Ante el desconocimiento estructural de los conflictos globales, la gente asume que las personas creyentes también son culpables de lo que políticos, terroristas o fanáticos deciden hacer en nombre de ideologías o religiones y que, en algunas ocasiones, cometen acciones extremas: muertes, secuestros y torturas.
Generalizar, etiquetar y redefinir sociedades se ha convertido en un deporte común, más en la época actual donde la infomanía deja huellas estériles ante la verdad. Ahora la información está cargada de estereotipos y mentiras: las fake news.
La verdad es un codiciado manjar dispuesto para pocos, lo que nos lleva a vivir en una infoesfera, según Byung-Chul Han, quien asegura, además, que “ya no habitamos la tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube”.
Por ello, en un conflicto armado, como el que se vive en Oriente Medio, entre el gobierno israelí y el grupo terrorista Hamás, los menos culpables son los judíos y musulmanes, sino quienes gobiernan y quienes, en nombre de un Dios o ideología, asumen tener atribuciones, casi divinas, para decidir matar a otras y otros, apoyándose en diversas y armas ateas. Bajo estos contextos, la sociedad global corre peligro de contagiarse de fanatismos falsos, que los lleve a atacar sin sentido a personas nacidas bajo cualquier credo.
Debemos partir de que el 99 por ciento de la población judía o musulmana no es culpable de muertes que pueden causar políticos, terroristas o fanáticos. En la actualidad hay poco más de 2 mil millones de musulmanes en el mundo, lo que representa el 25 por ciento de la población global.
En contraste, pero no por ello menos significativo, en el planeta hay 15.8 millones de personas judías. Antes del Holocausto, se estimó que había aproximadamente 17 millones. Por ello, nunca olvidemos que durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi mató a 6 millones de judíos, aproximadamente.
Lo sucedido el 7 de octubre de 2023, orquestado por los terroristas de Hamás, significó el mayor ataque contra Israel desde la Guerra de Yom Kippur, hace 50 años.
Ese terrible suceso está cambiando el orden geopolítico de Oriente Medio, después de dejar un saldo de cerca de 2 mil muertes, entre ellas, niñas y niños; además, más de 250 personas judías fueron tomadas como rehenes, de los cuales aún hay, hoy en día, 59 en poder de los terroristas.
El grupo islamista atacó por aire, mar y tierra con miles de misiles a Israel. Se estima que en la actualidad, la organización yihadista suní aún cuenta con 40 mil elementos armados desplegados en la Franja de Gaza.
En la Franja de Gaza, vivían 2.3 millones de palestinos en 2023, en una superficie de apenas 365 kilómetros cuadrados. Según cifras de la ONU, el 80 por ciento de la población dependía, y depende, de la ayuda internacional.
Los ataques desproporcionados del gobierno israelí, gobernado por el ultraderechista Benjamín Netanyahu, contra la Franja de Gaza, donde habitan musulmanes palestinos sometidos por el grupo terrorista Hamás, se trata de una acción militar llevada al extremo para aniquilar a un grupo armado, pero también a una sociedad, sin importar que entre los muertos haya mujeres, niños y hombres inocentes.
A pesar de que los terroristas utilizan a estos inocentes como escudos humanos, la indiferencia del gobierno israelí de matar a quien se le ponga en frente es escalofriante. Cometen el mismo acto al que fueron brutalmente sometidos en la Segunda Guerra Mundial. El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, fue contundente sobre los ataques del gobierno de Israel: “no están cubiertos por el derecho internacional a la autodefensa y no respetan los principios fundamentales de la humanidad”.
El asesinato de dos jóvenes trabajadores de la Embajada de Israel en Washington fue perpetrado por un fanático incapaz de diferenciar entre sociedad y política, entre inocentes y culpables. Como suele suceder en este tipo de dramáticas situaciones, los afectados son las personas más vulnerables.
El fanático fue presa de las acciones de un grupo terrorista y un gobierno desmesurado, y éste a su vez se encargó de asesinar a dos judíos inocentes, ¿en nombre de quién? Ahora pasará toda su vida en la cárcel y, al final, su “postura ideológica” y actos criminales, nada habrán cambiado.
A partir de todo ello, también concluimos que el multilateralismo está fallando. Los liderazgos de las potencias globales parecen estar más preocupados por cómo ganar la guerra que por cómo conseguir la paz. Vivimos en un tiempo incierto, donde lo que se requiere son otros liderazgos humanistas, pacíficos y que prioricen el diálogo, el entendimiento y la prosperidad global.
Lamentablemente, aún falta mucho para llegar a esa realidad.