Trópicos

Extorsiones, el dolor de cada día

Los extorsionadores son encantadores de serpientes; tienen preparada una estrategia que involucra hechos falsos y actuación, producción y creación de evidencias engañosas para que las víctimas se adentren en sus aguas pantanosas.

Hasta que no tienes la mala experiencia de vivir una extorsión, o un intento de ese flagelo, que crece como hierba sobre pantano en México, no te das cuenta del impacto emocional y económico que puede significar uno de los agravios que más padecemos en este país.

Seguramente todos hemos escuchado la angustiante historia de alguien que enfrentó uno de estos episodios de extorsión cuyas diversas modalidades están al acecho en cada paso que damos en nuestro día a día.

Los estafadores son como las células cancerígenas; en cualquier momento pueden aparecer. Por supuesto, peor es cuando a uno mismo le sucede.

Hace unos días viví una de esas inmersivas travesías, que por fortuna (si es que a eso se le puede llamar “fortuna”) no se cumplimentó el delito, aunque el intento de extorsión estuvo en marcha recorriendo los espesos segundos de una semana completa bajo el peso psicológico de estar en comunicación con los delincuentes.

En ese tiempo aprendes que la paciencia y la fortaleza mental son claves en estas circunstancias, donde sabes que pueden aparecer en cualquier momento amenazas o violencia, que es cuando la extorsión queda sustentada como un delito.

Así es, tiene que quedar registrada una palabra o frase violenta para que entonces se pueda judicializar. Por eso los expertos te recomiendan guardar todo tipo de evidencia hasta que el alacrán muerda y deje evidencia de su veneno.

En algunos casos, como en el mío, los extorsionadores abren un juego de ajedrez psicológico para obtener su objetivo final, que es despojarnos del dinero o de algún valor material: los vehículos están de moda.

Por supuesto, hay extorsionadores que desde el minuto uno actúan con violencia, sin dar margen a que la víctima reaccione. Los despojan durante las siguientes horas de sus pertenencias y hasta después; da tiempo a llorar y hacer denuncias acompañadas de enfermedades, depresión y pérdida de esperanzas; con el tiempo, quizá la vida les vuelve a sonreír, no sin que les queden cicatrices.

En casos como el mío, los extorsionadores son encantadores de serpientes; tienen preparada una completa estrategia que involucra hechos falsos y actuación, producción y creación de evidencias engañosas para que las víctimas se adentren en sus aguas pantanosas y sean atrapadas, con parte de su patrimonio.

Cuando finalmente te enteras de que estás en medio de una extorsión porque algo falló en su maligna estrategia, es cuando comienzas a ver en cámara lenta y hasta en tercera dimensión las diversas piezas del chantaje desde el primer contacto con los sinvergüenzas. Todo se esclarece y es cuando comienzas a vivir una película de terror.

Entre el estupor, la vergüenza, el coraje y el miedo, entiendes en lo que has estado inmiscuido. Si viste a tus extorsionadores, entiendes que la maldad no tiene señas particulares; pueden ser jóvenes, mujeres, hombres de cualquier color de piel, voces que invocan a Dios y a la religión… No importa, son criminales.

Ves con claridad el modus operandi, entiendes el mecanismo con el cual pretendieron que cayera en sus trampas. En mi caso, fue por uno de los casos de extorsión más comunes, cuyo puente son las redes sociales.

Pero hay extorsiones de todo tipo y para cualquier clase social. Las hay genéricas, que son aquellas que le pueden impactar a cualquier persona aleatoriamente, como si fuera una lotería, y las hay seleccionadas, estudiadas. Los principales tipos de extorsión en México son la telefónica, el cobro de “derecho de piso”, la extorsión cibernética, la extorsión por redes sociales y la extorsión cometida por funcionarios públicos corruptos.

De esas ramas hay subdivisiones, por ejemplo, las llamadas desde cárceles o grupos criminales que simulan secuestros, amenazas o premios falsos. En México se han registrado oficialmente entre 29 y 32 extorsiones denunciadas diariamente durante este 2025.

Sin embargo, la cifra real es mucho mayor: se estima que más del 97% de los casos no son denunciados, lo que significa que podrían ocurrir cientos de extorsiones diarias en todo el país.

Mi recomendación es que siempre se debe dudar de una transacción que fue pactada, así llegue la abuelita de Caperucita. El instinto es el mejor Sherlock Holmes, y si te dice que algo anda raro, hazle caso e inmediatamente apóyate en fuentes de certeza. Yo hablé a mi banco y pregunté sobre el proceso de transferencias, de la cual supuestamente iban a concretar la compra.

Eso me permitió suspender cualquier entrega del producto. Días después, rechazaron el cheque de caja que supuestamente me habían depositado, lo cual me hizo entender la corazonada de que me estaban extorsionando.

Los delincuentes te siguen escribiendo, preguntando y sondeando para ver si te pueden sacar algo; es cuando pasas a la ambigüedad psicológica, pues no sabes qué va a pasar verdaderamente. En ese momento hablé a la Dirección General de Atención a Casos de Secuestro y Extorsión de la SSC de la CDMX.

La asesoría y orientación del licenciado R. López fue extraordinaria; incluso me apoyó durante el proceso hasta que decidí bloquear el número correspondiente. También fue oportuno hablar con el personal del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la CDMX, cuyo equipo es sumamente profesional y oportuno; se nota la huella que dejó Salvador Guerrero Chiprés.

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