El conflicto entre Irán e Israel ha ingresado a una fase que no solo redefine la geopolítica regional, sino que también plantea escenarios peligrosos en el mundo.
Esta escalada, acompañada de amenazas nucleares y operaciones militares de alta intensidad, transformará la dinámica diplomática, militar y económica del Medio Oriente y del planeta… y de paso le está funcionando a Donald Trump como un escaparate para mostrar el poder militar de EU y como cortina de humo ante los graves problemas que aquejan a su país.
Esta nueva guerra en la que se baten potencias mundiales comenzó cuando Israel afirmó haber destruido instalaciones nucleares de Irán, con Netanyahu declarando: “no estamos contra el pueblo iraní, estamos contra el régimen asesino de los ayatolás”.
De acuerdo con organizaciones como Amnistía Internacional, desde que comenzó la Revolución Islámica en 1979, la condición de los derechos humanos en Irán se ha ido deteriorando. En su reporte del año pasado, Amnistía señala que las autoridades de Irán limitan seriamente la libertad de expresión, de reunión y de asociación. Mujeres, niñas, personas LGBTI+, así como minorías étnicas y religiosas son el blanco de políticas regresivas y fundamentalistas.
Todas estas minorías han enfrentado discriminación y violencia de manera sistemática, y la represión se volvió aún más dura, especialmente contra las mujeres que se niegan a seguir las leyes del uso obligatorio del hiyab, contra la comunidad bahaí y contra personas refugiadas y migrantes afganas.
Bajo el régimen de los ayatolás, miles de personas fueron arrestadas sin justificación, acosadas, interrogadas o llevadas a juicio de forma injusta solo por ejercer sus derechos. Los procesos judiciales, en su mayoría, no fueron imparciales. Las desapariciones forzadas, la tortura y los malos tratos son algo común y parte del sistema. Además, se aplican castigos corporales como azotes o amputaciones.
Las acciones militares buscan detener el enriquecimiento de uranio con proyección castrense, luego de que en junio se reportó que Irán contaba con suficiente material para fabricar hasta 15 bombas atómicas.
En este contexto, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha instado directamente al pueblo iraní a levantarse contra el régimen mientras afirma que atacar a sus líderes —como el Ayatolá Alí Jamenei— “no escalaría el conflicto, lo acabaría”.
A su vez, Trump ha planteado la intervención militar e incluso eliminar al líder supremo de Irán y usar ojivas nucleares tácticas para frenar el programa nuclear.
Esta narrativa exacerba la presión política, pues, por un lado, fortalece la imagen de Trump y Netanyahu como salvadores ante sus bases, mientras distrae de problemas internos como la inflación o las acusaciones de abusos en contra de los migrantes, por ejemplo.
Sin embargo, la retórica de Trump choca con la postura de Europa, Rusia y China, que llaman a la prudencia. Y mientras Rusia advierte que “estamos a milímetros de un desastre nuclear”, la UE busca mediar en Ginebra. En resumen, el equilibrio global está en tensión, condición que le fascina a Donald Trump, quien, fiel a su estilo, se debate entre la amenaza nuclear y una opción estratégica para derrocar al régimen fundamentalista de los ayatolás, que lleva casi medio siglo en el poder y que es el más extremista, asesino, corrupto y promotor del terrorismo a nivel mundial… y rechazado por 85 por ciento de la población iraní.
SOTTO VOCE
La gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, ha estado realizando un intenso trabajo de prevención y difusión de información ante la llegada del huracán Erick a la entidad, que ayer se degradó a tormenta tropical. No obstante, ante la contingencia, la mandataria ha sostenido una colaboración estrecha con el gobierno federal y gobiernos municipales. Se nota la experiencia que Evelyn Salgado ha adquirido para atender este tipo de situaciones, así como el fuerte liderazgo con que cuenta.
