Trópicos

Crece el delfín de Sheinbaum

La paciencia ha sido una de las grandes virtudes de Claudia Sheinbaum, primero para llegar al poder y ahora para ir construyendo su propio gobierno y próximo legado.

Aún en desarrollo, el delfín crece. A diez meses de haber llegado al poder, Claudia Sheinbaum lo cuida y lo protege, lo sabe llevar y guiar de forma precisa rumbo a las presidenciales de 2030. Se expone solo lo necesario, pues la carrera es muy larga, y su imagen es la más cuidada de todo el gabinete.

Su disciplina política proviene de la vieja escuela, y a nadie deja indiferente su capacidad de no inmutarse ni hasta en los peores momentos; demuestra seguridad y deja clara su capacidad operativa. Su personalidad genera atracción, pero nadie sabe qué hay en las entrañas.

Pareciera no tener emociones; siempre lee sus discursos y ofrece respuestas cortas. Claro, en sus manos está resolver el problema más profundo que enfrenta México, la creciente inseguridad y el combate al crimen organizado.

No se expone mediáticamente de más y sabe perfectamente que para llegar lejos tiene que, por un lado, saber entregar resultados, pero al mismo tiempo, pasar casi inadvertido: cero escándalos está en su manual de acción.

Sobre su vida personal no se sabe nada. Cuando atentaron contra él en junio de 2020, quedó con un halo de héroe al sobrevivir ante la cortina que se abrió inmediatamente, que en la Ciudad de México operan los cárteles mexicanos más poderosos del mundo. Una de las imágenes más destacadas de aquellos tiempos fue cuando Claudia Sheinbaum, entonces jefa de Gobierno, lo visitó en el hospital.

Sus redes sociales ofrecen cifras duras, imágenes técnicas y una que otra reunión con empresarios o el gabinete federal, siempre con sonrisas a medias. Prioriza sus resultados en materia de seguridad (estrategias, operativos, detenciones), tarea nada fácil después de los rotundos fracasos de los sexenios anteriores.

Cada vez que le hacen una pregunta compleja a la presidenta Sheinbaum en la mañanera sobre crímenes y guerras entre cárteles, la mandataria lanza la bola a su gabinete de seguridad, es decir, a su principal hombre de confianza del gabinete, quien desde que fue secretario de seguridad en la Ciudad de México ha sido la persona que le ha dado estabilidad a los gobiernos de la actual presidenta.

Sabemos que era el favorito de Sheinbaum para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. No obstante, ese plan se frustró cuando los radicales de Morena impusieron a Clara Brugada con el visto bueno de AMLO.

Pero los radicales de Morena se están debilitando y todo apunta a que los van a debilitar aún más, primero porque chocan con los intereses de la presidenta, y segundo, porque hay lastres que merman la operatividad política de Sheinbaum, principalmente por documentados casos de corrupción, nepotismo, vínculos con el crimen organizado o vidas llenas de extravagancias y lujos.

La paciencia ha sido una de las grandes virtudes de Claudia Sheinbaum, primero para llegar al poder y ahora para ir construyendo su propio gobierno y próximo legado. Paralelamente, está construyendo su propio estilo y equipo, y se aleja poco a poco de la estela que dejó López Obrador, a quien, no obstante, seguirá respaldando y protegiendo.

Con la salida de Pablo Gómez de la Unidad de Inteligencia Financiera, encargada de la prevención y combate de los recursos de procedencia ilícita o lavado de dinero, lo deja fuera de la jugada y de la toma de decisiones. Él es uno de los radicales de Morena. Poco a poco se irá extinguiendo de la vida pública dentro de la comisión que se creó para “estudiar” la próxima reforma electoral y que se redactó desde hace varios meses desde el rancho donde vive López Obrador.

Precisamente, el próximo titular para la UIF, Omar Reyes Colmenares, es uno de los leales al delfín de Claudia, lo que le amplía su poder de operación y de influencia. Omar llega desde la Subsecretaría del Sistema Penitenciario, y antes fue director de la Oficina Central de Interpol México de la FGR.

Estos nombramientos traen el visto bueno de Donald Trump, una sombra que se seguirá de cerca al gobierno de Sheinbaum, más cuando se está por conocer el acuerdo en materia de seguridad entre México y EU, continúan los esfuerzos para que EU no imponga aranceles a productos mexicanos, y se está por iniciar un decisivo proceso de renegociaciones del T-MEC.

A 10 meses de iniciado el gobierno de Sheinbaum, solo hay dos figuras que están realmente luciendo dentro de su gabinete, y no son de los favoritos del ala radical de Morena: el secretario de economía, Marcelo Ebrard, y el delfín. Incluso no hay gobernadores o gobernadoras que dejen ver su buen pedigrí.

Y aunque falta mucho para que estas dos “corcholatas” se cocinen, irán dependiendo de sus resultados y alianzas, tanto internas al partido Morena como externas, sobre todo con el sector empresarial y muy de la mano con EU, pero ojo, no con China ni con Rusia.

Además, tendrán que saber actuar estratégicamente ante los ataques internos que buscan dividir a Morena, y salir airosos de lo que se prevén terremotos profundos, más allá de los que deje la falla de San Andrés.

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