Trópicos

Morena VIP

Cada día que pasa se fortalece y evidencia esa nueva élite política, la cual se empodera, enriquece, envilece… El nepotismo se ve en cada rincón del país bajo los colores de Morena.

¿Estamos ante un apremiante conflicto filosófico-ideológico sobre cómo debe ser el actuar de un servidor público en tiempos estelares de la 4T? Sí, porque desde que el expresidente Andrés Manuel López Obrador lanzaba a los cuatro vientos frases como si fueran los mandamientos de Moisés, su objetivo era cambiar las formas y los fondos del actuar público de quienes forman parte de la estructura administrativa de México y política de Morena. “La corrupción no es una pandemia, es una peste”, dijo alguna vez.

Su objetivo se logró y una sociedad mexicana desigual y mayoritariamente pobre (en la actualidad la pobreza disminuyó, pero la pobreza extrema aumentó) se emocionaba con sus frases llenas de compromisos que desafiaban los hábitos y costumbres de anteriores gobiernos priistas y panistas: “No mentir, no robar y no traicionar al pueblo”, reiteraba incansablemente.

Sus frases bien armadas, dirigidas a ese sector electoral, fueron difundidas durante más de seis años. Primero desde sus diversas campañas, pero sobre todo resonaron por todo lo alto durante las mañaneras cuando gobernó desde Palacio Nacional. Allí se amplificaron a un ritmo vertiginoso por toda la prensa, radio, televisión y redes sociales: “Por el bien de todos, primero los pobres”, se enorgullecía en repetir cientos de veces.

Su objetivo narrativo es mantener la base electoral, para que sigan votando sistemáticamente por los candidatos que desde el rancho donde vive y a través de su hijo Andrés Manuel López Beltrán, Andy, quien funge como secretario de Organización Morena, sean impuestos sin importar ética ni procedencia. “Se acabó el nepotismo”, decía sin chistar.

Toda mexicana y mexicano hemos escuchado el ya clásico mandamiento: “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”. Esa frase envenenada está desquiciando a la presidenta Claudia Sheinbaum por el comportamiento de integrantes de su gabinete, diputados, senadores, gobernadores, presidentes municipales y miembros del partido Morena, entre ellos, Andy.

A todo lujo, esa nueva élite política desarrolla viajes internacionales a las principales capitales europeas, asiáticas o estadounidenses. Como bien es sabido, no es ilegal, a pesar de que sus buenos salarios salen de los impuestos de millones de mexicanos. Pero sí es una contradicción hacia los principios que sus principales liderazgos les han inculcado: López Obrador y Claudia Sheinbaum, quien lleva varias mañaneras diciendo: “El poder se ejerce con humildad” para buscar controlar a sus incontrolables juniors.

Cada día que pasa se fortalece y evidencia esa nueva élite política, la cual se empodera, enriquece, envilece… El nepotismo se ve en cada rincón del país bajo los colores de la coalición que ha liderado Morena.

El caso más reciente, un escándalo por las formas en que un matrimonio de diputados en funciones forzó a uno de los poderes del Estado mexicano a castigar a una ciudadana durante 30 días, tras sentirse “ofendidos” por ser señalados en redes sociales por nepotismo. Los acusadores fueron Diana Karina Barreras y su esposo, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, en un caso que pasará a la historia como el de “Dato Protegido”. Pero así nos podríamos ir desde la A a la Z: pasando por la A de los Alcalde; la B de los Batres; la M de los Monreal; la S de los Salgado; la Y de los Yunes, etcétera.

Hoy, todo ese ideario que desprendió López Obrador y que sigue replicando Claudia Sheinbaum, está entrampando a familiares, funcionarios y políticos. Bien podríamos citar el caso entre Adán Augusto López y Hernán Bermúdez Requena, que han incendiado la pradera morenista por la posible colusión en graves crímenes, pero también los recientes viajes de lujo de Andy a Tokio, donde se le descubrió hospedándose en hoteles de lujo y comprando en establecimientos de la exclusiva marca Prada. AMLO dijo en una mañanera: Aléjense más de lo que se pueda del dinero. Sobre las marcas dijo: “No, no, no, qué desagradable, la vestimenta, los relojes (...) son ofensivos y si podemos distanciarnos de ello, mejor”.

Incluso, dentro de los estatutos de Morena se impone que: “Las y los protagonistas del cambio verdadero no los mueva la ambición al dinero, ni el poder para beneficio propio”, o bien, “No (…) al influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el patrimonialismo, el clientelismo, la perpetuación en los cargos, el uso de recursos para imponer o manipular la voluntad de otras y otros, la corrupción”, se lee en el artículo 3.

Qué rápido se les olvidó a muchas y muchos la esencia de su “lucha” y los motivos que les dictan el porqué deben servir a México. Esa lucha ha pasado a segundo plano, porque la nueva élite política ahora recolecta sus frutos. ¿Cómo? Con viajes en primera clase, comprando ropa exclusiva, hospedándose en hoteles 5 estrellas, comiendo en restaurantes Michelin e impulsando a esposas, hijos, hermanos a puestos de elección popular dentro de la estructura administrativa. Los nuevos mandamientos están en marcha.

COLUMNAS ANTERIORES

#Cuba
Gentrificación y turismo de lujo, by Gustavo Egusquiza

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.