Trópicos

Chile abre las puertas a una derecha sudamericana

Si José Kats se lleva el triunfo en Chile, esto impactaría de forma sustancial en la nomenclatura ideológica de Sudamérica. Bolivia acaba de sepultar a una izquierda inoperante y corrupta.

No exento de problemas, Chile está demostrando una capacidad de desarrollo democrático que marca ejemplo.

De inicio, ver una transición que va de la victoria de Gabriel Boric hace 4 años, un joven idealista que ha trascendido por su madurez política, su capacidad de gobernar un país bajo vulnerabilidades históricas por los ecos de su dictadura pinochetista, y ser resiliente a una mezcla de izquierdas que se han desgastado en Sudamérica, hacia un posible cambio de poder rumbo a la derecha. Esto significa una fortaleza que le otorga al país andino un futuro prometedor.

No hay mayor beneficio para una sociedad que cohabiten partidos fuertes, alternancia y un electorado que premie y castigue con su voto libre, y el cual sea respetado por las instituciones del Estado.

No obstante, la moneda aún está en el aire para saber quién llegará a La Moneda. La comunista Jeannette Jara, a pesar de que ganó la primera vuelta en las elecciones presidenciales del pasado domingo, con apenas 3 puntos de diferencia, no es la favorita, ya que su contrincante José Kats, quien obtuvo el 23.9% de la votación, logró obtener un día después el apoyo de dos de los candidatos derrotados.

Tanto Johannes Kaiser como Evelyn Matthei sumaron en conjunto 26.4% de la votación, lo cual es un tanque de oxígeno para Kats rumbo a la segunda vuelta en diciembre. Ellos quedaron en el cuarto y quinto lugar, respectivamente. Ambos declararon abiertamente que ofrecían su apoyo a Kats.

No obstante, es relevante la figura de Franco Parisi, quien quedó en tercer lugar con el 19.7% de las preferencias. Él ha decidido, hasta el momento, no apoyar a ninguno de quienes disputarán la segunda vuelta el próximo 14 de diciembre, y deja a su libre albedrío a la gente que le votó, aunque por su perfil ideológico, todo apunta a que un buen número de su electorado se vaya con Kats. Parisi se ha considerado un outsider, un populista, que ha desarrollado un profundo mensaje antiestablishment.

¿Pero quién es Kats, posible próximo presidente de Chile?

Descendiente de inmigrantes alemanes, su padre, Michael Kast, llegó a Chile tras la Segunda Guerra Mundial. Licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de Chile, juró como abogado ante la Corte Suprema en 1991. Ha sido concejal, diputado y tres veces candidato presidencial. La primera fue independiente y quedó en cuarto lugar; la segunda compitió por el Partido Republicano, que lo llevó hasta la segunda vuelta, pero fue derrotado por el saliente Gabriel Boric.

Ahora, en su tercera competición, está cada vez más cerca de convertirse en mandatario, quien, por cierto, ayer sostuvo una llamada telefónica con el presidente de Argentina, Javier Milei, quien le ofreció su apoyo, y ambos coincidieron en establecer una “América Latina hacia un futuro con más libertad, seguridad y progreso económico”.

A Kats se le dibuja como ultraconservador de extrema derecha, con énfasis en políticas provida, antiglobalistas y de seguridad. Ha defendido un modelo económico liberal y una visión crítica hacia gobiernos de izquierda en América Latina. Su discurso suele centrarse en el orden, la familia y la soberanía nacional.

Kast representa a la derecha dura, expresando un discurso centrado en seguridad y migración, mientras que Jeannette Jara encarna a la izquierda oficialista con énfasis en pensiones, derechos sociales y empleo digno.

Por su parte, Jara creció en la comuna popular de Conchalí, hija de un mecánico y una ama de casa. Estudió Administración Pública en la Universidad de Santiago de Chile y Derecho en la Universidad Central. Es militante del Partido Comunista desde los 14 años. Fue subsecretaria de Previsión Social en el gobierno de Michelle Bachelet, y ministra del Trabajo y Previsión Social en el gobierno de Gabriel Boric.

Si Kats se lleva el triunfo, esto impactaría de forma sustancial en la nomenclatura ideológica de Sudamérica. Bolivia acaba de sepultar a una izquierda inoperante y corrupta, para abrirle nuevamente paso a la derecha, en un país que se tiene que reconstruir.

A esta tendencia política se podría sumar Brasil, cuyas elecciones a celebrarse son el próximo 4 de octubre de 2026, con un Lula da Silva cuya popularidad va a la baja. Según Morning Consult, una de las encuestas favoritas de la izquierda latinoamericana, tiene apenas 39% de aprobación, mientras que suma 55% de quienes lo reprueban. No obstante, Lula mantiene excelentes relaciones con el gobierno de Donald Trump.

Sabemos que la crisis del chavismo en Venezuela está en su punto más crítico, con un Nicolás Maduro cercado por el ejército estadounidense y una derecha lista para gobernar, de la mano de María Corina Machado.

Bajo la izquierda sudamericana, solo quedaría la colombiana, que, bajo el liderazgo de Gustavo Petro, enemistado con Estados Unidos y una familia envuelta en severos casos de corrupción y vínculos con el crimen organizado, celebrará elecciones presidenciales en junio de 2026.

Si Colombia y Brasil cambian de ideología, podría sepultar definitivamente a la izquierda en el cono sur, por un buen rato.

Cuba y Nicaragua serían los postres finales para que Estados Unidos alinee las piezas bajo su ala ideológica en el continente; por ello, 2026 será un año clave para el futuro de América.

COLUMNAS ANTERIORES

Politizar la muerte del planeta
América en crisis

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.