Trópicos

América en crisis

América entra a una interesante, pero al mismo tiempo, preocupante etapa de confrontaciones ideológicas, militares y económicas, en un contexto donde el mundo se está reconfigurando con nuevas fuerzas e influencias.

Algo trascendental está por pasar en el continente americano, o ya está pasando y no lo estamos viendo con claridad. Posponer la Cumbre de las Américas, que estaba programada para diciembre próximo en República Dominicana, manda muchos mensajes al respecto.

Un comunicado bastó, más el respaldo de Estados Unidos, para que la reunión más importante auspiciada por Washington con los países del continente se viniera abajo por primera vez desde que iniciaron estos encuentros.

Los argumentos desplegados evidenciaron que se vive una crisis en diversas direcciones, o bien, simplemente porque Donald Trump no tiene ganas de reunirse con sus pares americanos, quizá porque en su agenda está subrayado en rojo un noviembre-diciembre complejo, con asuntos que tienen que ver con la inseguridad, el trasiego de droga y la democracia en el continente.

El gobierno dominicano argumentó que la cancelación se dio “luego de un cuidadoso análisis de la situación en la región”, afirmando que hay “profundas divergencias que actualmente dificultan un diálogo productivo en las Américas”, y concluye que se busca “ampliar el diálogo para incluir a los nuevos gobiernos democráticamente electos que surjan”.

¿Pero a qué situaciones, divergencias y nuevos gobiernos se refiere? Nada de eso dejó en claro, lo que genera muchas suspicacias y conjeturas.

En un mensaje en X, Marco Rubio mostró su respaldo, pero llamó la atención la parte final de su texto, al afirmar que lo que se buscará en la próxima es que se “centre en fortalecer las alianzas y mejorar la seguridad de nuestros ciudadanos”.

Este argumento nutre la incertidumbre al agregar el tema de la “seguridad” y “alianzas” que evidentemente están en marcha y pretenden alinearlas a los intereses estadounidenses. Deja claro que no había condiciones para el encuentro en diciembre, lo que iba a ser una cita fragmentada, con ausencias importantes y un continente polarizado ideológicamente.

Pero lo dicho por Donald Trump, el lunes pasado, despeja con mayor claridad el porqué de esta decisión de mover a 2026 la Cumbre de las Américas. Por primera vez, el presidente de Estados Unidos declara que está próximo el fin del presidente venezolano, Nicolás Maduro.

La única manera de que eso suceda es que lo capturen, lo lleven detenido a los Estados Unidos y paralelamente comience un periodo de transición, incluidas nuevas elecciones con el apoyo del ejército venezolano.

Todo apunta a que esta posible acción militar se esté preparando de manera quirúrgica. Bajo este contexto se podrían entender esos conceptos vagos que arroja el comunicado que hacen referencia a “situación”, “divergencias” y “nuevos gobiernos”.

No obstante, existen otras evidentes polarizaciones y crisis dentro del continente que están resquebrajando la unidad, cooperación y multilateralismo.

México es uno de los protagonistas. Primero, recordemos que a la pospuesta Cumbre de las Américas de diciembre, el gobierno de México ya había tomado la decisión de no asistir tras mostrar su apoyo a Venezuela, Cuba y Nicaragua, naciones que no fueron invitadas precisamente por tratarse de regímenes dictatoriales.

Por si fuera poco, también el pasado lunes, el gobierno de Perú decidió romper relaciones diplomáticas con México, por las “reiteradas ocasiones en las que el gobierno mexicano intervino en asuntos internos”, lo que contradice la esencia de la Doctrina Estrada, la cual dice que México no se pronuncia sobre la legitimidad de los gobiernos extranjeros, independientemente de cómo hayan llegado al poder y a la no intervención en los asuntos internos de otros países.

No obstante, la Secretaría de Relaciones Exteriores de México publicó un comunicado con seis puntos para explicar su decisión de asilar a la exprimera ministra Betssy Chávez Chino, en el gobierno de Pedro Castillo, lo que fue la gota que derramó el vaso para el gobierno peruano.

Recordemos que Castillo es acusado por intentar un golpe de Estado; actualmente está preso en Perú. Para ello, la cancillería mexicana se apegó a la “Convención sobre Asilo Diplomático de 1954, de la que tanto México como el Perú son parte”. A esta ruptura se suma la que ya tiene México con el gobierno de Ecuador.

América entra a una interesante, pero al mismo tiempo, preocupante etapa de confrontaciones ideológicas, militares y económicas, en un contexto donde el mundo se está reconfigurando con nuevas fuerzas e influencias en búsqueda de la hegemonía global.

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