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Palestinos y judíos merecen paz

El conflicto actual entre Israel y Hamás, aunque forma parte de la tortuosa historia entre judíos y palestinos, debe dársele un trato aparte en cuanto a que no es contra todos los palestinos.

Es válido pensar que estamos ante un momento histórico referente a la larga historia de conflictos entre Israel y el pueblo palestino. No solo en la franja de Gaza, donde se ha concentrado la guerra en los últimos dos años, sino en todo territorio palestino aún no reconocido por Israel, bajo delimitadas fronteras.

Tanto el grupo terrorista Hamás como el gobierno de Benjamín Netanyahu se extralimitaron en sus respectivos poderes y fuerzas militares desde aquel traumático 7 de octubre del 2023. Primero, cuando Hamás masacró a cientos de judíos: hombres y mujeres de todas las edades, entre ellas embarazadas, en territorio israelí.

Fue otro ataque terrorista contra la sociedad judía. Hamás gobierna la franja de Gaza desde 2007 y ha sembrado terror y odio, a diferencia de la Autoridad Palestina, que en su esencia ha procurado el diálogo en lugar de las armas.

En segundo lugar, la respuesta de Israel fue desproporcionada, y la ira de un gobierno de extrema derecha perpetró otra masacre contra el pueblo palestino en Gaza.

A Benjamín Netanyahu no le importó llevarse miles de vidas, entre ellas niñas y niños, con tal de acabar con el grupo terrorista, quienes, en su miseria, usaban de escudos humanos a su propia gente.

Por supuesto, hay que contextualizar estos hechos dentro de una historia con capítulos llenos de tristeza y desesperación. Sus raíces se remontan a finales del siglo XIX, cuando el movimiento sionista impulsó la migración judía hacia Palestina, entonces bajo dominio del Imperio otomano, con la idea de crear un hogar nacional judío.

Pero antes, la historia judía se remonta a la antigua Canaán, donde surgió el Reino de Israel. Jerusalén fue su capital y el Templo de Salomón su centro espiritual. Según la Biblia, Dios prometió esa tierra al pueblo judío. Después vino la destrucción del Templo por los romanos en el año 70 d.C., y a partir de ese hecho, inició la diáspora judía a múltiples partes del mundo.

Mientras tanto, los palestinos son árabes musulmanes y cristianos que descienden de los pueblos que vivieron en esa región de Oriente Medio. El islam llegó en el siglo VII cuando los árabes conquistaron Jerusalén. Para los musulmanes, Jerusalén es la tercera ciudad sagrada más importante, por su Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, desde donde el profeta Mahoma habría ascendido al cielo. Paralelamente, los cristianos palestinos también consideran Tierra Santa esa zona geográfica, por la vida y muerte de Jesús.

Entonces, la historia se ha encargado de llenar esa zona de paradojas y retos. Mientras que para los judíos, Israel es su tierra ancestral prometida por Dios, para los palestinos, es su hogar histórico, habitado por generaciones antes de la creación de Israel. Ambos reclaman la misma tierra, y especialmente Jerusalén como centro de su identidad, su fe y su historia.

Por eso, el conflicto no es solo político, sino también histórico, religioso y profundamente emocional.

Tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, la presión internacional llevó a que en 1947 la ONU propusiera dividir Palestina en dos Estados: uno judío y otro árabe. Los judíos aceptaron el plan, mientras que los árabes lo rechazaron.

En 1948, Israel declaró su independencia. Inmediatamente, varios países árabes invadieron el nuevo Estado, iniciando la Primera Guerra Árabe-Israelí. Más de 700 mil palestinos huyeron, un hecho que los palestinos recuerdan como la Nakba o “catástrofe”.

Durante las siguientes décadas hubo varias guerras: Crisis del Canal de Suez, Guerra de los Seis Días y Guerra del Yom Kippur.

Paralelamente, han existido varios intentos para buscar la paz, por ejemplo, el Acuerdo de Oslo (1993-1995), firmado entre Yasser Arafat e Yitzhak Rabin. A partir de este, se creó la Autoridad Nacional Palestina y se estableció la idea de dos Estados. Después. Otros intentos fracasaron.

Pero también ha existido una fuerte división interna entre palestinos. En 2007, Hamás tomó el control de Gaza, mientras que el grupo político Fatah mantuvo el poder en Cisjordania, dividiendo al liderazgo palestino.

Por eso, el conflicto actual entre Israel y Hamás, aunque forma parte de la tortuosa historia entre judíos y palestinos, debe dársele un trato aparte en cuanto a que no es contra todos los palestinos. Hamás es considerado un grupo terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Canadá, Australia y Japón. Por supuesto, por Israel.

Hoy en día, surgen los 21 puntos propuestos por Donald Trump para alcanzar la paz. Los han abrazado prácticamente todas las partes involucradas, además de Occidente y países árabes.

En estos momentos se revisan cruciales detalles para lograr la paz. Por lo pronto, Hamás ha aceptado entregar sus armas. Por su parte, Israel está obligada a reconocer, finalmente, un Estado palestino con quien cohabite en la zona y se respeten las tradiciones de ambos lados. La paz está al alcance de todas y todos.

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