas: PRI y PAN, partidos con militancia, estructura y una millonada en presupuesto, no cubrieron con representantes alrededor de 40 por ciento de las casillas.

Los datos publicados –tal vez con amplios márgenes de error– indican que el PRI sólo tuvo representantes en 60 por ciento de las casillas.

Y el PAN dejó de vigilar 34.1 por ciento de las mesas de votación.

Sorprende el dato de que en la Ciudad de México la oposición, donde llevó un candidato competitivo, perdió por inusitada diferencia. Y los partidos de la alianza no se presentaron en 41 por ciento de las casillas.

La elección de junio partió manchada de origen por el fraude en la ‘encuesta’ de Morena.

El fraude, a través de la inducción al voto en favor de la candidata de López Obrador, Claudia Sheinbaum, provocó la denuncia del aspirante Marcelo Ebrard.

Luego entre morenistas se arreglaron con el reparto de secretarías y diputaciones.

Sin embargo, lo que ahora comienza a develarse es tal vez la punta de la madeja que explicaría el resultado final de los comicios, que tomó por sorpresa a los propios morenistas.

Tal vez lo sucedido no alteró el orden de la posición que ocuparon las candidatas ni los partidos en sus listas para el Congreso, pero sí podría arrojar luces del porqué de la abultada diferencia.

¿No es así?

Es muy sencillo de aclarar: que los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional hagan pública la información de cuántas casillas dejaron de cubrir el 1 de junio.

Y que se enseñen las actas de todas las casillas del país para que sepamos dónde hubo cero votos para la oposición.

El mayor porcentaje de votantes en las pasadas elecciones se registró en los estados de Oaxaca y Chiapas.

Ahí el espíritu cívico y la politización brillaron mucho más que en Jalisco, Nuevo León y la Ciudad de México, por ejemplo.

En Oaxaca, Guerrero y Durango estuvo el mayor número de ‘casillas zapato’.

Más que un trabajo periodístico, por las trabas para acceder a la información completa y el tiempo que tomaría (cada vez se hace menos periodismo de investigación, por razones económicas), el PAN y el PRI, que cuentan con subsidio federal, deberían mostrar los datos y las actas para que sepamos cómo fue verdaderamente la elección.

Si la oposición dejó a Morena y aliados el control de cerca de 40 por ciento de las casillas, tal vez tengan razón los que sostienen que en las elecciones federales de junio hubo fraude.

Enrique de la Madrid lo mencionó como algo insólito: ¿por qué no hubo representantes en todas las casillas?

Su despedida de las filas del partido que hizo presidente a su padre no fue estridente: “Me siento orgulloso del PRI de las mejores causas: el que puso fin a las luchas entre militares, el PRI de la apertura de la economía y a la globalización, y también del PRI de la transición democrática pacífica”.

Dijo que él no se bajó de la contienda interna por la candidatura presidencial, sino que “me bajaron”, con una encuesta que se sacaron de la manga a fin de dejar solamente a tres: Creel, Beatriz Paredes y Xóchitl.

No despotricó contra Xóchitl: “Me sumé a ella, cumplí mi palabra. Pero no me bajé, me bajaron”.

Por lo que dijo se deduce que hubo un acuerdo para bajarlo. Y que lo mismo le sucedió a Beatriz Paredes: la bajaron.

Se va del PRI (“de lo que queda del PRI, de sus despojos”, apuntó López-Dóriga, no sin razón) para “construir nuevas alternativas”.

Buscará ejercer una oposición inteligente, que no contribuya a acrecentar la polarización sino el entendimiento.

Veremos si con los intentos de nuevas formaciones políticas surgen luces de esperanza para quienes no simpatizan con Morena y quieren aportar sus capacidades para vivir en un país seguro y próspero.

Falta que a esas personas les digan cómo colaborar y en qué plataforma.

Y que las dirigencias de PAN y PRI expliquen qué pasó en la extraña derrota del 2 de junio.

COLUMNAS ANTERIORES

¿Quién pierde con la ruptura del T-MEC?
¿También usted, Presidenta?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.